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Oxford, Ox., UK.

Lauren había prometido y jurado a Camila que estaba dispuesta a renunciar a Isaac, de hecho cuando lo dijo lo sentía de verdad. Amaba a ese pequeño bebé que llevo en su vientre, y que cargo con delicadeza solo un par de veces, pero que con esas fue suficientes para saber que lo amaría toda su vida.

Renuncio a el por protegerlo. No supo si fue lo mejor, quizá no lo fue. Pero lo había hecho.

Aquel pequeño niño, ahora todo un adulto. Tenía una vida, una vida qué llevaba bajo las sombras debido a la naturaleza de su ser. Pero no tenía duda de que había podido sobrevivir sin ella.

Lauren estaba segura que podría resignarse a vivir una vida lejos de el, simplemente añorando el recuerdo de lo que un día fue, e imaginando lo que pudo ser.

Esa sensación dentro de ella, el ser madre. Llenaría cualquier hueco.

Y sabía que sería feliz a lado de Camila, la persona que amaba. Incluso guardaría el recuerdo de Isaac con todo el amor del mundo y podría pensar en el con una sonrisa en el rostro. Sabiendo que en algún lugar del mundo el sería cobijado por el mismo cielo. Fantasearia con encontrarlo alguna vez en la calle, pasarían, rozarian sus hombros y Lauren imaginaba reconocerlo, sería perfecto.

Pero hoy. Todas esas historias qué su cabeza creo y se maravillo anhelando se han hecho añicos. Porque hoy, esta misma mañana ese sobre amarillo sin ningún tipo de datos más que su nombre, sembró la semilla qué ella se había empeñado en arrancar.

Hoy por fin volvió a ver sus ojos, ese cabello negro despeinado qué le recordo de inmediato al propio al igual que su piel pálida. Su corazón bombeaba a toda prisa, mientras sus manos sudaban y temblaban al sostener aquella fotografia. No decía nada, no había ningún tipo de recado pero para ella estaba claro quien envío aquella imagen y sobre todo de quién se trataba.

Agradecía qué Camila hubiese salido más temprano a hacer algunos recados, si no, no sabría que decirle para justificar aquel llanto qué parecía salir del fondo de su alma.

Cubrió su boca con su mano, intentando fallidamente ahogar los sollozos, que salían de ella.

La foto de Isaac parecía arrebatarle toda la fuerza de voluntad qué tenía para no conocerlo y dejarlo vivir su vida.

No supo cuanto tiempo paso mirando y llorandole a aquella fotografia, se había encerrado en la habitación qué compartía con Camila para poder contemplarla. Pero toda esa burbuja auto impuesta se deshizo cuando la puerta de la entrada del apartamento se escucho cerrar. Limpio sus ojos como pudo y guardo la imagen bajo el colchón. Corrió al baño donde se lavo la cara, al mismo tiempo que respiraba hondo. Miro su imagen esperando no parecer tan debastada como se sentía realmente en ese momento. Pero no podía dejar que la castaña la viera así. En cambio hizo un par de ejercicios de relajación hasta que se convenció de que su aspecto no le delataba. Entonces salio y encaro a la mujer que amaba. Quien estaba en la pequeña cocina del apartamento, aparentemente guardando la despensa qué acababa de hacer.

-"Dinah me dijo que tiene una amiga que es dueña de una casa de subasta en Estados Unidos" Murmuro Camila mientras se concentraba en guardar diversos alimentos en la alacena. -"Dice que puede hablar con ella y encontrarme una vacante, clasificando y tasando artículos. Definitivamente no es mi especialidad, pero sin duda es algo que podría hacer" Hablo distraídamente sin notar la vacilacion de Lauren, salir del Reino Unido había sido el objetivo principal desde hace unos días. Seguía teniendo la identidad falsa qué Ethan le había conseguido con documentos bastante creíbles, y la ojiverde supo que esa idea no había salido de la mente de la Profesora, peor aún, estaba actuando para solucionarlo lo más rápido posible.

LA SANGRE MALDITADonde viven las historias. Descúbrelo ahora