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—Niña estrella. ¡Niña estrella!






Beatriz escuchaba una voz distante pero no tenía la energía para concentrarse. Seguía de rodillas mareada de ver tanto naranja. Tony Stark caminaba con dificultad en su dirección con una mano en el abdomen.






—Oye—tocó su hombro haciéndole por fin salir de su trance. Con lentitud giró la cabeza hacia él—tenemos que ir a casa.






—Casa—repitió en un murmuro sintiendo que sus entrañas eran oprimidas por una tonelada de peso. Deseaba que fuera así. Hubiese sido menos doloroso que lo que acababa de suceder.






—Mala elección de palabras—se autoregañó—de lo que hablo es que tú llegaste en la nave de allá y de seguro sabes conducir...






Desvío la atención a la Milano que yacía detenida a una buena distancia, después volvió los ojos a Stark. Lo único que buscaba de ella era que lo llevara de regreso a la Tierra.






—Yo lo haré—Nebula apareció enfrente de ambos—no la necesitamos.






—No te ofendas pero confío más en alguien que se hace llamar Star-Girl que en una mujer azul mitad robot que crió Thanos...no vamos a robar su nave y dejarla aquí a su suerte.






Acto seguido, sin ganas de siquiera moverse y muy a la fuerza les siguió a la Milano siendo quien se encargó de abrirles. Cuando las luces se encendieron dejó su arma en la mesa antes de quitarse la chaqueta tratando de no pensar en la carga emocional que conllevaba estar en la nave de Peter sin Peter. Cosa que le fue imposible al entrar a la cabina y notar su asiento vacío. Nebula le pasó de lado negando al notar la pesadez con la que caminaba.






No hubo complicaciones al salir de la atmósfera de Titan pero las hubo estando ya flotando en el espacio. Tony frunció el ceño cuando los controles dejaron de responder a Nebula.






—Debió haberse dañado algo cuando Thanos usó las Gemas.






El par dejó su asiento en la cabina para ir a la parte correspondiente y solucionar el problema. Beatriz se quedó en su lugar, en silencio, observando la inmensidad del espacio y lo descolorido que lucía. Era como si todo hubiera perdido vida ante sus ojos. Estar entre las estrellas nunca se había sentido tan frío como lo hacía en ese momento y por los siguientes —acorde a Tony— veintidós días.






Un silencio mortal inundaba la Milano siendo probablemente la primera vez sin música desde que Peter se apropió de ella.






—Tu amiga no ha hecho nada por ayudar—se quejó Tony Stark viéndole desde la mesa de operaciones—más bien, nada en absoluto.






—No es mi amiga—Nebula respondió al otro lado de la mesa.






—¡Oye, niña estrella! ¿Sigues viva?—gritó, siendo totalmente ignorado—bueno, creo que la vi parpadear...no lo había preguntado antes pero, ¿qué con ella? ¿cuál es su historia?






—Beatriz y Quill se conocieron en la Tierra hace tiempo. Después él siendo el tonto que es logró convencerla de unirse a su grupo de raritos.






—¿Eso es todo?—levantó las cejas inconforme.






—Ay, yo qué voy a saber—se excusó con mal humor—de lo único que estoy segura es que siempre estaban juntos. Daban asco.






La conversación se dio por terminada cuando Tony tuvo la idea de grabar un mensaje que aunque parte suya sabía que nunca llegaría a su destinatario al menos le dejaría tranquilo cosa que al paso que iban era lo último que le quedaba. Entró a la cabina con el casco metálico roto en manos.






—Hola—dijo cuando los ojos de Beatriz se posaron en él—espero que no te moleste pero me gustaría grabar algo y es el lugar con mejor iluminación.






Tomó su silencio como un de acuerdo. Aunque en realidad no la había escuchado pronunciar una sola palabra desde que dejaron Titan. Se sentó en el suelo poniendo dicho artefacto enfrente suyo y comenzó a hablar. Beatriz escuchaba la historia. Ahora sabía porqué tanta insistencia en regresar. Apagó el casco y suspiró.






—Tengo que confesarte algo—giró un poco para verle. Estaba mucho más delgada y bajo sus ojos un par de manchas negras se dibujaron con el tiempo—hace un par de días entré por mera curiosidad a lo que creo es tu habitación y me sorprendió mucho encontrar esto.





Del bolsillo de la sudadera que usaba sacó el celular para dejarlo en su regazo.






—Otra cosa que debo confesar es que vi tu galería—ella tomaba el aparato entre sus manos—tenías una vida en la Tierra y al principio me costó entender porqué dejaste todo atrás. Pero ahora lo sé.






Oprimió el botón. El alegre rostro de Peter le dio la bienvenida. Una fotografía en donde él le abrazaba por el cuello era el fondo, ambos tenían una enorme sonrisa y hasta abajo se podían ver las orejas peludas de Rocket que había intentado colarse sin éxito alguno.






El oxígeno se acabaría en cualquier momento de las próximas horas y los dos estaban listos. Se miraron, despidiéndose con una débil sonrisa.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora