Capítulo 27.

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Día treintaicuatro: Jueves.

Las cosas estaban demasiado extrañas. Por un lado, todo parecía ser felicidad para los chicos. Su canción había sido más que bien recibida por todo el campamento y, como Bill nos había contado esa mañana, Tom había subido la grabación de Monsoon a Internet. No supe si a YouTube, TikTok o Facebook. No tenía idea, solo supe que también estaba teniendo buen recibimiento en redes sociales, que las personas estaban compartiendo el video de la presentación, que estaban teniendo muchos likes y muchas vistas. Pero por otra parte, la amarga noticia que Tom me había soltado la noche anterior me tenía con un malestar en el estómago, ni siquiera había podido desayunar o almorzar, ni un vaso de agua me pasaba al saber que probablemente se irían del país. Pero... ¿Qué pasaba si solo era una tonta broma de Tom? O una manera de castigarme o hacerme sentir mal por todo lo que estaba ocurriendo. De igual forma, esa tarde teníamos actividades libres, por lo tanto nuestra supervisora nos aconsejó disfrutar de alguna actividad en grupo debido al poco tiempo de campamento que nos quedaba. Aunque la idea principal fue de Bill. Pasar la tarde y algo de la noche junto a una de las fogatas más al centro del bosque, solo nuestro grupo de amigos.

—¿Fiorella irá? —pregunté con un tono neutro, mirándome en el espejo para asegurarme de que mi delineado se viera bien. Nadie creería en lo que me había convertido en ese campamento.

Liz soltó un suspiro, sentándose en la cama para segundos después echarse hacia atrás.

—Sí, no la entiendo. Dice que odia a Tom, pero allí sigue buscando oportunidades para pasar tiempo con él.

Resoplé en voz baja.

—Quizás solo quiere que todo vuelva a la normalidad —dije, tratando de evitar pensar en más cosas malas respecto a Fiorella.

—No lo sé. Le dije que si quería me quedaba aquí con ella, pero insistió en que debíamos ir —me respondió ella con evidente cansancio. Sabía que debía ser un tanto agotador, puesto dividía su tiempo en pasar tiempo con nosotros, Gustav y ahora Fiorella, quien todo el tiempo intentaba excluirse. Era lamentable.

Justo cuando iba a responderle, Fio entró a la cabaña. Últimamente la compartíamos solo las tres, puesto que Rubí había pedido cambiarse por problemas personales. Fue lo mejor para todas.

—¿Interrumpo? —preguntó la castaña con voz tranquila, pero Liz y yo solo nos encogimos de hombros para restarle importancia a la conversación. Ninguna quería más problemas.

—¿Ya nos vamos? Seguro los chicos ya están allá —la pelirroja cambió de tema y aunque quise responderle, las palabras simplemente no salieron y solo pude comenzar a caminar hacia la puerta, donde para sorpresa de todas, Bill se encontraba de pie a punto de golpear.

—Oh, vaya coincidencia —dijo el pelinegro al verme, agrandando su sonrisa.

No evité sonreírle de vuelta, aunque claro, recordando las palabras que su gemelo me había dicho la noche anterior. ¿De verdad Bill sería capaz de marcharse sin avisarme? ¿Sin decirme palabra alguna? ¿Sería yo solo un tonto amorío de campamento para él? De ser así... Bien merecido lo tendría. Había actuado como una estúpida con él. Estaría pagando mi karma.

—¿Por qué traes esa cara? — habló otra vez, llevando una de sus delicadas manos hasta mi mejilla para así acercarme a su rostro y dejar un beso delicado sobre mis labios, a penas y un roce cuidadoso.

—Bill... —alcancé a susurrar, pero los pasos a mi espalda me devolvieron a la realidad.

—Pueden guardar los besos para después, Gustav seguro ya me está esperando para encender la fogata y nosotros aquí perdiendo el tiempo —mencionó Liz al comenzar a empujarme con gracia, haciendo que Bill y yo soltáramos una risita mientras Fio caminaba sin decir ni una palabra.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora