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Atravesé medio aeropuerto hasta llegar al mostrador de facturación de equipajes. Solo llevaba el bolso y una maleta que, aunque no era muy pesada y tenía ruedas, me costaba mover. Aún tenía las muñecas doloridas y hacer determinados esfuerzos no era sencillo. Afortunadamente, Eduardo y yo habíamos convencido a mi madre para que se quedara en casa con él y no me acompañara. Estaba hecha un mar de lágrimas y verla así solo me generaba más dudas e inseguridad. Le pedí a mi padre que me dejara en la zona de viajeros sin aparcar el coche siquiera. Se le daban fatal las despedidas, así que me hizo caso sin rechistar. Además, entre unas cosas y otras, habíamos llegado justos de tiempo. Hasta el último momento mi madre estuvo tratando de convencerme para que me quedara y casi lo consigue. Tras los últimos hechos, no me encontraba con muchas fuerzas para rebatir a nadie. El reflejo en papel de lo ocurrido estaba en un recorte de periódico doblado que llevaba en el bolsillo: "Dos fallecidos en un tiroteo en el sur de Miami". Dos disparos, solo dos, y aún resonaban en mi cabeza: uno y dos.

Me hubiera gustado tomarme un café tranquila antes de cruzar el control de pasaportes, pero estaba claro que no iba a poder. Por suerte, solo tenía cuatro o cinco personas delante y la azafata no hacía más que advertirnos de que nos diéramos prisa porque iba a cerrar el vuelo. Me dio las pegatinas correspondientes y me encaminé hacia la zona internacional. Para mi sorpresa, no había demasiada gente: familias con niños, hombres de negocios, un grupo de amigas, algunas parejas... Recordé la escena inicial de Love Actually, en la que un montón de personas se reencuentran felices en la terminal de Heathrow y también la de mi partida tiempo atrás al mismo destino. Habían pasado muchas cosas desde aquel día y mi vida ya no era la misma. Ni siquiera yo era la misma. Iniciaba el viaje decidida, pero también con heridas en el cuerpo y en el alma.

Tomé el recorte de periódico y volví a leer algunas frases: "Varias personas implicadas en el suceso", "tragedia familiar". Hice una bola y lo tiré a una papelera. Ya sabía bien lo que había ocurrido y no quería pensar en todo ello en ese momento, justo cuando tenía en las manos un billete de avión que me iba a llevar muy lejos. Aunque era inevitable. Una angustia negra comenzó a invadirme y las imágenes de los últimos días se agolparon en mi mente. Antes tenía miedo a los aviones, pero me di cuenta de que ya no. Quizá cuando ves la muerte de frente, el miedo a volar se convierte en algo absurdo y se desvanece. Yo no tenía miedo, ya no. Solo estaba triste y vacía.

La cola iba lenta, así que decidí poner en marcha el reproductor del móvil para entretenerme y concentrar mis pensamientos en la música. Mala idea. La primera canción que el sistema aleatorio eligió fue High. Las manos comenzaron a temblarme y no era capaz de detenerla. Las notas se me iban clavando en el alma como si fueran cuchillos llegando a producirme dolor físico. Noté que las lágrimas se agolpaban en mis ojos y comenzaban a derramarse por mis mejillas. "Running wild among all the stars above. Sometimes it's hard to believe you remember me". Su voz, sus ojos, sus manos suaves...

La fila aceleró el ritmo y llegué al mostrador llorosa y con la nariz taponada. El guardia me miró raro. Ni que fuera la primera vez que veía a alguien llorando en el aeropuerto. Mientras revisaban mi documentación, busqué inútilmente en los bolsillos algo con que limpiarme. No tenía. Para pasmo del agente, mis lágrimas se hacían más copiosas. Opté por la manga del jersey que llevaba anudado a la cintura. Qué más me daba ya. Tomé mi pasaporte y me dispuse a pasar el arco de seguridad. De pronto oí una voz aguda que gritaba mi nombre.

—¡Camila! ¡Camila! ¡Espera, espera!

Era Vero, que corría hacia mí a trompicones entre la gente y sus carritos. Tras ella, se podía ver claramente a Shawn, cuya cabeza sobresalía sobre las de los demás. Retrocedí y me dirigí hacia ellos.

—Creo que hay dos tipos allí, al fondo del aeropuerto, que todavía no te han oído. 

Vero me miró y frunció el ceño.

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora