26

13.7K 677 173
                                    

Jacob. ¿Es que nunca pensaba darse por vencido?

Me estaba quedando totalmente congelada. ¿Por qué se me habría ocurrido acceder a quedar con él? Encima había perdido un guante. Genial. Caminé en círculos, tratando de de entrar en calor. Era imposible. Además, estaba agotada y lo único que me apetecía era meterme en la cama con uno de mis pijamas de franela. Saqué el celular para enviarle un mensaje y cancelar la cita pero, cuando mis manos temblorosas lograron escribir algo legible, vi las luces de un coche que se acercaba. Jacob se arrimó tanto a la acera que subió media rueda en ella y, acto seguido, me hizo un gesto para que me acercara.

–Cinco minutos y me subo a casa. ¿Qué es tan importante? -le solté nada más sentarme en el asiento del copiloto.

–Tú, tú eres tan importante.

De no ser porque su modo de arrastrar las sílabas no dejaba dudas de que estaba borracho, hasta me habría conmovido.

–Jacob, vete a casa, que ya he tenido suficiente esta noche -abrí la puerta para salir. Él me agarró del brazo y me miró suplicante. Luego, llevó su mano al volante y buscó una canción en el reproductor. Comenzó a sonar My Girl, de The Temptations.

–Mila... -oh, no. Aquella mirada, no. Estaba claro que me lo iba a poner difícil-. Eres mi chica, siempre lo he sabido y hoy estabas tan guapa en la fiesta... Estás tan guapa ahora... -me acarició la mejilla-. Te deseo como nunca he deseado a nadie.

–Ya, ya veo. Por eso estás con Bea y ni quiero saber con cuántas más -la música seguí sonando. Esa había sido nuestra canción. Aquello era un golpe bajo.

–El resto da igual. La única que me importa de verdad eres tú. La única a la que quiero, la que siempre tengo en mis pensamientos... eres tú. Aunque haya pasado tanto tiempo, no puedo olvidar aquellos días que pasamos juntos, tu cuerpo junto al mío...

Me abrazó y buscó mis labios con los suyos. Traté de evitarle, pero no podía y quizá tampoco quería... ¿Qué estaba haciendo? Me dejé llevar. No debía... Era Jacob, el Jacob de Bea, aunque ahora era mío. No, no, no. Tenía que escapar. Me esforcé en traer a mi mente la imagen de mi amiga, su novia, pero sus besos me confundían.

–Vámonos a mi casa. Quiero que seas mía... -susurró.

–No, Jacob, no.

–Sé que lo deseas tanto como yo.

–No, no puedo -no soné muy convincente. Siguió besándome.

–Sí puedes, no vas a dejarme así... Solo una vez más, por los viejos tiempos.

Tardé unos segundos en comprender su propuesta. Le aparté con ambas manos.

–¡No me lo puedo creer! ¡Eres un inmaduro! ¡Por los viejos tiempos! Vamos, que lo que tú quieres es un polvo de despedida y mañana seguir con tu vida como si nada, ¿no?

–No, no, no es eso, pero es que no puedo dejar a Bea, y tú y yo tenemos algo tan especial...

–Ya, ya lo veo. Si la idiota soy yo por no haberme dado cuenta de este juego mucho antes. Se acabó, Jacob, olvídame.

Salí del coche dando tal portazo que retumbó en toda la calle. Caminé a toda prisa hasta casa mientras oía cómo me llamaba. Me dio igual.

***********

No había podido pegar el ojo en las pocas horas que estuve en la cama. No hacía más que darle vueltas a lo ocurrido. Mil imágenes se agolpaban en mi mente y bajaré diversas alternativas con sus consecuencias, pero siempre llegaba a la misma conclusión: solo había un camino correcto. Como solía decir Lauren, es lo que debía hacer.

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora