Canterbury, RU.
Camila frunció el ceño, a pesar de que sentía que un sudor frío bajaba por su espalda baja, se paró de su lugar junto a Henry, que permanecía inconsciente en el suelo, y encaró a Ethan que estaba petrificado en su lugar, mirando hacia la mujer que estaba confundida observando sus manos.
-"Si está es una puta broma, créeme que es pésima" Declaró bastante molesta la profesora Cohen, haciendo que los ojos azules de Ethan por fin la mirarán, aunque bastante impactados. Pero lo que realmente llamo la atención de Camila eran los ojos rojizo que ahora tenían su vista en ella, que la veían como un venado asustado, la enormes cejas de color negro se encontraban fruncidas en confusión, analizando tal vez el contexto en el que se encontraban.
-"No, profesora. Juro que no se que está ocurriendo" Respondió el rubio sonando tan perturbado como se veía, pero la ojimarron ya no lo veía, ya ni siquiera lo escuchaba.
-"¿Y...y el Doctor Fröhlich?" Fueron las palabras que pronunció la ronca voz que aún se encontraba sentada dentro de la cápsula, Camila trago grueso ante el sonido de su voz pero sobre todo ante la mención de aquel sujeto que había sido catalogado a lo largo de la historia como uno de los soldados más crueles dentro del ejército nazi.
-"¿Quien eres?" Cuestiono Camila tratando de sonar firme aunque lo cierto es que por dentro se estaba cagando de miedo. Pero la realidad es que había sonado bastante determinada tratando de demostrar seguridad.
-"¿Quienes son ustedes? ¿Dónde está el Doctor Fröhlich?" Insistió la extraña, aunque por el acento de la mujer ojimarron podía ya darse una idea, había trabajado un tiempo en Londres como para no reconocer el acento británico, que tenían tanto el hombre como ella. -"Son aliados" Afirmó ahora temiendo por su vida, no recordaba mucho, sentía como si hubiese pasada toda una vida desde que el Doctor Fröhlich le pidió recostarse en esa misma cápsula dónde ahora se encontraba, el mismo le había dicho sobre la caída de la Alemania Nazi, y ahora lo único que podía deducir es que había caído en manos de los aliados, los que probablemente terminarían matandola, a pesar de ser una víctima más de aquella terrible guerra.
Camila Cohen sintió que estaba ante la situación más bizarra que jamás hubiese imaginado en sus sueños más fantasiosos cuando era pequeña, pero aún así decidió darle seriedad al asunto.
-"No, no somos aliados" Respondió en cambio la castaña, a pesar de que ni siquiera había sido una pregunta. -"¿En qué año crees que estamos?" Fue ahora ella quien cuestiono, en cambio Ethan agradecía que la Profesora Cohen llevará el hilo de la conversación, porque el ya se sentía con náuseas.
-"1945" Susurró simplemente, apenas audible pero aún así hizo que los otros dos presentes intercambiarán una mirada de pánico.
Ahora fue Ethan el que estaba riendo de manera irónica y moviendo la cabeza en negativa. -"Esto debe ser una puta broma" Dijo caminando hacia Henry que parecía querer recobrar el conocimiento, auxiliandolo para que pudiera ponerse de pie, a pesar de que se veía claramente desubicado.
-"Escúchame. Mi nombre es Camila Cohen soy historiadora y profesora en la Universidad de Oxford" Se presentó la ojimarron lo más tranquila posible, levantando sus manos queriendo darle tranquilidad a la mujer de piel pálida que aún la veía con recelo. -"El es Ethan Baldock, encontró la cápsula en la que te encuentras en una excursión en una zona montañosa de Austria" Dijo ahora señalando al rubio quien ayudaba a salir a Henry de aquella habitación.
La extraña mujer los miro brevemente aún no comprendiendo del todo, pero por alguna extraña razón aquella mujer castaña que decía llamarse Camila le provocaba confianza, sus ojos parecían sinceros; y vaya que ella a los largo de sus 'veinticuatro' años de vida había visto miradas cargadas de lascividad, odio, menosprecio, promesas falsas, mentiras y demás sensaciones horribles. Así que en primera instancia podía deducir cuando una persona hablaba en serio y cuando mentía o se aprovechaba.
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LA SANGRE MALDITA
FanficElla se sentía un monstruo, y tal vez lo era, o al menos sus vagos recuerdos la delataban, pero al ver el par de miradas que la veían como el ser más hermoso sobre la tierra, quizás su corazón comenzaría a latir de nuevo.