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Peter y Rocket miraron hacia atrás al escuchar unos pasos con prisa acercárseles. Beatriz les alcanzó no tan pronto dieron vuelta en la esquina. Ya estaba oscuro y el alumbrado con luces amarillentas les guiaban. En la mano traía una sudadera de su hermana que logró tomar de la cajuela abierta en la cochera. 






—¿Todo bien?—le preguntó su novio preocupado.






—Claro, ¿porqué?—le sonrió como si nada aunque no siendo muy convincente. Dirigió su atención a Rocket—Rocky, ponte esto.







Algo dudoso tomó la prenda para analizarla: era de color azul claro y su suave textura fue suficiente para ponérsela. Lo que no sabía era que tenía estampado de Hello Kitty con diamantina en el área del pecho.  También un gorro. Todo esto con el propósito de camuflajearlo lo mejor que se podía. Peter apretó los labios para no reír al verle todo pequeño dentro de la sudadera que pese a ser talla 10 lo consumía.







—Oye, está suavecita—dijo acomodándose las largas mangas, dejándose ya puesto el gorro—¿tú de qué te ríes? Envidioso.







Se dio media vuelta para seguir caminando. En su espalda la leyenda "cutie pie" con rosa hizo que Peter se llevara la mano a la boca. Estaba que moría de risa. Beatriz sonrió mirándole. Todo sentimiento negativo de la discusión desapareció.







El Oxxo estaba cruzando la calle poco más adelante. Los ojos de Rocket se iluminaron al ver el letrero rojo y amarillo a lo alto. Entró corriendo al local vacío sin siquiera esperar a sus amigos que le seguían sin muchas ganas de caminar.






—¿Se te antoja algo?—preguntó Beatriz mirándole tras ambos estar bajo las intensas luces blancas. Él sonrió—¡de la tienda, Peter! Contigo no se puede, de verdad.






—Es que no especificaste—se excusó siguiéndole al fondo, a los refrigeradores—sabes que tengo una imaginación muy activa.







—¿Así le llaman a la calentura en el espacio?—sacó de una de las puertas de cristal una lata de refresco—qué modernos.







Peter negó riendo. Estaban en su propio mundo pero Rocket también. Se había encargado de tomar snacks a más no poder en su par de patas formando un buen montón para cuando se acercó a la cajera quien estaba demasiado ocupada en el celular para siquiera prestarle atención. Se puso de puntillas para dejar todo en el mostrador.







¿Es todo?







—Por ahora.







Bajó el celular para comenzar a marcar. Fue cuando un grito agudo hizo que Beatriz se cubriera los oídos estando detrás de su pequeño amigo. Tras agotarse el aire de sus pulmones los tres vieron como cayó al piso en un ruido sordo.







—Ups—dijo Rocket.







Beatriz se acercó para asomarse y asegurarse de que siquiera haya caído bien pero en el acto se dio cuenta de la cámara encima del estante de atrás.







—Ay, miren. Estaremos en un video de Dross para mañana a esta hora—llevó su mano al bolsillo trasero para sacar un billete de 500 que llevaba guardado en su mochila por días—quédate con el cambio. Y perdón.







Rocket metió la mayor cantidad de cosas en la bolsa de la sudadera, la otra parte fue cargada por Peter y Beatriz para después sentarse en la banqueta; ella abrió un paquete de gomitas que compartió con su novio. El más bajito metió la pajilla en una caja de jugo Boing del tamaño de su cabeza para después beber y descubrir a lo que sabía el mango —o si le preguntaban, el paraíso—. Uno que otro coche pasaba, una que otra persona. Ninguno con el suficiente interés para mirar la cara del mapache bajo el gorrito azul.







La castaña recargó su cabeza en el hombro de Peter observando el leve tráfico de un jueves por la noche.






—Quizá deberíamos irnos antes de que llegue la policía.






—¿Porqué? No hicimos nada malo.







—Eres un mapache parlante. Mejor no descubramos lo que harán cuando te vean—añadió Peter







—O lo que les haría a ellos, mejor dicho—soltó una risita que sólo causó confusión y preocupación en la pareja—vámonos que regreso por más.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora