Capítulo 23.

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Mi mirada y la de Fiorella se conectaron por unos segundos, ella parecía un tanto descolocada, pero cuando oí los gritos de reclamo de Rubí junto  con la voz un tanto irritada de Tom intentando calmarla, fue cuando tomé a mi amiga por el brazo para comenzar a caminar. Esta no se opuso.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó con ese tono de voz que ya conocía, ese que aparecía cada maldita vez que Tom hacía o decía algo de lo que Fio se percataba. No le solté el brazo y seguí caminando a paso rápido, estaba empapada, molesta y no tenía ganas de seguir aclarando la estúpida situación que parecía ya ser obvia.

—Nada, los chicos las estaban buscando —murmuré con tranquilidad sin siquiera mirar hacia su lado cuando esta se detuvo y se soltó de mi agarre. Yo no me detuve.

—¿Estás con los dos? —fue su pregunta, esa que me hizo sentir escalofríos en la espalda. Solo allí paré en seco, girando despacio hasta verla. Fiorella traía la mirada molesta, el ceño fruncido y una mueca de incredulidad en los labios.

—¿Comenzarás a hablar mierdas? —hablé rápido, poniéndome a la defensiva sin siquiera darme cuenta.

—No es justo lo que le haces al pobre chico —siguió esta, pero avancé rápido hasta donde estaba, parándome a centímetros de ella.

—Por favor, Fiorella. Cierra la boca. No estoy con Tom —otra vez susurré, asegurándome de que nadie cercano pudiera oír nuestra conversación. Fiorella tomó aire, rodó los ojos y finalmente suspiró.

—Acabo de ver una discusión de pareja ¿Me vas a decir que estoy imaginando cosas ahora? —sentí ganas de callarle la jodida boca de un manotazo, pero simplemente me volteé dispuesta a irme, dándole la espalda.

—¿Y qué si estoy con los dos?— pregunté esta vez, sintiendo mis manos temblar cuando sentí los pasos de Fio en mi espalda, donde me tomó con algo de fuerza por el antebrazo.

—No serías capaz...

—¿Y qué si lo soy, Fiorella? ¿Qué pasa? ¿Qué pasa si quiero estar con ambos? ¿Correrás a contarle todo a Bill? ¿A Tom? No porque seas mi —hice una pausa —supuesta amiga significa que debes entrometerte en cada una de mis cosas —me solté del agarré sin brusquedad, solo mirando los ojos de la castaña quién parecía estar asombrada de mi respuesta.

—Quiero a Tom, es la maldita verdad. Quiero a Tom y no entiendo por qué simplemente él... No se fija en mí. Me conformaría al menos con un estúpido beso, pero...—dijo esta, sosteniendo mi mirada con esa expresión seria de antes, como si otra vez volviera a ser la idiota que peleaba por la atención de un chico. Tensé la mandíbula y hablé para interrumpirla:

—Pero él no te quiere a ti. Escúchame bien, Fio. Sé que nos conocemos hace poco y ya me está quedando claro que pones a un chico por delante de tus amistades —miré por sobre su hombro, apuntándole hacia más allá con el mentón —, pero el chico que ves por allá discutiendo con la rubia no quiere a nadie. Lo mejor que pudo pasarte es no llamar su atención.

Fue suficiente para mí, puesto que apenas solté aquellas palabras, Fio solo se mantuvo en silencio con la mirada entristecida, mirándome fijamente mientras solo negué con la cabeza y comencé a caminar hacia la cabaña. 

—Eh, Julie. ¡Julie!— pestañeé y caminé rápido al oírlo, pero no pude evitar mirar de reojo por sobre mi hombro hacia atrás, viendo como Tom pasaba casi corriendo por el lado de Fio, solo esquivándola para tratar de acercarse a mí.

Sentí un pinchazo de culpa en el pecho al ver la expresión de la castaña, quién solo miraba la escena como si de verdad le costara entenderlo. Tragué saliva y caminé más rápido, ignorando los llamados del de rastas quien en pocos segundos ya me había sujetado por la mano.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora