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Paris, Francia.

Ethan se movía de un lado a otro por su habitación de hotel, era entrada la madrugada y no sabía nada de la ojiverde, sentía el estómago revuelto y sus nervios estaban de punta.

Era una imbécil, no había otra forma de describirse, tenía que hacer algo para arreglar este puto cagadero. Tenía que hablar con Vincent Roussel y su esposa, pero primero tenía que encontrar con bien a Lauren. Si algo le pasará, nunca se lo perdonaría.

Su equipo de seguridad se había movilizado junto a los contactos que tenían en la capital francesa, y ahora había una cuadrilla especializada buscando a la ojiverde, por supuesto con la mayor discreción posible.

Tomo la botella de whisky que había estado bebiendo y la aventó contra la pared, se sentía tan frustrado sin poder hacer nada encerrado en aquella habitación, pero su jefe de seguridad habia recomendado estar al margen de la búsqueda.

Debió haberla seguido de inmediato, los malditos segundos que dejo pasar intentando calmarse habían sido vitales, cuando salió tras de ella, ya no había rastro, y sumando a su lista de errores fue que dejó a su equipo de seguridad en el hotel, sabiendo que no quería que llamarán la atención.

Ahora se lo reprochaba, no podía quedarse quieto ni tampoco podría pegar el ojo en toda la noche así que siguió llendo de aquí para allá, sintiendo que el reloj caminaba lentamente. Hasta que su teléfono móvil timbró anunciando una llamada, esperaba que fueran buenas noticias.

-"La tenemos" Fue lo único que dijo su jefe de seguridad, lo que le devolvió el alma al cuerpo. No sabía en qué condiciones estaba pero al menos ya la tenía con el, así que inmediatamente ordenó que la ayudarán a subir.

Así que soltó todo el aire que llevaba reteniendo desde que la perdio, coloco una mano en su pecho y comenzó a acariciar la zona, sintiendo el latido de su corazón ir recuperando su ritmo normal.

Escucho como se abría la puerta principal de su habitación y corrió al semi recibidor dónde vio como dos de sus hombres escoltaban a la pelinegra que se mantenía con la cabeza gacha, su pelo tapaba la mayor parte de su cara, pero suponía que estaba bien, al menos caminaba por su propio pie. Tenía sobre sus hombros una gabardina negra que supuso era de uno de sus hombres.

-"¡¡¡Mi Dios Ren!!! ¿Estás bien?" Preguntó acercándose inmediatamente a ella. La pelinegra parecía en otro mundo, ignoro completamente su pregunta mirando aún el suelo.

Así que el dirigió sus ojos azules hacia su jefe de seguridad, esperando una explicación. -"La encontramos varando por las calles de Danube" Comento el hombre de gesto tosco. Ethan abrió los ojos en sorpresa, ya que el lugar se encontraba bastante retirado de la cafetería de dónde habían estado con Vincent y Normani.

El hombre le pidió hablar con el a solas así que después de que le pidió que se quedara en su habitación se dirigió a la sala del lugar para hablar con el.

Allí le explicó que la mujer tenía las manos y parte de la boca llenas de sangre, así como su ropa. Ethan se preocupo de inmediato por la seguridad de la mujer pero el hombre le explicó que habían revisado y no pertenecía a ella.

-"¿Que mierda paso?" Preguntó el ojiazul millonario.

-"No lo sabemos con certeza, pero el Distrito 19 es de los más peligrosos de París, así que las posibilidades son infinitas" Mencionó el jefe de seguridad.

-"Jacobs...quiero que averigues que paso" Ordenó Ethan. -"Queda entre nosotros " Volvió a hablar, por supuesto aquel hombre asíntio, era su persona más leal, así que no estaba preocupado por lo que pudiera decir, más bien por lo que pudiera encontrar.

LA SANGRE MALDITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora