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Dormí toda la noche como un oso y al despertarme noté el olor a Lauren en mi almohada. Me encantaba. Ahora me debatía entre contar a los cuatro vientos -es decir, a Vero-, todo lo que había vivido las últimas horas, o guardarlo solo para mí durante un poco más de tiempo. Recibí un mensaje de mi amiga en el que me invitaba a comer pizza en su casa, y decidí optar por la primera alternativa. Además, tampoco me quedó mucha escapatoria.

–A ti te pasa algo. Tienes una sonrisa de oreja a oreja que no es ni medio normal -me soltó cuando colgó tras hacer el pedido por teléfono-. Cuéntamelo.

–¿Crees que se me nota?

–No sé qué cosa es, pero lo que sea se te nota. ¿Piensas contármelo por las buenas o voy a tener que sacar la lamparita de los interrogatorios?

–No, no hace falta. ¿No te lo imaginas?

–No... ¡Sí! ¡Has vuelto a ver a Lauren! -asentí y ella abrió tanto los ojos que pensé que se le saldrían de sus órbitas-. ¡Genial! Quiero todos y cada uno de los detalles.

–Todos, todos, no te los puedo dar... -sonreí mientras ella abría la boca exagerando su asombro.

–Ya era hora. Y con el bombón de tu vecina. ¡Quién lo diría! Y eso que yo ahora estoy fuera de mercado y solo tengo ojos para Kristen... Cuéntame. Te llamó, quedaron, en tu casa, en la suya... ¡Vamos!

–Pues anteanoche, de madrugada, apareció en la terraza. Y no sé cómo ocurrió. Casi no cruzamos palabra, me besó y en tres segundos estábamos sin ropa.

–Ocurrió como debe ser. ¿Y te gustó?

–¡Me encantó, Vero! -me sonrojé-. No sabes cómo fue. Creo que debían salir fuegos artificiales de mi habitación. Ella es cariñosa y a la vez efusiva, tierna y ardiente, dulce e impetuosa... Parecía que encajáramos a la perfección, como si lo hubiésemos ensayado antes. Solo que de pensarlo se me eriza la piel. Fue, simplemente, maravilloso.

–¡Wow! No sabes cuánto me alegro... Pero creo que lo estás exagerando un poco. No puede salir bien la primera vez. Lo que pasa es que tú no habías tenido "ensayo" alguno, ni con ella ni con nadie...

–Bueno, no exactamente. La verdad es que sí fue mi primera vez con una mujer y de todas formas fue increíble, pero... Es que nunca te lo he dicho, pero yo ya había estado con alguien antes.

–¡Pero ¿qué me estás diciendo?! Y yo pensando que eras virgen. Esto no se le hace a una amiga... -se quedó mirándome con cierto aire de reproche-. ¿Con quién fue? Ah, no me lo digas... Con Jacob. ¡Te acostaste idiota de Jacob! -asentí-. Pero serás... serás... ¿Cómo no me lo habías contado? ¿Bea lo sabe? No, claro, cómo le ibas a decir que te habías tirado a su novio.

–¡Eh! No te equivoques. Fue antes de irme a Londres, cuando estábamos juntos. Ya no me acuerdo de aquello. No les había contado porque, como cuando volví él ya estaba con Bea, era mejor no remover el asunto.

–Mujer, de algo te acordarás: así que quiero que me des un grado de comparación.

–No lo hay.

–Ya me lo imaginaba yo. Si es que el sexo entre chicas suele ser mucho mejor que con chicos. -lanzó una carcajada-. Ahora entiendo por qué ayer no me respondiste a ninguno de mis whatsapp... Y yo que pensaba que te había dado una de esas depresiones que luego te dan, y resulta que ¡te pasaste el día haciendo el amor por toda la casa!

–No, tampoco fue eso... No salimos de mi cuarto.

Nos reímos. Justo en ese momento llamó el repartidor a la puerta. Nos zampamos la pizza entera entre las dos. Luego seguimos hablando de cosas de chicas, y dejamos a un lado a las personas que habían irrumpido en nuestras vidas. Estaba enamorada, lo sabía. Lauren había despertado en mí ese sentimiento y otro más terrenales con los que no estaba tan familiarizada.La quería con toda mi alma y la deseaba con todo mi cuerpo. Pero esa tarde, con Vero, me di cuenta de que nada es comparable a la complicidad y el cariño de una amiga.

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora