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Temía que otra vez pasara una semana sin saber de ella, pero me equivoqué. El martes por la noche, me envió un mensaje:

L: Sin noticias tuyas desde el sábado. Es que te gusta hacerme sufrir?

Había que reconocer que, aunque a veces me chocaran, esas bromas me derretían. Iba a contestarle cuando entró otro:

L: Ya sé que solo me quieres para sexo, pero a lo mejor te gustaría venir conmigo al cine mañana. Qué dices?

C: Deja que lo piense...

No sé a quién quería engañar, porque la respuesta era un "sí" claro y contundente. Mientras miraba el reloj para dejar pasar los minutos, me mandó una cadena interminable de emoticonos con cara de sufrimiento, que me provocaron una sonrisa.

C: Está bien... Esta semana aún no he hecho ninguna buena acción, pero yo elijo la peli.

L: Ok. Paso a buscarte después de comer.

Me quedé esperando. En la pantalla ponía que seguía escribiendo... No, ya no, paró. ¿No pensaba despedirse o poner algo más? Yo qué sé, un "hasta luego", al menos. Bueno, no había remedio. De donde no había, no se le podía sacar. Lo que me desconcertaba era ¿dónde estábamos?, ¿qué éramos? Lo que había ocurrido ¿en qué cambiaba para ella la relación entre nosotras? Decidí volver a estudiar y, cuando llevaba un rato, sonó otro bip. Pensé que sería Vero, pero era una carita besucona enviada por Lauren. ¡Qué linda!

**********

Para un día que tenía plan entre semana y justo mi madre no iba a la oficina. Debía preparar la Junta de Accionistas del día siguiente y, como le iba a llevar mucho tiempo, había preferido quedarse en casa. No estaba muy convencida de dejarme salir por aquello de ser miércoles, pero la persuadí prometiendo que llegaría para la cena.

–¿Con quién vas al cine?

–Con Lauren... y más gente.

–¿Y eso? No sabía que ahora salías con ella.

–Mamá, no estoy saliendo "con ella". Creo que van también unos amigos suyos -me estaba lanzando esa mirada inquisidora que ya la hubiera querido cualquier servicio secreto. Crucé los dedos para que se lo creyera.

–No sabía que ya se llevaran tan bien tú y ella... ¿Y Verónica? ¿No va?

–Es que, desde que está con Kristen, anda más perdida.

–¿Y Bea?

No podía contarle a mi madre lo ocurrido, pero si mentía de un modo descarado, lo notaría, seguro.

–Hemos tenido algunas diferencias.

–¿Y eso?

¡Ay! Era agotador.

–Pues nada, mamá, cosas nuestras que no te incumben.

–Bueno, mija, yo solo te pregunto porque me preocupo por ti.

Giró en la estrategia de obtención de información: ahora se hacía la víctima y yo era la mala. Una experta, mi madre era una experta.

–Ya lo sé, mamá. No te preocupes, que ya lo solucionaremos.

Eso esperaba

Tardé un siglo en arreglarme. Tenía que ir bien pero normal, linda pero no exagerada. Vamos, como las chicas de las películas que, recién levantadas, están naturales pero lindísimas, con esos despeinados en los que seguro habían invertido el triple de tiempo que en hacerlo bien.

Pero a tu lado  || Camren ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora