Capítulo 33.

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—¿Ya estás lista para hablarme de lo que pasó? —Emma parecía no rendirse, esas fueron las primeras palabras que soltó aquella mañana a penas nos cruzamos en el pasillo de la escuela. Habíamos llegado hace un par de minutos y no iba a negar que había tenido en mente evitarla la mayor parte del día, pero claro, la rubia parecía ser mucho más astuta de lo que yo creía.
La miré a los ojos por unos cuantos segundos y terminé por asentir, ya rendida y resignada.

—Pero es algo... delicado. Algo que pasó en el verano. Emma —hice una pausa para tomarla de las manos y arrastrarla hacia un lado, cerca de los casilleros —. Es algo que no puedes hablarlo con nadie o definitivamente será un caos.

Mi amiga me miró con una expresión un tanto asustada, como si toda la curiosidad que había sentido fuera reemplazada por algo de temor ante mis palabras.

—Lo dices como si fuera algo malo... Yo solo quiero saber porque soy tu amiga —aclaró en voz baja, dejando claro que hablábamos de algo solo de las dos; un secreto—. No quiero saberlo para ir y gritárselo a todo el mundo.

Suspiré tratando de encontrar las palabras adecuadas para lo siguiente, pero no se me ocurrían otras. No se me ocurría otra manera de ser más clara. Debía decirlo tal cuál.

—Yo... salí con Tom.

—¡¿Qué?! —soltó la rubia agrandando los ojos —. ¿Qué estás diciendo?

Desvié la mirada un tanto avergonzada, nunca lo había hablado después del campamento y volver a repetir esas imágenes en mi cabeza dañaban mi salud mental. Porque aunque lo siguiera queriendo, sabía que todo se había acabado. Volví a mirarla al pensar en Bill, mencionarle que había tenido algo con los dos sería demasiado fuerte, prefería mantener al pelinegro al margen de todo.

—Lo conocí en un campamento de verano, a él y al resto de los chicos. De hecho, en el campamento fue donde se formó la banda oficial —le conté tratando de desviar la atención del tema principal, pero mi amiga se pasó una mano por el cabello y con los labios entre abiertos asintió.

—Cuéntame más, anda. ¿Cómo que saliste con él? ¿Fuiste su novia? —interrogó con rapidez, pero no tardé en negar de lado a lado.

—Suena demasiado serio... Pero no, fue una tonta aventura de verano —me encogí de hombros como si quisiera restarle importancia, sabiendo que en mi interior, lo que tuve con Tom fue tan potente que dudaba sentir aquello por otra persona.

(...)

Los días siguientes después de la confesión fueron un tanto agotadores. Si bien Emma había hiper mega jurado no mencionarle nada a nadie respecto al tema, me bombardeó con preguntas todo el tiempo que estuvimos juntas en la escuela. Algunas se las respondí, otras preferí omitirlas y un par alteré un tanto la realidad (contándole menos de lo que había pasado). Pero para ese entonces, ella estaba más emocionada por mi reencuentro con mis amigos que yo misma. 

—¿Qué les vas a decir? ¿Tom sentirá todavía algo por ti? Dios, Julie. Saliste con el tipo más guapo del planeta —chilló mi amiga un tanto eufórica, sacudiéndome por los brazos mientras íbamos en el vagón del metro, directo al concierto. No iba a negar que mi corazón estaba un tanto desesperado. Tom había pedido pases VIP para el meet and greet y el solo hecho de pensar en estar a solas con ellos otra vez me provocaba escalofríos por todo el cuerpo.

—Solo no te pongas loca delante de ellos, prefiero que las cosas sigan así como hasta ahora ¿Bueno? —la rubia asintió ante mi petición, cambiando su expresión a una más emocionada cuando el vagón se detuvo en la estación que debíamos bajar. Me tomó entre risas alegres por la mano y comenzó a caminar rápido, casi corriendo a las escaleras las cuales subimos rápido.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora