Capítulo 29.

660 45 13
                                    

Día treintaiséis: Sábado.

—¿Podemos hablar un segundo? — La voz de Liz me sacudió todo el cuerpo, incluso haciéndome temblar sin poder evitarlo. Tenía el rostro cubierto con la manta de mi cama, creyendo inocentemente que aquello impediría que la pelirroja me interrogara la mañana de ese sábado, pero apenas Fiorella salió a desayunar con el grupo de sus nuevas amigas, Liz se sentó en el borde de mi cama lista para comenzar con las preguntas. Mierda.

—No sé qué decirte —fueron mis primeras palabras cuando me descubrí la cara, viéndola con las mejillas coloradas. Me sentía tan avergonzada que preferiría morir antes de seguir con esa conversación. Ella suspiró suave, extendió una mano y, como si no fuera la loca extrovertida de siempre, me dio una sutil caricia en el antebrazo.

—Empecemos por lo importante, Julie —su tono de voz era tranquilo, pero preocupado al mismo  tiempo —. ¿De verdad sientes algo fuerte por él?

La pregunta se mantuvo en mi cabeza por largos segundos, bajé la mirada y me medio senté, apoyando mi espalda en el respaldo de la cama.

—¿Quieres que sea completamente honesta?

—Por supuesto... Porque tú estás saliendo con Bill y... ese idiota con la tonta de Rubí. ¿Qué es eso de andar besuqueándose a escondidas, Juliette? Yo sé que pasó algo entre ustedes... Pero no es excusa. Es bajo hasta para ustedes.

—No me regañes, Liz —me cubrí la cara con ambas manos, tratando de mantener la calma en lo que ella volvía a suspirar.

—Entonces dime qué pasa realmente...

Otra vez se hizo una pausa en lo que me frotaba el rostro y tomaba aire.

—Es... tan difícil todo —comencé diciendo con la mirada baja —. Con Tom... es simplemente algo que no —hice una pausa —. Algo que no puedo controlar, Liz. No sé qué diablos me pasa cuando ese estúpido está cerca.

Ella me miró sin decir nada, solo levantó una de sus manos y me acarició el cabello con ternura. Fui allí cuando sentí que quizás la pelirroja podía entenderme, que podía ser honesta con ella.

—¿Y cuál es el problema?

—No quiero que sufra Bill... Tom tampoco quiere así que...

—¿Así que ambos reprimen lo que sienten solo para cuidar los sentimientos de Bill, pero aún así le mienten descaradamente y se comen a escondidas? —sus palabras me dejaron con la boca abierta, sintiendo una incomodidad en el pecho al darme cuenta de que cada una de ellas era cierta.

—Pero Liz...

—Es que es eso lo que están haciendo. Supuestamente no quieren lastimarlo, ¿pero cómo quedaría él si hubiera sido el que los encontrara ayer en mi lugar? No tiene ni un poco de sentido para mí, Julie. No debería tenerlo para ti tampoco. Solo están viviendo una relación de mentira.

Suspiré llevando una mano hasta mi frente, sentía que podía colapsar en cualquier momento.

—No sé qué hacer.

—Habla con Bill —soltó Liz sin pelos en la lengua —. Dile lo que pasa. Lo que realmente te pasa ¿Romperás su corazón? Quizás, pero ¿por qué romper el tuyo en su lugar? No creo que haya nada más importante que ser honestos. Sé honesta con él  y si de verdad te quiere, agradecerá mucho que le digas. No te guardes lo que sientes, tonta. En la vida estamos para cagarla, a fin de cuentas... Todos vamos a morirnos.

Se encogió de hombros mientras yo no le quitaba la mirada de encima, un tanto pasmada por lo que acababa de escuchar. Había sido tanto que me quedé sin palabras, pero no fueron necesarias cuando Liz extendió sus brazos y me abrazó con tanta ternura que solo me deshice allí, buscando consuelo en ella, sonriendo un poco al sentir que algo de razón tenía, que por más difícil que fuera, decirle todo a Bill me aliviaría.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora