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A pesar de que ya no llovía, me seguía doliendo la pierna, así que mis planes iniciales de ponerme un vestido corto con tacones se fueron a la basura. No me importaba demasiado. Mi ánimo era tan gris como el día y me veía gorda y fea en el espejo.

–También puedes ponerte un vestido con zapato plano -dijo Vero mientras examinaba detenidamente mi armario.

–Ni de broma. Tengo los gemelos demasiado gordos. Prefiero pantalones.

–¡Eres boba! Yo sí no puedo ponerme falda corta con estos palillos -se remangó sus pantalones anchos y arqueó las piernas como si fuera un cowboy en un baile ridículo.

–¡Estás loca! -no pude reprimir las carcajadas-. Vas guapísima. Kristen va a alucinar.

Me dejé caer en la cama, desanimada. Llevaba semanas deseando que por fin llegara el día de la fiesta y ahora no tenía ganas de ir. Me incomodaba la idea de ver a Lauren y a Keana juntas. No estaba segura de qué es lo que había pasado entre ella y yo en el salón de actos, pero aun en el caso de que realmente estuviera pensando en besarme, Keana seguía siendo su chica o, al menos, una magia muy amiga con derecho a algo más que roce. Me vino a la mente la escena de sexo en la terraza. Un escalofrío me recorrió el cuerpo al recordar como Lauren la envolvía con sus brazos y su cuerpo. Lo peor es que lo que sentía por ella no solo se trataba de un deseo físico, ojalá hubiera sido así, sino de algo mucho más profundo y difícil de gestionar.

–¿Se puede saber qué te ocurre? -a Vero no le pasó desapercibido mi sonoro suspiro-. ¿Tanta pena por no poderte poner unos tacones? -no tenía ganas de sacarla de su error, así que me limité a responder con una media sonrisa. Se movía a tal velocidad por la habitación que parecía un ciclón. Ella era de por sí muy nerviosa, pero a mí no podía ocultarme que había algo detrás.

–Y esto de estar tan acelerada es por... -dije esperando que terminara la frase. Dejó de buscar en el armario, me miró y suspiró profundamente.

–Es que hoy me voy a acostar con Kristen -confesó mientras se desplomaba a mi lado en la cama.

–¿¡En serio!? ¡Uauuu! ¿Y eso? Estarás de los nervios, ¿no? ¿Qué dice ella? -su cara era de lo más elocuente-. No tiene ni idea, ¿verdad? -deduje estupefacta.

–No. Bueno, algo sospechará, porque sabe que mis padres no están y le he insistido una y otra vez para que dijera en su casa que no aparecería para dormir...

–¿Y tu hermano?

–Me ha costado lo mío, pero he conseguido que se largue. Vamos a estar completely alone -me abrazó entusiasmada-. Mira, me compré esto especialmente para la ocasión.

Se desvistió en un abrir y cerrar de ojos para enseñarme su precioso conjunto negro de ropa interior.

–¡La vas a matar! ¡Estás impresionante!

–¿No es muy de loba? -preguntó, dubitativa, mirándose de un lado y de otro en el espejo.

–¡Qué va! Es superbonito. Estás ultrasexy. No me puedo imaginar su cara. Se le van a poner los pelos de punta.

Tardamos un buen rato en recobrarnos del ataque de risa que nos dio al imaginarnos la escena.

–Espero que salga bien -suspiró-. Estoy enamoradísima.

–Ya verás como sí. ¡Está loca por ti! -volvió a abrazarme-. Anda, ponte algo, que como venga mi madre y te vea medio desnuda entre mis brazos, a ver qué carajos le decimos.

–¿Y tú? ¿Piensas ir con esos bonitos pantalones de pijama a la fiesta? A Lauren le encantarían -bromeó mientras se vestía de nuevo.

–No se iba a asustar, no creas. Con peores cosas me ha visto...

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora