Capítulo 30 -Pasado- (Eva)

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Juan y Evelyn nos miraban atentos y Laura me sujetaba con una mano por la cintura.

—Es algo mío, es un problema —había tensión —pero no es nada, no pasa nada — traté de levantarme —no es importante...

—Sí que es importante —dijo Laura agarrándome con las dos manos para que no me fuese —tienes que decírselo.

— ¿Qué problemas puedes tener?, solo eres una adolescente —dijo Juan.

Millones de respuestas se abalanzaron sobre mi mente chillando las respuestas una tras otra. ¡Tengo problemas de depresión! ¡No soy feliz si no es con Laura! ¡Mi madre me odia a muerte! ¡Me odio! ¡Tengo problemas de comida! ¡Tengo falta de sueño! ¡Me quiero morir! Todas ellas acudieron a mi cabeza como una avalancha de animales, haciéndome casi estallar en llanto. Pero resistí, resistí y pude aguantar el lloro a duras penas y tuve que aguantar mis ganas de chillarle todo eso a la cara.

—Cariño —le riñó Evelyn —no sabes lo que puede pasar, déjalas hablar qué seguro que tienen algo importante que decirnos —Evelyn estaba dispuesta a escucharnos.

—Es difícil empezar, pero lo aré lo mejor que pueda para explicároslo —Evelyn asintió con la cabeza y Juan resopló —. Todo empezó cuando yo tenía once años y me faltaba poco para cumplir los doce años —es difícil de decirlo —mi padre murió en un accidente de tráfico y cuando mi padre murió mi madre a las dos semanas trajo a un hombre a casa y durante ese tiempo estuvo muy ausente. No había visto en mi vida ese hombre, pero ese hombre se mostró muy amable desde el primer momento, demasiado —Evelyn me escuchaba atenta —el hombre venía casi diariamente y un día me toco, y al siguiente y al siguiente, así repetidas veces tratando de tener sexo conmigo —la voz se me quebró, estaba a punto de llorar, pero tenía que acabar —yo era muy inocente y al principio no le di mucha importancia, pero un día en unas charlas de policías que hacían en la escuela hablaron del tema de eso de lo que me estaba pasando a mí —me empieza a faltar el aire y me caen algunas lágrimas —al sentirme tan identificada con lo que estaban diciendo al terminar la clase me acerqué a ellos y le dije lo que me pasaba y los policías actuaron rápido, detuvieron al hombre y mi madre se volvió completamente distinta —Evelyn aguantaba las lágrimas y Juan me había puesto atención —mi madre empezó a llamarme mentirosa, puta, que había dicho todo eso porque ese hombre no me gustaba, etc. Empezó a pegarme cada vez que me veía, acúmulo un odio hacia mí que ni yo sé por qué me odia tanto —Laura me abrazo por la cintura y hundió su cabeza en mi espalda —el otro día mi madre no me pegó, pero del miedo y de no haber comido prácticamente nada vomité y quedé así de frágil y Laura me ha hecho darme cuenta de que es más importante de lo que pienso, aunque piense que siguen siendo tonterías —cogí aire y unas lágrimas recorrieron mi rostro —hemos estado hablando mucho Laura y yo estos días y ayer le dije que no quería volver a casa con mi madre —una lágrima recorrió el rostro de Evelyn y Juan había dejado el mando a un lado —me dijo que halase con vosotros que ella intentaría que pasase menos tiempo en casa —se me quebró la voz, ya no podía seguir, note como las manos de Laura se separaban de mi cintura y como su rostro se desenterraba de mi espalda, su voz sonó firme pero triste.

—Le dije que podríamos hablar para que viniese los viernes por la tarde al acabar las clases y el lunes por la tarde que volviese a su casa y así repetidas veces — ¿puede que tuviese algo de miedo?

De repente, Juan abrió varias veces la boca para contestar y Evelyn también.

— ¿Cómo no nos hemos podido dar cuenta? ¿Cómo una madre ha podido hacer algo a su hija, a su sangre, no a una desconocida? —lloraba, Evelyn no dejaba de llorar —es tan triste y doloroso de escuchar...

Un corazón roto ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora