Into The Ocean | Kookv

Capítulo Tres

—Taehyung, nos estamos olvidando de alguien... Tu hermano.

—Yoongi no está en casa. Seguro salió con alguna mujer o algo por el estilo.

—¿Con una mujer? ¿Tiene novia? —alzó las cejas sorprendido —. Ah y, ¿cómo harás para bañarte?

—Uso la regadera, nunca uso la bañera así que no es un problema. —en casa de Taehyung, cada dormitorio tenía su propio baño con bañera y regadera separadas —. Y yo qué sé si sale con alguien, no me interesa.

—Pensé que usabas la bañera. Si yo tuviera una entonces me bañaría todos los días.

—¿No lo haces? —frunció el ceño.

—¡Es malo para la piel y el cabello!

Jungkook solo observaba al par sin decir nada.

—Bueno, es muy tarde y tenemos que dormir. —miró a Jungkook —. ¿Estarás bien aquí? La bañera es algo pequeña para ti, si te da frío puedes girar esta llave de aquí y saldrá agua caliente. En la mañana te traeremos el desayuno. —veía preocupación —. Oye, descuida. Nadie entrará aquí y te regresaré al mar tan pronto como termine todas mis preguntas.

Los dos humanos salieron del cuarto del baño, se pusieron las pijamas y entraron en la cama. (Antes, se aseguraron de poner el seguro a la puerta del dormitorio). Apagaron las luces e intentaron dormir, Jimin cayó en cuanto tocó la cama, en cambio Taehyung no podía hacerlo, algo daba muchas vueltas en su cabeza.

Cuando las horas pasaron, finalmente había logrado quedarse dormido y, malditas sean las estúpidas ganas de orinar en la madrugada.

Se levantó y caminó por la oscuridad descalzo, el cabello despeinado y los ojos medios cerrados. Él seguía medio dormido. Cuando abrió la puerta del baño y encendió la luz, se sobresaltó cuando vio al pez humano dentro de su bañera.

—¡Carajo! —gritó bajo —. Me olvidé por completo que estabas aquí, sigo dormido, perdón. —se frotó los ojos.

Jungkook lo miró de pies a cabeza. Le pareció tan pequeño verlo en esas enormes pijamas grises de cuadros, descalzo, con el cabello muy desordenado, los ojos hinchados y la saliva seca en sus mejillas.

—¿Dormías?

—Sí, me costó mucho, no podía dejar de pensar en algo y me desperté porque me dieron ganas de orinar, pero estás aquí. No puedo usar el baño, iré al de invitados y regreso. —así fue, orinó y regresó con el pelinegro.

—¿Y en qué pensabas? —apoyó ambos antebrazos al borde de la bañera.

—Algo muy estúpido, tal vez. Algo quizá... Imposible, pero seguía pensando en ello.

—¿Qué es? ¿Puedo saberlo? Vamos, dímelo.

—Bueno, es... ¿Habrá alguna manera de que puedas tener... Piernas?

—¿Qué?

—Sí, sí, lo sé, suena estúpido. —se acercó a él —. Pero, y si existiera alguna forma, podríamos caminar por ahí y te invitaría a comer en casa.

—De hecho no es estúpido.

—¿A qué te refieres?

—Según cuentan en lo profundo del mar, existe una manera. Es un hechizo de sirenas, lo usaban en la antigüedad para andar en tierra y buscar nuevos ingredientes para sus pociones. No estoy muy seguro si eso sea cierto, y sí lo es, será imposible encontrar a la Reina de las sirenas. Como dije, son del norte.

—Entonces... ¿De verdad existe la posibilidad de que puedas tener piernas? —se veía emocionado.

—Podría ser. Aunque ningún tritón lo ha probado, podría ser peligroso si no se hace correctamente.