Capítulo 16.

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Día dieciséis: Domingo.

Dormir en la misma tienda que Fiorella y Lizz fue difícil. Por alguna razón, la pelirroja había cesado el hecho de seguir con el interrogatorio de antes. Llegué a creer que Fio quizás le había comentado lo que pasó y de solo pensar en eso, preferí guardar silencio. Así que la noche fue muy corta para mí. Me metí a la tienda tarde y me levanté muy temprano, buscando de inmediato a Bill. Para mi sorpresa, lo encontré en las mesas plegables junto con Tom; estaban desayunando juntos mientras el de rastas soltaba carcajadas, como si fueran los mejores hermanos del mundo.

 Dudé un momento en acercarme, sabía que cuando yo aparecía, ambos se comportaban muy diferentes y lo que menos quería era arruinar la relación de dos hermanos que, al parecer, sí resultaban ser muy unidos

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 Dudé un momento en acercarme, sabía que cuando yo aparecía, ambos se comportaban muy diferentes y lo que menos quería era arruinar la relación de dos hermanos que, al parecer, sí resultaban ser muy unidos.

Repasé mis opciones en mi cabeza ¿Qué más podía hacer? ¿Juntarme con Georg y Gustav? Probablemente, eran chicos muy agradables, pero al final ellos también terminarían yendo con mis amigas y volvería a ser un bombardeo de preguntas y miradas de sospecha. Ya estaba cansada de eso.

—Disculpe, supervisora Cindy —llamé su atención tocando su hombro, ella se encontraba repartiendo las raciones del desayuno. No tardó en dejar un sándwich y un jugo en caja junto con una banana en mis manos.

—Dime, linda —habló con esa alegría de siempre. En ocasiones se me hacía insoportable.

—Podemos caminar por los alrededores ¿Verdad? No soy una niña, no voy a perderme —aclaré de inmediato. Ella se rio un poco y seguido asintió con la cabeza.

—Tranquila, Julie. Confiamos en ustedes cuando estamos instalados en un lugar. Lo importante es no desviarse durante las caminatas ¿Sí? Pero ahora puedes explorar por aquí cerca con cuidado ¿Está bien? Cualquiera cosa me llamas a mí o al supervisor Bred.

—Muchas gracias —le dije por último antes de pasar por su lado. Miré más allá y noté como los cachorros que había rescatado Tom estaban siendo la sensación entre los campistas. La mayoría de chicas los abrazaban y mimaban, como si fueran dos bebitos. Sonreí al instante, llegando a pensar en lo ¿dulce? que había sido el de rastas al ir por ellos, demostrándome (quizás) que algo de corazón tenía. Al menos con los animales.

Intenté no llamar la atención cuando me alejé del campamento, cruzando los arbustos y un par de árboles sin alejarme demasiado para no perderme, cuando de pronto, mi mirada se topó con un muchacho de sudadera negra, llevaba el gorro puesto. Pegué un salto del susto, retrocediendo un poco con las manos temblándome. No creí que otro antisocial se fuera a esconder al bosque durante el desayuno.

—Me asustaste —dije con la voz un tanto agitada, metiendo mi comida en el bolsillo grande de mi sudadera. 

El chico se volteó, quitándose le gorro para permitir que lo viera. Era Nick, el de la cabaña del grupo 7, la de Tom y sus amigos.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora