Capítulo 3.

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Día uno: Sábado.

Más de una hora de camino y mi único entretenimiento estaba siendo observar a Bill desde atrás. No era la única por obvias razones, ya que la mitad del autobús estaba pendiente de los movimientos de los gemelos. 

— Escuchen, atención —el supervisor Parker se puso de pie en la parte delantera del autobús—. Llegaremos al campamento Luna en menos de cinco minutos. Deben bajar en orden por la puerta principal y dejar todas las cosas innecesarias en la salida. Incluyendo teléfonos celulares y cualquier dispositivo electrónico. Eso dice el código de conducta —hizo una mueca como si lo lamentara y regresó a su asiento. Me acomodé y me quité la gorra para poder peinar mi cabello, era bastante largo y ondulado, sabía que sería un problema al estar tantos días en... la naturaleza.

Tras los cinco minutos que el supervisor Parker había mencionado, pude ver por la ventana el letrero enorme del campamento Luna

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Tras los cinco minutos que el supervisor Parker había mencionado, pude ver por la ventana el letrero enorme del campamento Luna. Había oído hablar de el un par de veces debido a que compañeros de mi escuela habían asistido, pero siendo honesta, nunca llamó mi atención y de no ser porque mi mamá me había obligado, jamás hubiera ido. El motor de la máquina se detuvo, mi mirada fue directo a los gemelos y el supervisor se puso de pie nuevamente.

—Muy bien, autobús número tres, bajen con cuidado y vayan por su equipaje, no olviden entregar los dispositivos electrónicos. Síganme.

Lo de bajar en orden se fue al demonio, en cuestión de segundos la mayoría de chicos y chicas se amontonaron en el pasillo, excluyendo a los gemelos que continuaban hablando quizás de qué. Al parecer habían hecho las pases y lo del día anterior estaba olvidado, pero claro, como estaba prestándoles atención de una manera casi enfermiza, el de rastas cruzó miradas conmigo, sosteniendo la mía por un par de segundos antes de fruncir el ceño incrédulo, como si no quisiera aceptar que estaba apunto de ingresar a un campamento conmigo. ¿Tan mal le había caído? ¿A caso no se fijaba en su propio comportamiento inmaduro? Lo fulminé con la mirada dejándole saber que lo había reconocido y poco después de ellos, me puse de pie para poder bajar.

— No creo que este mes pase tan lento ¿Verdad? Sospecho que el campamento estará lleno de idiotas, ya quiero irme—comentó el de gorra a su hermano, quién le dio un golpe suave en la nuca.

—Deja de hablar porquerías, Tom. Además es un mes y medio. Acostúmbrate —le respondió Bill.

Permanecí en silencio detrás de ambos, bajando la mirada mientras avanzábamos lento por el pasillo y finalmente bajamos. Fui rápido en busca de mi maleta y triste o afortunadamente, no tenía dispositivos electrónicos que entregar, por lo cual me dirigí directo hacia donde caminaban los demás campistas. Habían varias personas sobre una especie de plataforma no muy alta, todos con la misma camiseta del supervisor Parker.

—Atención, campistas. Una vez entregados sus dispositivos, acérquense a esta zona— habló una de las chicas por el megáfono. Habían más personas de las que creía, muchos llegaban en los demás autobuses (eran tres en total) y otros en vehículos particulares. Era todo un caos.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora