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"Ru-mo-res".

El timbre sonó, indicándonos que debíamos abandonar el aula y salir a receso.

Tomé mis libros de texto y me dirigí a los casilleros grisáceos junto a Lily.

-¿Por qué le temes a Kaulitz?.

Le solté repentinamente.

-Porque ha acabado con la vida de muchas personas.

-Lily...

Le suspiré mientras cerraba la puerta de mi casillero con fuerza.

-Deja las bobadas como esas de lado. -Son, únicamente: "Ru-mo-res".

Le separé en sílabas.

-¿Cómo sabes que lo son?. -Tan solo observa su apariencia y su constante ceño fruncido.

-¡Basta de estupideces!. -grité. -Aburres mi día hablando de él siempre y de sus falsos cometidos. -¿Podrías pausar algún momento?.

Fruncí el ceño y alboroté muy poco mi cabello.

-Pareciera que estás perdidamente enamorada de él.

-¿Qué?, estás loca. -¡Que terror!, ha abusado sexualmente de chicas, para luego, hacerlas fallecer. -Así...

-¡Cállate!.

Le grité.

-Si no quieres creer todo lo que te estoy diciendo, no lo creas. -Adiós Emma.

Ella musitó mientras se alejaba indignada.

¡Diablos!.

¿Jamás dejará los absurdos rumores de lado?.

Son más falsos que el cuerpo de Madonna.

Dí la media vuelta y me estrellé contra un torso fuerte, pero cálido.

Estuve a punto de caer y cerré los ojos, en cuanto sentí una mano en mi cintura.

Abrí lentamente los ojos y me encontré con los de él.

Tenían un brillo único y de un hermoso e intenso color café.

Nunca antes había notado sus ojos.

Tom tenía unos globos oculares que te dejaban hipnotizada y atrapada dentro de ellos, como un laberinto.

-Ahm...

Le logré articular, volteando la mirada.

Todos nos observaban atentos.

-Eh, disculpa.

Me soltó y recuperé el equilibrio.

-G... -Gracias.

Me ruboricé para luego dar la media vuelta.

𝘀𝗶𝗰𝗸𝗹𝘆 𝘀𝘄𝗲𝗲𝘁 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora