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"¿Quieres ser mi novia?".
-Ábrelos.
Oí su lenta y grave voz.
Abrí mis ojos, y al momento de hacerlo, me encontré con un hermoso lugar.
Éste, poseía un lago al lado, la luna se reflejaba allí, haciéndolo brillar.
A su lado, se encontraba una mesa oculta bajo un mantel blanco, dos copas de vidrio, servilletas, dos platos claros con comida en éstos y algo de beber.
-No lo puedo creer...
Le dije llevando una de mis manos hacia mis labios.
-Pues créelo.
Dijo él rodeándome con sus extremidades desde atrás, apoyó su mentón en mi hombro.
-Porque todo lo que está aquí, es especialmente para ti, para nadie más...
Me susurró tierno.
Volteé mi cabeza un poco y ahí estaba Tom, con sus perfectas facciones del rostro.
Todo él era perfecto.
Dirigió su mirada a mis labios y luego se acercó aún más a mí, para así, unirnos en un suave beso, deseado por ambos.
-¿Comemos?.
Me dijo él sobre mis labios.
-Claro. -sonreí.
Nos acercamos a la mesita situada en medio y él se adelantó a correr mi silla hacia atrás, sonreí en forma de agradecimiento y tomé asiento en ésta, luego, al subir la mirada, Tom ya se encontraba frente a mí con una sonrisa.
-Está exquisito. -dije mientras comía. -¿Tú cocinaste?.
Le sonreí y él rió.
-No, no estoy hecho para la cocina. -sonrió.
-Con mucha suerte, sé calentar el espagueti, soy mucho peor que tú en ésto. -reí.
-Vale, tu ganas. -carcajeó.
De un momento a otro, una bella melodía se hizo presente donde Tom me había llevado.
Era lenta y suave, agradable a mis oídos.
-¿Bailas?.
Me dijo poniéndose en pie y extendiendo su mano izquierda.
-Jamás eh bailado.
Le confesé riendo.
-Yo te guío. -sonrió.
-Está bien.
Le devolví la sonrisa y tomé su mano, Tom con un movimiento rápido, hizo que mi cuerpo quedase pegadito al de él y al instante, logré sentir su calmada respiración.
Bailamos un buen tiempo, entre risas y miradas coquetas entre ambos.
-¿Tienes frío?. -cuestionó él.
-Sí.
Confesé con una ligera risita.
-Ten. -dijo Tom quitándose el saco que traía sobre el cuerpo.
-¡Alto!, no quiero que, por mi culpa, tu sufras frío.
Le dije impidiendo que lo quitara de sí.
-Descuida, no tendré frío mientras tu no lo tengas Emma. -sonrió.
-Pero...
-Ten. -lo situó sobre mis hombros y luego yo adentré mis brazos en las mangas, era muy grande.
-Eres un mutante. -reí.
-Tú eres la pequeña de 1.60. -sonrió.
-Cállate. -ordené entre risas.
-Vamos, aún hay una sorpresa más.
-¿Sí?.
-Si. -sonrió dejando a la vista sus blancos dientes.
Nos dirigimos a un hermoso árbol de cerezo que se encontraba allí y tomamos asiento bajo éste.
-"Disfruta de la vida junto a alguien querido al máximo, recuerda que tiene fecha de vencimiento".
Leyó en voz alta y me sonrió.
-Eso hago. -sentí como un intenso color rojo se apoderaba de mis mejillas, mordí mi labio inferior. -¡No hagas eso!. -exclamó.
-¿Qué cosa?. -cuestioné confundida.
-No muerdas tu labio inferior... -¿Sabes lo que causa en mí eso?. -sonreí.
-No.
-Vuelves un nudo mis pensamientos y hormonas. -reí.
-¿Qué?, tú sonríes, estamos a mano, ¿No?. -sonreí.
-Ok... -susurró con su mirada hacia otro lugar, curvando sus labios en una sonrisa. -¿Qué dice la tuya?.
Tom giró su cabeza y me quedó mirando directamente a los ojos, de nuevo.
-Ahm...
Y tomé la galleta en mis manos y la abrí, el papelito salió o más bien, cayó al suelo.
-¿Quieres ser mi...
No hablé más, no podía creer lo que decía, era... imposible.
No bastó con leerlo una vez, debí leerlo aún más veces para creerlo.
-¿Quieres ser mi novia?.
Dije en voz alta, le miré incrédula y él, nada más sonrió dulce.
-¿Y bien?.
-¿No, no es un sueño?.
Susurré, es que ésto no podía ser verdad.
Y rió.
-No lo es.
-Yo...
Sentí como Tom se levantaba de mi lado y quedaba frente a mí, con esos penetrantes ojos cafés que tanto amaba.
Sonreí, sonreí como jamás lo había hecho, estaba más feliz que nunca.
Salté de mi lugar y me tiré sobre él, haciendo que ambos cayéramos sobre el suelo.
Su melodiosa risa se hizo presente y yo uní nuestros labios en un lento y dulce beso, que, por falta de aire, se deshizo.
-¡Claro que quiero ser tu novia!.
Exclamé emocionada mientras le abrazaba y escondía mi rostro en su pecho.
-Emma... -susurró él a mi oído. -Emma, mírame.
Me ordenó.
-¿Sí?. -levanté la mirada, estaba segura de que mis ojos brillaban en ese momento.
-Quiero mi vida junto a tí...
Me corrió uno de los cabellos que se escurrieron por mi rostro hasta tras mi oído.
-Te amo.
-Que curioso. -dije coqueta. -Deseo lo mismo. -sonreí. -Te amo.
Me sonrió nuevamente y yo le seguí, tomó mi mentón y acercó mi boca a la de él, para besarnos, por primera vez, como novios.
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