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Inexplicablemente, me pasé la noche pensando en Lauren. Me tenía muy intrigada y necesitaba volver a verla. Quería saber quién era, de dónde había sacado esa dichosa melodía que tanto me inquietaba, qué relación le unía al señor mayor, por qué de su voz desprendía tanto odio... Mi curiosidad nada tenía que ver con lo que me había contado la tía Lucero. No existía ninguna conexión entre ella y yo, de eso estaba completamente segura. Tal vez sus teorías fuesen ciertas y existiera un complemento perfecto para cada uno de nosotros, pero ni mucho menos Lauren era esa persona.

Tenía claro que, cuando apareciera, no podía abordarle y someterle a un interrogatorio, así que mi mejor opción era sonsacar a Shawn. Le localicé en la barra, rodeado por tres chiquitas de primero de Bachillerato que tonteaban con él abiertamente.

Al ver que me acercaba, me tendió la mano con cierta desesperación y me atrajo a él con fuerza. Era evidente que se sentía incómodo y decidí aprovechar la oportunidad.

-¿Les importa que se los robe un segundo? -pregunté con mi mejor sonrisa-. Les prometo que se los devuelvo en un rato.

No parecían muy decididas, pero, tras constatar que Shawn mantenía su brazo al rededor de mi cintura e intentaba ocultarse inútilmente detrás de mi, se alejaron al fin, dejándome además uno de los escasos y preciados banquitos.

-¡Pero bueno! -exclamé, fingiendo enfado-. Te dejo un minuto y ya te encuentro ligando por ahí. ¡Si es que no se puede estar tan guapo!

-Calla, calla -respondió abrumado-. No estoy acostumbrado a esto. Me he pasado toda la vida siendo el gordo rechazado, y me iba mejor así. De los insultos sé defenderme, pero de esto...

Siempre me encantaba la sinceridad de Mendes. Tenía algo infantil que me infundía ganas de abrazarlo y protegerlo.

-¡Eres un tonto! -le di un fuerte beso en la mejilla-. Siempre has sido igual de guapo. El problema es que ellas no sabían verlo.

Sonrió y apretó fuerte mi mano en señal de agradecimiento. Shawn era un verdadero encanto, como un enorme oso de peluche en el que puedes hundirte y sentirte a salvo.

-¿Y tú, qué? -preguntó-. ¿Sigue sin saber nadie?

-No -me encogí de hombros-. Nadie. Como soy idiota, sigo esperando a la persona perfecta. Pero no llega...

-Yo ya la he encontrado -suspiró-, pero ni siquiera sabe que existo.

-¿Bea? ¡Claro que sabe que existes! Es que ella está en otras cosas, con eso de la tienda de su madre, y su padre, que no la deja hacer nada... Además, está con Jacob... -sentí una punzada muy dentro-. Tal vez deberías abrir un poco los ojos y no cerrarte a otras opciones. Ahora que estás tan irresistible, seguro que se te presentarán muchas oportunidades.

Sonrió complacido mientras daba un sorbo a su bebida "Es el momento", pensé.

-Por cierto, ¿sabes que tu amiga Lauren es mi vecina?

-Sabía que había cambiado de casa, pero no que estaba en tu urbanización. ¡Qué casualidad!

-¡Ya ves! ¿De dónde la conoces? -intenté no demostrar demasiado interés.

-De la piscina del polideportivo. El año pasado decidí apuntarme para aprender a nadar de una vez.

-¿No sabías nadar? -me sorprendía que a Shawn no le diera vergüenza admitir ese tipo de cosas. Yo me hubiera muerto antes de confesar algo así.

-No, no sabía. Estaba harto de no pasar de la parte baja de las piscinas y de no poder meterme mucho en el mar. Es verdad que a mi tarda bastante en cubrirme, pero quería aprender de una vez por todas.

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora