Camila corrió por los amplios jardines de Wellington Road, apenas podía ver debido a la densidad de la neblina, el frío calaba en los huesos pero sobre todo su corazón quería salirse de su pecho, tras de ella alguien del servicio corría guiandola al granero donde Ciro parecía agonizar.
Apenas entrar al lugar pudo escuchar los lamentos de dolor que lanzaba su perro, se encontraba recostado y junto a el, el matrimonio que lo cuidaba.
No dudo en acercarse a el, y posicionarse a su lado, comenzando a acariciar su cabeza.
-"¿Que paso?" Dijo con la voz entrecortada cuando noto su osico manchado con pequeñas gotas de sangre.
La mujer que acompañaba al gran danés trago grueso, sus ojos estaban llenos de lágrimas ante el sufrimiento del can. -"No lo sabemos Profesora, cuando se le dió la cena estaba bien, el propio veterinario que lo reviso hace horas también concluyó que estaba bien, simplemente pidió que lo mantuvieramos vigilado algunos días" Informo la mujer volviendo a llorar.
Camila nego con la cabeza y sentía sus propios ojos llenarse de lágrimas, al igual que su garganta cerrarse. -"Tranquilo amigo, todo va a estar bien... Lo prometo" Mencionó acercándose más a Ciro, besando su cabeza.
-"Hay que hablarle al veterinario" Exigió Camila viendo como sus orejas también estaban manchados de sangre y como su mascota seguía sufriendo cada vez más.
-"Ya lo hicimos, pero Wellington Road está a cuatro horas del centro de Canterbury" Murmuró él hombre con pesar, causando un golpe directo en el corazón de Camila.
-"Tiene que haber algo que podamos hacer" Dijo notando la respiración de Ciro más pausada. Sus lágrimas ahora bajaban por su cara, no le importa retirarlas sabiendo que saldrían más.
Lo único que le importaba era Ciro.
El matrimonio se miro brevemente sabiendo el irreparable destino de Ciro.
El cual vino unos momentos después cuando su respiración se pauso. Camila lloro desgarradoramente, sus sollozos parecían atravesar el corazón de los otros presentes.
La Profesora entendía que estaba maldita, que su cruel destino era ver morir a todos los que amaba, estaba sola, más sola que nunca.
No supo cuánto tiempo estubo allí, al costado de Ciro, pero los primeros rayos del sol comenzaban a inundar aquel granero, le dolía la cabeza, y sentía las lágrimas secas en sus mejillas, no le quedaban fuerzas.
-"Profesora Cohen" Escucho levemente la voz de Ethan Baldock llamándola mientras tocaba suavemente su hombro. La ojimarron lo miro con recelo en cuanto noto su presencia. -"Me acabo de enterar, lo siento tanto" Murmuró conmovido, era cierto que había tenido bastante coraje con Ciro el día anterior, pero jamás pensaría en desearle algún daño.
-"¿Que conveniente no?" Mencionó la ojimarron con rabia contenida, el rubio la miro sin entender. -"Lo envenenaste, casualmente ayer lo querías fuera de tu propiedad y ahora está muerto" Reclamo poniéndose de pie, al igual que Ethan que hace un momento estaba en cuclillas.
-"Profesora Cohen, entiendo su dolor pero no le voy a permitir que me acuse de esa manera" Respondió el ojiazul con algo de indignación. La Profesora Cohen apenas lo miro.
-"Váyase a la mierda Ethan Baldock" Vocifero la ojimarron con coraje señalando al hombre. Quien se sorprendió por el arrebato de la Profesora pero se limito a no decir nada, en cambio solo nego con la cabeza.
A lo lejos unos ojos verde esmeralda veían la interacción entre ambos, que estaba más que claro era una discusión, por los movimientos bruscos que hacía la ojimarron al hablar con el señor Baldock.
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LA SANGRE MALDITA
FanficElla se sentía un monstruo, y tal vez lo era, o al menos sus vagos recuerdos la delataban, pero al ver el par de miradas que la veían como el ser más hermoso sobre la tierra, quizás su corazón comenzaría a latir de nuevo.