Capítulo 14

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Día quince: Sábado.

— Recuerda llevar ropa para la noche. En la excursión pasada nos cagamos de frío.

—¿Nos cagamos? ¡Tú fuiste el único tonto que no llevó nada abrigado! —se quejó Gustav.

Me cubrí la boca para disimular la risa suave que se me había escapado al oír la conversación de la cabaña de los verdes. Georg y Gustav estaban terminando de preparar su bolso para la excursión mientras Fiorella, Liz y yo los esperábamos fuera de su cabaña. Bill al parecer todavía no terminaba, y me negué a esperarlo fuera de nuestra cabaña como mis amigas querían. Sentía que... quizás podía parecerle más intensa de lo que de verdad era y lo que menos deseaba era abrumarlo. Menos después de nuestro primer beso. O primeros besos, mejor dicho.

—¿Alguien ha visto mi puta gorra blanca?—se oyó la voz de Tom en el interior. Casi como por acto de reflejo, retrocedí y puse mala cara, haciendo que mis dos amigas me miraran antes de rodar los ojos. Al parecer se habían puesto de acuerdo para joderme.

—¿Qué? —las interrogué en voz baja mientras Liz tomaba la iniciativa y se acercaba más a mí.

—Creí que eso de llevarse mal con el idiota de Tom se había quedado una semana atrás —dijo ella, buscando mi mirada. Simplemente suspiré.

—No lo odio, pero tampoco lo tolero. Me cuesta —dije con sinceridad para que luego Fiorella hiciera una mueca con su boca.

—Es el hermano de tu novio —dijo esta sin siquiera intentar reprimir esa sonrisita molestosa que las dos hacían cada vez que me hablaban de Bill. No pude evitar sonreír. Liz me dio un empujoncito amistoso.

—Te digo que estoy haciendo un esfuerzo por no quitarle las rastas a golpes —comenté con gracia, haciendo reír a las dos chicas a mi lado. Estábamos justo en las escalerillas de la cabaña del grupo 7, donde dormía Georg, Gustav, Tom y un chico al cual no veíamos mucho, Nick. Un tipo de dieciséis con un par de tatuajes y piercings que parecía no hablar con nadie.

— Tienes como veinte gorras blancas ¿De cuál estás hablando ahora? —se escuchó a Georg nuevamente y suponiendo que todavía les faltaba empacar demasiado, me quité la mochila y me senté en las escaleras. Mis amigas hicieron lo mismo, quedando con la visión perfecta para ver el resto de las cabañas.

Miré la nuestra, específicamente la puerta de la habitación de chicos para ver como Daniel y Matt salían, haciendo que mi corazón diera un brinco al creer que era Bill. Habíamos estado juntos en el desayuno, sí, pero todo parecía ser una especie de sueño... Sentía que despertaba cuando no estaba con él. Por eso necesitaba confirmar constantemente que no había sucedido en mi cabeza, sino, que realmente él y yo teníamos algo. Mi primer algo.

—¿Y esa sonrisa de enamorada? —preguntó Liz, volviendo a darme de esos empujoncitos característicos de ella. 

Me encogí de hombros sin contradecirla, después de todo, cada una de mis sonrisas eran para y por Bill Kaulitz.

— De verdad te gusta ¿No es así? —habló ahora Fiorella, la cual estaba sentada a mi otro lado.

Giré la cabeza en su dirección para verla directo a los ojos, como si con aquello le dejara claro que hablaba con completa sinceridad.

— Sí —confesé antes de tragar saliva —. Nunca... me había gustado tanto alguien.

'Awwww' se oyó por parte de ambas y no evité darle un par de golpes de broma a ambas, siendo interrumpidas por la puerta a nuestras espaldas. Miré hacia atrás por sobre mi hombro y me topé con la imagen de Tom junto a Georg y Gustav, este último pareció animarse más de la cuenta cuando vio a la pelirroja, quien no demoró en levantarse para ir casi corriendo a los brazos del chico. Qué fácil lo hacían ver. Una pareja de chicos sin miedo a mostrar interés. Sin miedo a nada. Solo pude sonreír con ternura.

𝙰́𝙲𝙸𝙳𝙾 (+18) 𝗧𝗼𝗺 𝗞𝗮𝘂𝗹𝗶𝘁𝘇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora