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            En la mente de Beatriz sólo había una sola cosa —o persona— y esa era Peter Quill quitando su playera para tirarla al suelo junto a su chaqueta. Peter Quill sosteniéndola por la cadera encima de los jeans. Peter Quill dejando besos por su cuello. Peter Quill.






Su corazón latía a mil por hora y en realidad no sabía qué parte de lo que estaba pasando lo ocasionaba. Quizá era la forma en que admiraba las pequeñas estrellas que decoraban su hombro o cómo le hizo recostarse en la cama luego de hacer desaparecer sus pantalones. Fuera una cosa u otra le gustaba todo de la situación. Desde el principio notó que Peter era del tipo que expresaba mejor las cosas físicamente y en ese momento lo confirmaba.






Estaba encima de ella con los brazos a sus costados para evitar lastimarla. En cierto momento la mano del rubio fue a la cadera de Beatriz acariciándole y bajando poco a poco hasta su pierna misma que rodeaba ya a Peter. Mentiría si dijera que no había pensando en tenerla así de cerca, sin nada que le impidiese tocarla por lo que no estaba desaprovechando la oportunidad.






Por su parte Beatriz estaba viendo estrellas. Más bien, sintiendo estrellas. No, flotando en las estrellas...era difícil poder concentrarse en una sola cosa cuando su novio estaba conociendo su cuerpo. Por lo general era tímida en cuanto a su físico, tenía muchos complejos a raíz de los comentarios de sus papás y personas con las que estuvo en el colegio pero todo eso quedó inválido con la simple forma en que le miraba. En verdad estaba haciéndolo. Para su sorpresa ni siquiera estaba nerviosa.






Tampoco lo estuvo cuando terminaron y miraban el techo metálico de la Milano.






—¿De verdad te diste cuenta que no era yo por mis botas?—preguntó casi en un murmuro.






Beatriz yacía recostada casi encima suyo; dejaba suaves caricias mientras mantenía la cabeza en el espacio entre su cuello y pecho. Peter tenía una mano detrás de su cabeza y la otra rodeándole por la cadera, jugando con el elástico de su ropa interior negra.







—Las botas fueron como mi tercera bandera roja—le siguió un poco extrañada por el tema. Pero que sin su comentario no sabría exactamente de qué hablar.






—¿Cuál fue la primera?






—Cuando el otro tú apareció frente a mí y Gamora...pues...ni siquiera me miró. Eres la única persona que siempre lo hace—se detuvo un momento—después hasta trató de coquetear con una mesera.






—Bueno, tenía que aprovechar mi encanto—Beatriz sonrió divertida—¿y...era linda?—se levantó para verle fulminante a lo que soltó una risa—sólo bromeo. Nadie se compara a la hermosa e inigualable Star-Girl.






Acomodó parte de su cabello suelto tras su hombro antes de levantarse un poco para besarla. Una sonrisa aparecía en sus labios al separarse sin poder evitarlo. No sabía que podía llegar a sonreír tanto hasta que conoció a Peter. Era uno de los tantos efectos que causaba en ella.






—Rocket dijo que copiaba parcialmente los recuerdos, así que creo que no sabía que soy tu novia—explicó mientras se sentaba en la cama para buscar en el piso algo que ponerse. 






—Eso tiene más sentido. Aunque si me borraran la memoria y te viera por primera vez de nuevo...¿qué haces?






De entre el desastre logró tomar la playera que Peter usaba de pijama y que por más que le decía que dejara en un lugar fijo terminaba lanzando al suelo.






star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora