Me desperté con un ruido leve. Cuando conseguí salir de la profundidad del sueño, me di cuenta de que llevaba sonando largo rato. Me levanté extrañada y me acerqué a la cristalera de la terraza, pues era de allí de donde llegaba. Pude distinguir a Lauren en la oscuridad. Al abrir, entró rápidamente, frotándose los brazos. Iba descalza, con unos pantalones de pijama y una camiseta de manga corta. Su pelo estaba mojado. Parecía que estuviera haciendo méritos para pillar una pulmonía.
–¿Qué hora es? -pregunté aturdida por el sueño mientras me dirigía a ponerme las zapatillas. Me arrepentí de no haber elegido otra ropa para dormir. Si al menos llevara un camisón en condiciones y no un pijama descabalado...
–Tarde... o más bien temprano. Volvía del ensayo y me he encontrado a tu madre y a su marido en el garaje -se había quedado pegada a la pared, sin moverse. Una ligera claridad previa al amanecer me permitía adivinar su silueta en la penumbra.
–¿Estás bien? -me acerqué a ella extrañada de que no se moviera. Llegó hasta mí el olor a champú de su pelo. Estiró sus manos y tomó las mías. Las tenía heladas.
–Pensé que me iba a congelar ahí afuera... -así, sin apenas verla, su voz resultaba aún más seductora.
–¿Y a qué has venido?
–¿De verdad no lo sabes?
Tiró de mis manos hacia ella y comenzó a besarme con suavidad, rozando apenas mis comisuras y envolviendo con sus carnosos labios los míos. Deslizó sus manos heladas por debajo de mi pijama acariciando la piel de mi espalda con delicadeza.
Afuera comenzaba a amanecer y una luz cargada de matices rosas y naranjas la iluminaban parcialmente. Era mágico y perfecto. En mi mente comenzó a sonar la canción de High. Sin duda, la banda sonora ideal para ese momento. Tenía la misma expresión que cuando tocaba guitarra, como si todos sus sentidos se estuvieran concentrado en lo que estaba haciendo. Me separé un poco para poder observar su rostro. Recorrí con un dedo las líneas invisibles que perfilaban sus armónicas facciones, desde el pómulo a la mandíbula y de allí a su boca, y luego me detuve en sus irregulares cicatrices. Abrió los ojos y me sonrió mostrando sus blancos dientes al tiempo que hacía mi mano con la suya y la besaba, hundiendo su mejilla en ella. Después, hizo resbalar mi mano muy despacio por su camiseta, presionándola firmemente por su abdomen. Me estremecí al sentir el calor y la suavidad de su piel.
El contacto con su piel desató en mi interior un deseo irreprimible. Rodeé su cuello con mis brazos y la besé con fuerza mientras pegaba mi cuerpo al suyo. Me gustó sentir que se estremecía a mi contacto. Pero ella no tenía prisa. No percibí la urgencia del día anterior. Se concentraba en besarme y en recorrer mi espalda con sus dedos, que poco a poco iban entrando en calor. Yo tenía la imperiosa necesidad de acariciar con mis manos cada centímetro de su torso y de su espalda. Hundí mi cara en su cuello para respirar su olor: un olor delicioso y sensual, mezcla de champú, crema y de ella. Deslicé mis manos por su espalda hasta colarme por su pantalón y me aferré a su firme trasero. Uno a uno ella fue desabrochando los botones de mi pijama, recreándose en la visión que con cada uno de ellos se iba abriendo ante sus ojos. Tragó saliva y emitió un leve suspiro, como una confirmación de que le gustaba lo que veía. Me quedé completamente inmóvil. Me sorprendía no sentir vergüenza, pero era tan grande el deseo que eclipsaba cualquier otro sentimiento. Cuando hubo terminado con el último botón, deslizó un dedo desde mi cuello al ombligo. Sentí como si una corriente me atravesara allí donde su piel y la mía entraban en contacto. Levantó la vista para mirarme a los ojos, me retiró el pelo de la cara y volvió a besarme, esta vez con más intensidad. Me abrazó con tanta fuerza que sentí que nuestros músculos se fundían, como si encajaran a la perfección. Le quité la camiseta y le besé en el cuello, en los brazos, en el pecho... Tenía tanta necesidad de confinarla entre mis abrazos y mis besos que dos brazos y una boca no parecían suficientes. Su olor me envolvía y el estremecimiento y los gemidos que emitía cuando la acariciaba me hacían enloquecer.
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Pero a tu lado || Camren ||
FanfictionCamila es una estudiante de segundo de Bachillerato. Es divertida, inteligente y tiene muchos amigos. Pero su vida amorosa no está al mismo nivel. En realidad, ha sido bastante decepcionante hasta el momento, así que este año Camila ha decidido cent...