Capítulo 10.3

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—¡¿Qué estás haciendo?!

—Voy a marcarte.

Su voz sonaba como si estuviera hablando en sueños.

—Hace mucho tiempo que me marcaste.

—Soñabas con ese bastardo.

Los ojos de Jeong Jihyeok de repente brillaron como una serpiente. Hace 7 años, cada vez que su cara sobresalía a través de su apariencia tranquila, resonaba un grito aterrador.

—Puede que hayas estado muy enfadado conmigo en el pasado, pero también estoy teniendo mucha paciencia ahora mismo. Incluso si tolero todo lo demás, no puedo soportar que te involucres con ese bastardo.

—Nunca he hecho eso. Solo tuve un sueño...

—No puedo permitir que le des tu corazón. Ni siquiera que lo mires. Solo debes mirarme.

Sentí un escalofrío por la voz de Jeong Jihyeok. Percibí su deseo de atarme a la fuerza si no lo miraba solo a él.

Jeong Jihyeok se subió encima de mí. Su feromona presionaba mi cuerpo. Me aprisionó como una serpiente, enrollándose a mi cuerpo y haciendo incapaz de moverme.

¿Cómo puedo escapar de él? Estaba asustado. No por la sanción.

Lo que daba más miedo que el dinero era mi propio corazón. Perdoné a Jeong Jihyeok hace 7 años. Traté de entenderlo soportando su desprecio tratándome como un vulgar Omega, tolerar que tuviera sexo con otras personas, intenté soportarlo y entenderlo por mi hijo. No, yo tenía excusas, pero al final no pude romper mi amor por él, así que dudé.

Así como entonces fui sacudido por el amor, tenía miedo de que esta vez fuera sacudido por la marca. Tenía miedo de perdonar nuevamente a Jeong Jihyeok y adaptarme a la situación, así que tenía miedo de mí mismo.

—Me pediste que te hiciera dormir.

La mano de Jeong Jihyeok se posó sobre mi pecho.

—¿Sentiste tanto dolor? ¿Hasta el punto en que sientes que te estás muriendo y muriendo, una y otra vez?

—...porque soy un ser humano.

—¿Está muerto? Tu corazón.

—Sí...

—Si revivo este corazón, ¿puedes venir a mí?

—...lo que quiero es libertad. Estoy tan cansado de una persona llamada Jeong Jihyeok.

Se inclinó y volvió a morderme el cuello.

—Finjamos que no se habló de deducir 10 millones de wones cada vez que tuviéramos sexo. Yo sólo quiero abrazarte y darte ramos de flores.

—... ¿Qué vas a hacer entonces? No me dejarás ir, ¿verdad?

—Curarme.

—¿Qué?

Fue algo inesperado de decir. ¿A qué se refiere?

—No me he sentido bien. Así que por favor quédate conmigo hasta que mejore. Si no hay ningún cambio en tu corazón entonces, me rendiré limpiamente.

—¿Vas a divorciarte de mí y liberarme de tu marca?

—Sí.

Él asintió limpiamente. Algo me rondaba por la cabeza cuando dijo que me daría la libertad que tanto deseaba.

—¿Cuándo vas a mejorar?

—¿Porqué me preguntas eso?

—¿Qué?

M. P. C. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora