Día dieciséis: Domingo.
—¿Qué pasó? ¿Por qué traes esa cara? —La voz delicada de Bill me sacó de mis pensamientos cuando estuve cerca de la fogata. Llevaba la manta en mis manos y, por alguna razón, ver a Rubí y Tom juntos me había descolocado. Traté de pestañear para concentrarme en el aquí y el ahora, encontrando la mirada del pelinegro sobre la mía, como si de verdad estuviera preocupado por lo que me estaba pasando. ¿Merecía que fuera así de lindo después de todo? Yo sabía que no.
— Solo... Ha sido un día difícil, ya sabes. Lo de Nick fue una mierda —intenté hablar con claridad, haciéndole un gesto con la cabeza para indicarle que me siguiera. Bill sonrió como niño pequeño y se puso de pie para ir tras de mí. Se sintió tan bien cuando tomó mi mano desde mi espalda, formando una sonrisa genuina en mis labios al fijarme en cómo todos los campistas nos ponían la mirada encima a medida que nosotros caminábamos. Salir con Bill era algo que jamás en la vida creí que podría pasarme, menos a alguien como yo, por eso se sentía tan malditamente bien esas miradas de envidia que caían sobre mí.
— Aún así... ¿Estás bien? —lo oí decir cuando llegamos a una zona tranquila, había césped y estaba iluminado gracias a la fogata junto con las lámparas a pila del campamento unos metros más allá de nuestra ubicación.
Extendí la manta sobre el césped con su ayuda, asintiendo una y otra vez para que le quedara claro, pero de todos modos cuando nos sentamos, Bill deslizó su dedo índice por el dorso de mi mano, despacio. Tragué saliva y miré en su dirección.
—¿Puedo preguntar por qué eres tan atento conmigo? —me atreví a interrogarlo sin desviar la mirada, estaba siendo más valiente de lo que esperaba. Bill sonrió de medio lado, manteniendo sus ojos viéndome fijamente. Me provocaba cosquillas por todo el cuerpo, resultándome imposible no sonreír junto a él.
—Creo que... son cosas que pasan sin darnos cuenta —esta vez sí dejó de verme para mirar más allá, parecía ser una zona más despejada, no habían tantos árboles y en su lugar estaba plagado de arbustos y pequeñas flores de distintas tonalidades de amarillo— . Un día solo desperté y de la nada ya no podía sacarte de mi cabeza.
Tragué saliva bajando la mirada, me sentía estúpida por pensar que nada de eso estaba pasando realmente, que solo era mi cabeza jugándome una mala pasaba y fantaseando con las palabras que quería escuchar. El tacto de Bill me hizo reaccionar, deslizando sus dedos delicadamente entre los míos para entrelazarlos.
—¿Suena muy intenso? —preguntó con gracia, soltando una risa nerviosa que no dudé en seguirle, apoyándome en su hombro segundos después.
— No... Claro que no. Es solo que... creo que no soy una persona muy expresiva ¿Sabes? —suspiré tratando de relajarme, de verdad quería ser honesta con él —. Soy la clase de chica que se guarda las cosas y prefiere solo mantenerlas en su mente porque le aterra la reacción de los demás.
—Entiendo —murmuró Bill muy atento, recargando su cabeza sobre la mía.
—Estoy intentando ser más social, más amable y... más honesta. Decir lo que pienso y siento. Es realmente difícil —Bill rio despacio, asintiendo.
—Lo es. Más a nuestra edad. La mayoría solo está preocupado de lo que postearon en Instagram sus ligues o a quién se cogerán hoy en la noche. Tom, por ejemplo.
Al oír que lo mencionaba, de la nada carraspeé para aclararme la garganta, dejando en evidencia la incomodidad que me provocaba hablar de su hermano gemelo. Bill se separó un poco para sentarse correctamente y darme espacio, pero su mirada se mantuvo sobre mí por varios segundos, como si mi actuar hubiera provocado algo en él, específicamente en su sonrisa que había desaparecido.
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𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇
Fanfiction→፧ 𝖳𝖺𝗇 𝖾𝗇𝗀𝗋𝖾𝗂́𝖽𝗈, 𝖾𝗀𝗈𝖼𝖾́𝗇𝗍𝗋𝗂𝖼𝗈, 𝗂𝖽𝗂𝗈𝗍𝖺... ¿𝖢𝗋𝖾𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝖺𝗅𝗀𝗎𝗂𝖾𝗇 𝗉𝗈𝖽𝗋𝗂́𝖺 𝗌𝖾𝗇𝗍𝗂𝗋 𝖺𝗅𝗀𝗈 𝗉𝗈𝗋 𝖾́𝗅? 𝖤𝗌 𝖾𝗅 𝗌𝖾𝗋 𝗁𝗎𝗆𝖺𝗇𝗈 𝗆𝖺́𝗌 𝖽𝖾𝗌𝗉𝗋𝖾𝖼𝗂𝖺𝖻𝗅𝖾 𝗊𝗎𝖾 𝖾𝗑𝗂𝗌𝗍𝖾, 𝗌𝗈𝗅𝗈 𝗎...