Capítulo 29 -Pasado- (Laura)

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Los días siguientes antes de volver mis padres se me hicieron muy amenos, éramos felices, todas las noches llamábamos a mis padres y durante el día manteníamos la casa limpia, íbamos a hacer la compra, veíamos series y películas, mirábamos todas las noches las estrellas y la luna en el balcón y como no, no podían faltar los besos, las caricias y las cosas bonitas, pero nuestros días felices iban a acabar primero porque mis padres y mi hermano volvían a casa y segundo porque empezábamos el segundo trimestre y era el trimestre en el que más exámenes y tareas habían así que tendremos que estudiar mucho más, espero poder quedar con Eva, ya sea de ocio o para estudiar o para lo que sea, pero no quiero que pase mucho tiempo en su casa con la bruja de su madre.

—Mañana vuelven tus padres —puso su cabeza en mis piernas.

—Sí —yo estaba leyendo un libro y Eva cada dos por tres se apoyaba en mis piernas y luego volvía a incorporarse para dibujar algo.

—A ver qué nos contarán —volvían el domingo ocho y el lunes nueve empezábamos de nuevo las clases.

—No tengo ganas de empezar las clases —me agobiaba pensar que volvíamos a las clases.

—Yo tampoco, pero míralo de otra forma, las clases son como un puente para llegar a un fin —Eva llevaba unos días como un poco más optimista.

—Ya, pero sigo sin tener ganas de volver a las clases, para que Mara me esté mirando como si me fuese a matar, porque lo hace, pues no me dan ganas.

—Pues habla con ella —ya lo había pensado, pero a saber cómo reaccionara.

—Pues no me hace mucha ilusión, pero si es lo que tú dices lo aré —puse el marcapáginas para poder centrar toda mi atención a Eva — ¿Por qué Mara te tiene tanta manía? —la pillé desprevenida.

—Sinceramente, no sé, a ver durante un tiempo fuimos amigas, pero no muy amigas y ella se volvió popular y yo lo estaba pasando mal y se acercó un día y pues por así decirlo le solté un estufido y se fue enfadada, creo que me he respondido, pero no creo que sea tan rencorosa, esto pasó hace más de seis años.

—Pues no sabría decirte yo —Eva estaba sentada a mi lado dibujando algo de lo que no lograba descifrar que era.

—Habla con ella para que deje de mirarte con odio, seguro que si la dejas hablar te lo contará de una —no mostraba mucho interés por hablar de Mara.

—Pues eso are, pero que sepas que no tengo ganas de hacerlo —me miró —lo hago porque tú me lo has dicho —le sonreí y ella también me devolvió una sonrisa, cerró la libreta y me volvió a mirar.

—No tengo ganas de volver a casa de mi madre —sus ojos dejaron de brillar para dar paso a la tristeza y el miedo —sé que a ella no le importa que no este, si incluso está mejor sin mí, pero es que no quiero ir después de haber pasado estos días contigo —parecía que iba a llorar —sé que no me puedo quedar más ni te lo estoy pidiendo solo quería decírtelo —bajo la mirada y volvió a abrir la libreta, pero la detuve e hice que subiese su mirada alzando su barbilla cuidadosamente para que sus ojos quedasen a la vista de los míos.

—No te puedes quedar aquí por el momento a vivir, pero sí te puedo asegurar dos cosas. La primera es que voy a hacer que pases el menor tiempo en casa y la segunda es que podemos hablar con mis padres para que el viernes, cuando haya clases, te vengas conmigo a casa y pases el fin de semana aquí hasta el lunes siguiente para que vuelvas a casa —sus ojos estaban vidriosos a causa del intento de aguantar el lloro que no tardó mucho en salir —hablaremos con ellos y se lo explicaremos, te lo prometo —la abrace y ella escondió su rostro en mi hombro.

—Gracias —dijo en un sollozo.

—Ya te dije que me contases lo que fuese, que te preocupase o no le dieses importancia, que yo iba a tratar de buscar la solución sea como sea —la estreche aún más entre mis brazos, no quería soltarla —te quiero —le susurré.

—Yo también te quiero.

El día transcurrió tranquilo y a la mañana siguiente por las once volvieron mis padres y Carlos a casa. No nos dábamos ningún beso ni ninguna palabra cariñosa a no ser que fuese en mi cuarto donde mis padres no nos oirían. Comimos todos juntos y nos contaron eufóricamente como fue la fiesta de fin de año, navidades y demás y mi hermano no abrió la boca para nada.

—Adiós —y subió a su cuarto sin decir nada más y como siempre iba pegado al móvil. Puse mi mano en la pierna de Eva para llamar su atención y cuando mis padres se fueron de la cocina le dije.

— ¿Se lo contamos? —asintió con la cabeza. Recogimos los platos y fuimos al comedor viendo la escena típica que había visto durante todos los días de mis dieciséis años de vida que llevo, mi padre sentado en el sofá y a su lado mi madre —Papa, mamá, tenemos que contaros unas cosas —nos sentamos en el sillón libre e hice sentar a Eva en mis piernas —esto es serio así que me gustaría pediros que apagaseis la televisión, si no es mucha molestia.

—Claro cariño —indico mi madre a mi padre que apagase la televisión.

— ¿De qué nos queréis hablar de que es tan importante?


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Uy... Solo digo que se vienen cositas en el próximo capítulo (también disponible)

Espero que os haya gustado.

Feliz sábado a todos.

PD: Las estrellas brillan, tú también.

Un corazón roto ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora