Capítulo Diecinueve

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Terminó agosto. Pasó septiembre. Jungkook cumplió los veinte años. Jimin cumplió sus diecinueve. Ahora solo faltaba Taehyung.

Estaban en noviembre. El invierno los envolvía, y las fiestas estaban cerca. En esos tiempos, la manada de tritones entraban en una especie de hibernación. Cazaban la comida suficiente para encerrarse en cuevas cálidas y no morir congelados.

Jungkook y Kai no conocían la nieve. No sabían la historia de Santa Claus. No conocían la navidad. Para ellos el invierno significaba hibernar hasta que el agua descongelara y poder salir de esas cuevas.

El tritón obtuvo mucha ropa nueva el día de su cumpleaños. La señora Kim le obsequió prendas abrigadas y botas nuevas. Él estaba encantado, se sentía parte de la familia. No se sentía frío y solitario como en el profundo mar.

Taehyung le habló sobre las fiestas, la navidad, los regalos y el tiempo en familia. La nieve estaba por llegar, se encontraba emocionado de poder mostrarle a Jungkook y ambos divertirse jugando con ella. Ahora ya no quedaba nada del verano. Las noches eran muy frías. En el día apenas salía un rayo de sol.

El tiempo pasaba tan rápido. Pronto terminaría el año, y se mudarían a Nueva York.

—Oye, Jungkook.

—¿Hm?

Ambos estaban en la cama, con pijamas y envueltos en tres mantas, una sobre otra para bloquear el frío. Además tenían la calefacción encendida.

—¿Qué es lo que más disfrutabas al estar en el océano?  Y ¿Qué es lo que más disfrutas estando aquí? —lo tenía abrazado, acostado en su hombro y con su diestra acariciaba su cuello.

—Veamos... Tal vez, ver a los caballos de mar, y los tiburón ballena. Son asombrosos.

—¿Tiburón ballena? —se levantó, apoyándose sobre su codo para poder ver su rostro —. Jamás vi alguno de ellos, como te dije antes, a papá no le gusta que esté cerca de tiburones. Dice que aún soy torpe para poder manejarlo.

—Ellos no son tan letales, sus dientes son diminutos. Son sociables y capaces de establecer relaciones con otras especies marinas. —con el índice acarició justo donde estaba el lunar en la mejilla del castaño —. También son pacíficos, y no atacan a los humanos.

—¿De verdad?

—Sí. A pesar de su tamaño y su aspecto, son encantadores y hasta juguetones. Es divertido pasar el rato con uno de ellos. Su aspecto es una de las cosas que más me gustan.

—Woah, suena increíble.  —sus ojos brillaron.

—¿Pero sabes qué es aún más increíble?

—¿Qué? Dímelo.

—Tú. —lo tomó de la nuca para posar sus labios con los suyos. Para sentir el sabor dulce que hace saborear su boca entera, sin parar —. Y lo que más disfruto de estar aquí, es tener sexo contigo.

—¿Qué? —le golpeó el pecho —. ¿Solo disfrutas dejarme el trasero adolorido? Eres un pervertido.

—Estoy bromeando. —rio, envolviendo su delgado cuerpo en brazos para apapacharlo hasta casi asfixiarlo —. Aunque no del todo. Pero esto es lo que disfruto más... Despertar contigo y tenerte en mis brazos hasta el momento en que me obligas a pararme de la cama.

—Lamento informarte que es hora de levantarse.

—Está haciendo mucho frío. Quedémonos así durante todo el día, ¿quieres?

—Lo siento tanto, tengo que pasear a Yeontan. La semana pasada no lo hice.

—¿Esa bola de pelos que se la pasa ladrándome cada que me ve?

Into The Ocean | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora