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"Estás muy bien, Kaulitz".

Volteé rápidamente la mirada al sentirme observaba.

Y al hacerlo, me encontré con aquellos brillantes ojos.

Tom sonrió.

No podía creer lo que veía.

Él jamás sonreía y ahora sí lo hacía.

¿Pero qué diablos ocurre con el mundo estos días?.

-Kaulitz está sonriendo.

Le informé a Lily.

-Bromeas...

Me musitó observándole de reojo.

-Oh por Dios, ¿Dónde está la cámara escondida?.

Me reí.

-Eres una estúpida.

Le volteé para verle a ella.

-Tom jamás sonríe.

Georg dijo dándole una mordida a su sándwich de atún.

-Es increíble que lo hiciera.

-Lo sé...

Me dí la media vuelta para ver a Tom, pero éste ya no se encontraba allí.

Mierda.

¿Qué ha ocurrido recientemente?.

-Adiós chicos, debo ir a clase.

Me despedí.

-Luego hablamos, Lily y Georg, buena suerte el Viernes.

-Gracias, hasta pronto Emma.

Me habló Georg.

-Bye.

Lily dijo.

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Hice lo de siempre.

Quitar mis libros de texto del casillero, dirigirme al aula correspondiente y tomar asiento en uno de los bancos disponibles.

Él profesor entró al aula número once.

-Muy buenas tardes estudiantes.

Me saludó él.

-Buenas tardes...

Le dije sin interés alguno al igual que los demás.

-Tengo buenas noticias.

Me dijo mientras situaba sus libros y cuadernos sobre el banco capitán.

Cambiaré de asientos en mi clase, ahora no podrán estar con sus amistades y charlar toda la clase. -abucheamos. -Tendrán que retirar un pequeño papel de ésta cajita azul, donde estará el apellido de alguno de ustedes. -Tomarán sus cosas y se dirigirán donde el alumno o alumna que les haya correspondido.

Persona por persona fué levantándose y tomando un papel.

A algunos les gustó con quien les tocó, mientras que otros simplemente odiaron esto.

-Señorita Parker, su turno. -avisó él profesor.

Bufé y con pereza me dirigí a la absurda cajita.

¿Cuál era el fin de todo esto?.

Tomé el primer papel que encontré, para luego, leerlo.

Mierda.

Esto debe ser una trampa.

-¿Apellido de su acompañante de banca?.

Me cuestionó el maestro.

-Agh, Kaulitz, Tom.

Le dije enfadada.

-Bien, prosigamos. -habló él.

Dí la media vuelta con mis dientes apretados y tomé mis cosas para dirigirlas a un lado de Tom.

Ni si quiera había notado su presencia en el aula.

Me dejé caer pesadamente sobre la silla.

-Bien chicos, deben abrir su libro de texto en la página: 69 y responder el corto cuestionario de cinco preguntas de abajo. -Luego, deberán comparar sus respuestas con la persona que tengan de compañero de banco.

¿Es enserio?.

Ok, si que es un complot contra mi.

-¿Tienes tu libro?.

Le pregunté a Tom.

-Pues claro que sí. -No soy un tarado, Emma. -dijo enfadado.

Contesté lo que debía en silencio.

Ya tenía todo listo, pero ahora venía la peor parte del complot.

Comparar mis respuestas con él.

-¿Quieres comparar nuestras respuestas?.

Le cuestioné algo fría.

-No.

-¿Oirás la mía?.

-No.

-¿Por qué sonreíste en la cafetería?.

-Cosas mías.

Tom se tornó más frío que un hielo.

-Eres insoportable.

Le dije con furor.

Cerré mi libro con fuerza, haciendo que mi extremidad izquierda rozara con la derecha de Tom.

Una extraña sensación recorrió mi cuerpo.

Era agradable y desagradable al mismo tiempo.

Pero, ¿Por qué ocurría esto?.

Emma cerró fuertemente su libro, y gracias a sus bruscos movimientos, nuestras extremidades rozaron y un montón de sentimientos recorrieron mi organismo.

Mierda.

¿Qué diablos está ocurriendo contigo Tom?.

Primero lo de la cafetería y ahora esto.

Estás muy bien, Kaulitz.

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𝘀𝗶𝗰𝗸𝗹𝘆 𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora