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         Los ojos de Beatriz se abrieron en automático. Podía ver el estante de siempre iluminado tenuemente por la galaxia exterior. Tenía un sentimiento extraño, como si no hubiese despertado del todo, lo que oprimía su pecho. Giró bajo la manta topándose con el espacio que pasó años vacío ahora ocupado de nuevo.





Soltó un suspiro que alejó todo malestar físico y mental. Peter estaba allí boca arriba cubriendo parte de su rostro con el brazo derecho mientras el otro descansaba sobre su torso. La respiración subía y bajaba lentamente. Su semblante era tranquilo, suficiente para ser contagiada por ello.





En medio del silencio espacial le admiraba: cabello dorado revuelto a su manera. Largas pestañas. El pecho descubierto decorado por una cicatriz cerca de su clavícula. Todo estaba exactamente como lo recordaba. Se había valido ese tiempo post-Thanos de recuerdos que en cierto punto todo se volvía borroso en su mente. Pero ya nada de eso importaba.





Tras memorizar una vez más sus rasgos, se acurrucó descansando la cabeza por encima de su hombro acariciándolo al rodearle. Peter logró reconocer su tacto por lo que con una pequeña sonrisa y sin abrir los ojos unió sus manos además de juntar sus cabezas girando la suya un poco.





—¿Mal sueño?—murmuró.





—Más bien quería asegurarme de que tú no fueras uno—habló con un tono tan herido que aquellas palabras hicieron que despertara del todo.





—¿Un sueño puede hacer esto?





En un abrir y cerrar de ojos se dio la vuelta terminando encima de ella al mismo tiempo que la besaba repetidamente en el rostro hasta hacerla reír, contagiándose de su actitud en segundos. Por último besó su mejilla y la atención se centró en el anillo que colgaba de su cuello. El mismo que él tardó meses en encontrar.





—Tenía todo planeado—volvió a su parte de la cama recostándose de lado, cosa que ella imitó poniendo las manos bajo la almohada—mi propuesta sería digna de una canción épica de amor.





Hablaba con emoción pero también la desilusión de haber perdido la oportunidad estaba presente. Le hacía sentir extraña la forma tan especial con que se expresaba de una decisión así, de algo que los uniría formalmente.





—En ese caso, tenlo—se levantó un poco para quitárselo y entregarlo—así puedes hacerlo. Si es que aún quieres.





—¿De qué hablas? Por supuesto que lo haré. Y mil veces mejor que lo que ya tenía planeado—miró el anillo mientras ella volvía a ponerse la cadena con el dije de estrella que nunca dejaba de lado—es una promesa.





Mi amor—le llamó. Su voz se volvía ligeramente más aguda y suave cuando le hablaba en español, amaba escucharla de esa manera—me casaría contigo aún si me lo propones en medio de un bar Devastador o sobre tripas fluorescentes de Hutts.





—Pero eso no significa que merezcas una proposición así—Beatriz sonrió a medias, incrédula. Cosa que llegó a ofenderlo—sé que estuve lejos un buen tiempo y que no fue fácil para ti pero lo voy a compensar. Te haré la mujer más feliz de la galaxia.





—Ya lo hiciste.





—Si pero aún más feliz—insistió recargando la cabeza sobre su mano, levantándose de la almohada.





—No voy a ganar esta discusión, ¿verdad?—él negó apretando los labios.





—Sólo déjate querer, nena—le sonrió coquetamente posando la mano libre sobre su cadera medio descubierta.





Sólo usaba bóxers y una camiseta blanca de Peter. Sin la necesidad de previo aviso unió sus labios en un beso que no tardó nada en volverse más desesperado mientras su agarre pasaba lentamente bajo la suave tela, pero eso sí, con cuidado de no lastimar la herida que aún no cicatrizaba del todo en su costado.





—Te amo—le dijo en la primera oportunidad que tuvieron para tomar aire—demasiado.





Beatriz sólo sonrió antes de atraerlo otra vez dándole la indicación implícita de que subiera encima suyo, perdiéndose totalmente bajo sus caricias. Así era justo como lo recordaba. Los besos bajaron a su cuello donde al tercero se detuvo por un momento al notar la herida que ya había cerrado con el tiempo. No medía más de dos centímetros pero no recordaba haberla visto antes.





—Un sujeto trató de degollarme en Hala hace un año—explicó notando su gesto—yo lo dejé sin mano.





—No sé si eso es sexy o aterrador—se alejó lo suficiente para mirarle—me inclino más por la primera opción en ese momento.





No le dio más vueltas al asunto volviendo a lo suyo. Beatriz se alegraba de aquello pero también le preocupaba que las cosas cuestionables que hizo durante esos cinco años regresaran a ella.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora