Capítulo 8 -Pasado-

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Una chica del otro extremo de la clase se dirigía a Laura, su mirada estaba clavada en ella, una mirada decidida y los pasos firmes, no aparto la mirada de Laura en ningún momento y cuando se posó frente a Laura esta la pudo ver con más claridad.

—Hola, soy Mara y soy la delegada de la clase —le tendió una mano, Laura no la acepto, sabía que esa chica venía con malas intenciones, pero no iba a dejar que se saliese con la suya, fuese lo que fuese, la miro curiosa, pero los modales no los iba a perder ante nadie.

—Hola Mara, yo soy Laura, ¿Qué se te ofrece por aquí? —dijo mirándole desafiante.

—Ayer hice que te pusiesen un pupitre, alejada de esta —dijo indicando su rostro en dirección de Eva —lo pusimos al lado del mío, ya que soy la delegada de la clase y nadie mejor que yo podría enseñarte en instituto —dijo toda orgullosa, su mirada ahora era maliciosa.

Eva intervino.

—Esta tiene nombre y es Eva —Mara ni la miro.

—Gracias por tu preocupación Mara, pero no quiero cambiarme, aquí estoy muy bien —y le sonrió falsamente y Eva lo pudo distinguir, todo brillo de sus ojos verdosos había desaparecido y se habían convertido en un tanto de desprecio.

— ¿Me estás rechazando? –parece que nunca le hayan llevado la contraria, pensó Laura, miro a Eva y esta la miraba, se entendieron con una sola mirada y a Eva estuvo a punto de escapársele cierta risa que pudo reprimir por suerte.

—Si —dijo Laura mirándola desafiante y esos ojos avellana que ahora la miraban como si la hubiese ofendido y con cierto yacimiento de odio hacia ella.

— ¿Cómo te atreves, acaso no sabes quién soy? —estaba indignada.

—No, pero me da absolutamente igual, este es mi sitio y a mi lado está mi amiga —Laura estaba muy segura de sus palabras.

—Pues aparte de ser la delegada, soy la persona más popular del instituto —no hizo caso a las últimas palabras de Laura.

—Enhorabuena por ti —a Laura no le importaba lo más mínimo esa chica ni quien fuese, así que le dijo —fuera de aquí solamente eres una persona más del mundo, así que como ya te he dicho me da absolutamente igual quien seas, estoy sentada con mi amiga y no me pienso mover de aquí hagas lo que hagas.

—Te vas a arrepentir —dijo Mara, amenazante y se dio la vuelta e indignada, se dirigió a su asiento, a la otra punta de la clase, su cabello largo y rizado color castaño se alzaron creando ante ese movimiento de cabeza un poco de aire.

Cuando Mara se hubo ido Laura giro la cabeza y allí se encontró esa mirada llena de significado como asombro, entusiasmo, entendimiento... todas ellas en una misma mirada seguida de una pequeña sonrisa.

— ¿Sabes lo que acabas de hacer? —su sonrisa y sus ojos ahora eran maliciosos.

—No, pero sinceramente me da absolutamente igual —la mirada de Eva se convirtió en una expresión divertida.

—No sabes nada —cierta sonrisita se formó en un rostro.

— ¿Qué hace tanta gracia?

—Pues que no sabes nada, ahora Mara irá por el instituto soltando que le has rechazado y te va a poner como la mala y a ti no te preocupa, me encanta esta manera tuya de ver la vida sinceramente —sus ojos se encontraron con los de Laura que la miraban fijamente, sus ojos brillaban y a duras penas podía reprimir alguna risa.

Laura acabó por rendirse y acabo riéndose, contagiándole a Eva, también la risa reprimida, sus risas sonaban por toda el aula, sus risas eran como las teclas de un piano bien tocado, eran como un bonito paisaje de tulipanes y claveles moviéndose al unísono al son del viento. Hacía tiempo que no me reía de verdad, pensó Eva.

Un corazón roto ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora