Preludio

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En las profundidades del océano, habita un mundo completamente inexplorado y diferente al nuestro. Un palacio de corales y algas marinas, lleno de peces de todos los tamaños, formas y colores. Pero hay una especie en específico bastante exótica; estos son los tritones, una criatura mitológica que a simple vista podría lucir increíble, pero estos son peligrosos y atacan si se sienten amenazados.

Su objetivo era atraer a los incautos marineros con sus hipnóticos cantos con caracolas que sonaban como trompetas, que estos olvidarían su hogar y su familia, y quedarse para siempre en el profundo mar.

El Dios regidor de las profundidades marinas, Tritón. Podemos identificarlo por llevar un tridente y una caracola, la cual al ser tocada como una trompeta lograba calmar o aumentar las olas del mar.

Hablando específicamente de uno de los tritones, bastante curioso, adoraba explorar las cuevas en lo más profundo, los barcos hundidos de los marineros, cantarle a los delfines y hacer carreras con ellos. Pero había algo que jamás hizo, ir a la superficie. Estaba completamente prohibido dejarse ver por los humanos. Los cazaban y asesinaban para experimentar con ellos, o quizá usarlos de exhibición en acuarios.

Él sabía que ir a la superficie podría ser peligroso, pero estaba tan intrigado sobre lo que había allí arriba. Ese día estaba él solo, rodeado de peces observando desde pocos metros la superficie. Cuando de pronto la sombra de un pequeño barco lo cubrió por encima bloqueando la luz.

Un anzuelo cayó en la profundidad justo frente al joven tritón. Lo miró curioso y le dio un ligero jalón. Lo que sea que estaba arriba de ese barco comenzó a jalar el anzuelo, entonces la criatura marina subió aún sosteniéndolo.

Cuando llegó arriba, sacó la cabeza lentamente, temeroso de lo que estaba a punto de encontrarse. Una enorme sorpresa se llevó cuando vio un chico castaño sosteniendo una caña de pescar con fuerza y esos ojos tan abiertos que lo miraban fijamente.

—Qué... Carajos... Es.. ¡Eso! —soltó la caña al instante y retrocedió, intentando no ver esa cosa rara que salía del agua.

—¡Oye! —el tritón se sostuvo del barco para elevarse y mirar al chico —. Tu reacción me ofende.

—¿¡Qué demonios eres tú y por qué me estás hablando!? —estaba muy asustado, sujetándose con fuerza de los bordes del barco.

Tenía pequeñas escamas moradas en sus manos, orejas largas, cabello oscuro bastante largo, uñas puntiagudas y unos enormes ojos morado intenso.

El tritón se hundió y comenzó a nadar alrededor del barco, provocando que este se moviera por las pequeñas olas que se creaban, asustando aún más a ese tipo. Él solo quería jugar.

—¡Oye, oye! ¡Detente! —gritó, tratando de mantenerse firme y no caer al agua.

El barco se calmó, parecía que había terminado. El castaño se asomó a la orilla para ver si esa cosa ya se había ido, sus piernas y manos temblaban. Vio el agua calmandose poco a poco, ya no veía señales de eso.

Error haberse acercado demasiado a la orilla.

El tritón volvió a aparecer, sujetando de los brazos al opuesto y sumergiéndolo con él, llevándolo no muy profundo. Cuando quedaron en un punto medio, el castaño trató de enfocar la vista a esa criatura. Vio su larga cola de un color morado oscuro, extrañas figuras negras en su abdomen y brazos tonificados, tan parecidas a tatuajes.

La criatura marina observó al humano con las mejillas infladas, aún sujetándolo de los brazos lo vio empezar a removerse desesperado para llegar arriba. Ladeó la cabeza confundido, pues vio su rostro ponerse morado de repente y creaba burbujas al soltar aire.

Into The Ocean | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora