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"Hojita".

-¿Es cierto que tú y Tom están saliendo?.

Me cuestionó Lily desde la otra línea.

-Sí.

Le formé una forzada sonrisa.

-¿Ocurre algo?, no te oyes muy feliz.

-No, no ocurre nada... -dije en un hilo de voz, había llorado toda la maldita tarde. -¿Cómo están Georg y tú?.

-¡Muy bien!, definitivamente es el amor de mi vida. -dijo enamorada.

-Me alegro, debo cortar, adiós. -me despedí.

-Hasta luego, cuídate. -dijo ella y corté.

Llevé ambas manos a mi rostro, y lo oculté entre éstas.

Las diminutas e invisibles gotitas que creía expulsadas de mi cuerpo, aumentaban cada vez más, gracias a Tyler.

¿Por qué debí relacionarme con él?.

Sólo...

Necesito una respuesta lógica a esa pregunta.

¿Por qué?, estúpido destino.

Tyler enviaba mensajes, nada más que eso, pero eran diarios y cada vez más temor había dentro de mi cuerpo.

Cuando todo está bien, ya nada es problema y estás muy feliz con tu novio.

Todo empeora gracias a mensajes, mensajes horribles enviados por mi ex novio.

Tomé mi bolso y dejé el teléfono celular tirado sobre la cama, disfrutaría ésta tarde con mis amigos, nada o nadie podría arruinarla.

Gracias a estos malditos mensajes han llegado a mi celular, tuve que dejar el hospital, no vería más aquellos dulces rostros de los pequeños y el alegre de Sarah.

Desde eso han transcurrido cuatro días, cuatro miserables días de lágrimas, pero junto a Tom.

Todo es diferente, debo ocultar todos mis sentimientos para que no se enfade como la última vez.

Dejar que crea que todo está bien, es lo correcto.

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-¡Emma!.

Oí la voz de Maggie a escasos metros, levanté la mirada y venía corriendo hacia mi.

-¡Hasta que llegas!, falleceré de anorexia.

Ella bromeó haciendo una divertida voz, reí.

-Los chicos se encuentran en la heladería, comprando los helados. -sonrió.

-Ok. -fingí una sonrisa, pero pareció creíble para Maggie.

-Vamos. -dijo ella corriendo a nuestro destino, la heladería.

Le seguí, pero caminando tranquila, no quería sudar y perder más agua de mi cuerpo, un poco más y soy el desierto del Sahara.

-Hola...

Le saludé al entrar a ésta.

-¿Vas Happenin?.

Habló Gustav, sus típicas palabras, hace mucho no las decía.

-¡Sistah!.

Exclamó Bill acercándose a mi rápidamente, para luego, darme un cálido abrazo, si que lo necesitaba.

𝘀𝗶𝗰𝗸𝗹𝘆 𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora