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"Fué solo un golpe".

-¡Hey, Emma, alto!.

Gritó él a mis espaldas, lo ignoré y continué con mi camino, pero sentí su tacto en mi mano derecha, su mano estaba fría y Tom tiritaba.

-Por favor...

-No quiere hablar contigo Kaulitz.

Le dijo Austin acercándome más a él.

-No es tu problema.

Me contestó Tom frío como el hielo.

Ahora la pregunta era, si fueron amigos en un pasado y Tom cambió, superó todo.

¿Por qué no lo son nuevamente?.

-Ella no quiere estar y hablar contigo. -repitió.

-¿Quieres arrebatarme a otra persona más que amo?. -preguntó Tom en un hilo de voz. -¿Qué?.

-¡Hey, basta!. -exclamé liberándome de ambos. -Haré lo que quiera, es mi vida. -dije dura mientras me iba. -Oh, y otra cosa. -me volteé. -No soy un juguete. -Austin, gracias, pero poseo una boca que puede decir todo lo que necesite, no necesito a alguien que lo haga por mí.

-Y Tom... -suspiré mientras sentía las lágrimas caer. -He caído en todas y cada una de tus estúpidas falsas promesas... ahora no caeré en una más, piérdete.

Fué lo último que dije, ya que luego de eso, bajé rápidamente las escaleras y comencé a caminar sin rumbo alguno al salir.

¿Por qué mintió?, ¿Por qué soy una estúpida?, ¿Cómo no lo ví venir de Tom?.

Me odiaba a mi y a ellos en estos momentos.

¿Es tan difícil comprender que no quiero perder a alguien más en mi vida?.

Algunos dirán que es exageración, pero para mí no lo es, aquellos que lo dicen no saben nada de lo que ocurre en mi vida.

Me duele cada vez que alguien libera lágrimas, me duele perder a alguien en mi vida, preferiría mil veces fallecer por ellos.

Me lastima que oculten la verdad y más si es él quien lo hace.

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Llegué a casa y automáticamente giré mi vista al reloj, marcaba las 12:05 am, había tardado una eternidad en todo el trayecto caminando hasta mi hogar.

Me dirigí a las escaleras y con lentitud las subí, todo permanecía en obscuro y no se oía sonido alguno.

Entré en mi habitación y prendí la luz, mis ojos pesaban y mis mejillas se encontraban mojadas con lágrimas que no querían parar de salir.

Divisé, a distancia, un corta cartón y la idea más estúpida vino a mi mente.

Cortar mis venas.

Me acerqué a éste y lo tomé entre mis manos temblorosas, cortarlas sería el único escape de mis problemas, mentiras...

Todo.

Lo acerqué a las venas de mi muñeca y cuando estuve a dos segundos de hacerlo, lo tiré.

Cortar mis venas no solucionaría nada, solo traería más problemas.

Es cierto, muchas chicas lo hacen, pero me pregunto si han pensado en que hay personas a su alrededor que las aprecian, gente que realmente las ama y no están enteradas.

Oí que alguien golpeaba repetidas veces mi ventana que daba a la terraza, tomé un libro y me acerqué con dudas a ésta y la abrí, cerré mis ojos y golpeé con todas mis fuerzas a la persona del otro lado.

-¡Mierda!.

Me exclamó el individuo, con rapidez abrí mis globos oculares y quedé perpleja al ver de quién se trataba.

-¡Diablos, lo siento!. -me disculpé. -Creí que eras un ladrón o algo por el estilo.

-Descuida, es mi culpa... -sonrió sobando su frente. -Por cierto, siento todo lo que ocurrió allí, yo solo quise...

-No te preocupes. -lo interrumpí y quité su mano de donde le había golpeado. -Soy una estúpida, esto dejará un morado, es más, ¡Sangra!.

Le dije acariciando su frente.

-No exageres. -rió. -Fué solo un golpe.

-Eso no importa. -dije mientras tiraba de su brazo para que se adentrara a la habitación. -Toma asiento sobre mi cama.

Le ordené mientras buscaba algunos artículos de enfermería.

-Eres idéntica a como eras de pequeña...

Dijo con voz tierna, volteé y lo encontré observando una de mis fotografías enmarcadas donde estábamos mamá, papá y yo.

-¿Poseo rostro de bebé?. -reí.

-Sí. -rió. -Además, aún eres muy linda. -sonrió.

-Basta, no lo soy... -reí nerviosa. -Austin...

-¿Sí?.

-¿Qué ocurrió con Tom?, ¿Se encontraba bien?. -cuestioné impaciente.

Mi enojo perduraba, pero aún así me preocupo por él.

-No lo sé, fuí tras de tí cuando te marchaste, pero no logré encontrarte.

-Lo siento... -susurré. -Levanta tu rostro.

Obedeció y comencé a deslizar el algodón con algo de alcohol sobre su herida, de vez en cuando hacía muecas de dolor, pero rápidamente las quitaba.

-Emma... -susurró.

-Dime.

Le dije mientras guardaba el alcohol junto con el algodón.

Sentí el tacto de su mano contra la mía y me volteó para dejarme, justamente, observando directo a sus ojos.

Brillaban, pero no eran como los de Tom.

-Hay algo que h-e qq-uerido hacer desde que lleg-ué...

Dijo invadiendo mi espacio personal, su respiración chocaba contra mi nariz.

-¿Q... Qué?...

Susurré nerviosa mientras él, solo se acercaba cada vez más.

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𝘀𝗶𝗰𝗸𝗹𝘆 𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora