Capítulo 14 -Pasado- (Laura)

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Al llegar a mi cuarto ayudé a Eva a sentarse sobre mi cama y luego cerré la puerta, cuando me giré me miraba con los ojos bien abiertos, los ojos que sabían que iba a pasar y no querían que pasase, los ojos más tristes que había visto y todo eso de una persona, de una chica que había llegado a mi vida hacía unos meses y había logrado llegar a mí, siendo yo la que se interesó, pero eso no importa porque lo que importa es que esta chica en tres meses ha pasado de ser una desconocida a ser una de las personas más importantes de mi vida y ahora se encontraba sentada sobre mi cama mirándome con la cara más triste que haya visto en mi vida y no puedo hacer nada, solo escuchar y dar alguna solución que seguramente será inútil, pero por lo menos aportaré algo aparte de mi presencia. Me acerqué poco a poco hasta que estuve frente a ella, me miraba a la cara y poco a poco me fui poniendo de cuclillas para que no tuviese que alzar tanto la vista, cogí sus manos y con los pulgares empecé a acariciar sus manos tan finas, tan pequeñas...

La miré a los ojos, esos ojos que querían decirlo todo, pero a la vez tenían miedo de lo que pudiese pensar, de cómo reaccionaría y sobre todo unos ojos que no habían confiado en nadie en mucho tiempo y solo querían ser escuchados por una vez en mucho tiempo y yo estaba dispuesta a ser esa persona que le escuchase y le diese mimos, yo estaba dispuesta a cualquier cosa con tal de que estuviese mejor.

— ¿Qué ha pasado?, bueno, más bien ¿Qué pasa? —vi como su boca se abría varias veces para contestar, muchas veces, muchas, muchas cosas por contar que parecía que se acumulaban en una gran pila, así que opte por hacerlo de otra forma —hagamos una cosa, te pondrás una toalla en la cabeza y te darás la vuelta, te preguntaré y me contestaras sin ninguna mentira ni nada que te olvides, ¿te parece? —asintió con la cabeza. Fui al baño a por una toalla y cuando volví estaba sentada en el suelo mirando hacia la pared a la espera de la toalla que no tardó mucho en llegar. Me senté mirando hacia su espalda, se había puesto una camiseta mía y un pantalón también míos y los dos le venían grandes, vi como la columna vertebral se veía cuando tenía la espalda encorvada y vi la gran diferencia de tamaño entre las mangas de la camiseta y su brazo, la camiseta era dos veces su brazo y también pasaba lo mismo con mis pantalones, seguramente hasta se le cayesen si no fuese porque tenían goma con una cuerda y se la había atado a la cintura por si acaso los pantalones eran muy grandes, cosa en la que acerté. Eva se movía nerviosa, sus manos no paraban de moverse, se apoyaban en el suelo y luego las elevaba para volver a dejarlas en el suelo y así repetidas veces — ¿Qué pasa? —fue una pregunta general de todo, sabía que iba a ser difícil para ella contestar, pero yo iba a ser paciente lo tenía claro.

—Todo empezó hace unos cuatro años —respiro profundamente para mentalizarse de lo que iba a decir y como lo iba a decir —mi padre murió en un accidente de tráfico cuando tenía once años y aún no había yo cumplido los doce, faltaban solo unos meses para que cumpliese años, mientras pasaba el tiempo mi madre empezó a estar más ausente por casa, empecé a comer menos, y el día de mi cumpleaños mi madre se presentó en casa con un hombre un tanto más mayor que ella, cuando lo vi no me gustó nada y lo presentó como su novio, ¿Cómo podía haber olvidado a mi padre que solo hacía unos meses había muerto?, no supe gestionar mis sentimientos, no supe guardarme mi frustración ni mi tristeza, no supe cómo hacerlo —respiro, empezaba a ponerse nerviosa —mi madre a pesar de que no me gustaba esa persona mantuvo la relación con ese hombre —empezó a respirar rápido, me acerque y la abrace por detrás.

— ¿Y luego?

—Me toco —rompió en llanto —me toco muchas veces y acabé por denunciarlo, mi madre no me creyó, pero no tenía lugar al que ir así que me tuve que quedar con ella, su comportamiento cambio de la noche a la mañana, me llamaba putilla porque ella cree que lo incite yo a que me tocase, me empezó a pegar y yo deje de comer por las mañanas y por la noche solo comía a la hora de la comida en clase y mi madre cuando volvía de clase... bueno a cabo por amenazarme —la retuve en mis brazos, la abrace fuertemente para que viese que no estaba sola, que yo no iba a juzgarla, que podía contarme lo que fuese... —cuando te conocí bueno sé que no puse mucha resistencia, pero por una vez en cuatro años me sentí bien estando a tu lado, he encontrado unos ojos que no quiero dejar de ver y esos son los tuyos, con solo ver a mi madre y sus ojos azules entro en pánico, le tengo mucho miedo... —lloraba, lloraba dejando salir todo, lloraba desde el alma, lloraba como la niña pequeña que había sido, una niña pequeña asustada y lloraba y lloraba desde lo más profundo de su ser, la estreche aún más fuerte entre mis brazos, sentía que el abrazo se quedaba corto, pero la rabia brotaba de mí, brotaba como cuando la mala hierba se quema, brotaba como una hoguera, pero seguí abrazándola, no quería soltarla por nada en el mundo —hoy no ha hecho nada, pero he acabado vomitando del miedo que le tengo, del pánico por todo, duermo mal y mi madre un día fue a por mí al colegio y me empezó a llamar pequeña putilla en la puerta del instituto, la gente empezó a cuchichear y a preguntarme al día siguiente, lo único que hice fue callarme —se quitó la toalla y se giró para enterrar su cabeza en mi hombro, dejo que las lágrimas saliesen y las mías también salieron, ¿Cómo esa mujer le había hecho eso?, mi ira crecía hacia su madre y su pareja, pero no podía hacer nada solo retenerla en mis brazos y dejar que se desahogase.

Un corazón roto ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora