Volvió a pasar el tiempo y ahora nos situamos en junio, un día antes de la graduación. Me encuentro en la habitación con Laura intentando que venga a la graduación.
—Venga, por favor, ven —le digo por enésima vez.
—No sé yo... —solo me contesta eso en todas las veces que se lo he pedido.
—Porfa, solo pasa una vez en la vida.
—También está la graduación de bachillerato.
Tengo que morderme la lengua para contestarle que para ese entonces lo más probable es que ya no este.
—Pero esta solo pasa una vez —le cojo las manos —por favor, ven conmigo —me mira dudosa —si el problema es lo del pelo podemos arreglarlo, si no te gusta algo lo dices y lo ajustamos, pero por favor —la miro directamente —ven conmigo.
Duda durante unos instantes y al final responde lo que llevo esperando durante más de dos horas.
—Vale.
—¿En serio? —se me va un poco la voz y chillo un poco.
—Si —ahora me sonríe viendo cómo me he emocionado.
—Gracias, gracias, gracias —me suelto de sus manos y la abrazo sin dejar de darle las gracias —gracias, gracias, gracias... —Laura solo se ríe.
—No es para tanto.
—Para mí sí, y mucho —estrecho aún más el abrazo hasta que me separo y le doy muchos besos. Se los doy por la boca, sus comisuras, la frente, mejilla, nariz y por todos los lugares de su cara que no quiero dejar sin una marca mía, de mis besos. Hago que ría un poco y hace que me avergüence un poco de lo que acabo de hacer, pero cuando me separo y me mira de esa manera que parece que sea lo mejor que le haya pasado en la vida, uf, la vuelvo a besar. Un día de estos me encantaría hacerle una foto a sus ojos (aunque no le haga justicia la foto a como son en realidad) y la pienso enmarcar —te quiero.
—Yo también, hoy, mañana y siempre —posa su mano en mi mejilla y pasa la otra mano hasta mi cintura donde se queda posada por un buen rato.
Solo me mira, y me mira como si fuese lo mejor que ha visto en la vida, y yo no puedo apartar la vista de sus ojos que me logran hipnotizar cada vez más y más, y solo por verlos. Me sonríe y verla sonreír con la que tiene encima, combinado con sus ojos, hace que sea perfecto el momento, estar tan cerca la una de la otra... me encanta.
De repente cambia la posición de su mano, que está en mi cintura, y la pone en mi lumbago, acercándome aún más a ella, no me niego porque lo único que pienso en este momento es en sus ojos verdes, en su sonrisa radiante seguido de sus labios chocándose con los míos, lo cual no tarda mucho en cumplirse cuando me besa e instintivamente pongo mi mano en su mejilla mientras da pequeños mordiscos en mis labios, no me hace daño, es lo importante.
Me besa y me besa, y ahora en lo único que puedo pensar es en sus labios, pienso en las mariposas que me provoca siempre que me besa, pienso en que mañana se animará a venir a la graduación, pienso en que la quiero muchísimo y no quiero que le pase nada malo. La quiero.
De repente da un pequeño gruñido grave y se separa un poco de mí.
—No puedo... sobrepasar... me —dice tratando de recuperar el aliento.
—No te estabas sobrepasando... —y me doy cuenta de que mi respiración también está agitada —y no creo que lo fueses a hacer... la verdad.
—Quería asegurarme —me vuelve a sonreír tan radiante como siempre y yo no puedo evitar besarla de nuevo a la vez que me voy acomodando encima de ella y ella me ayuda.
Pongo una rodilla a cada lado de Laura y ahora me sostiene por la cintura. Agacho un poco la cabeza para llegar a Laura que no ha dejado de besarme en ningún momento mientras que me colocaba, la quiero mucho, ojalá estos momentos durasen mucho.
Paso mis manos por su espalda mientras las muevo descontroladamente, pero de repente de otro gruñido que me da a entender que ya está.
Esta vez soy yo la que se separa y me levanto de su regazo para sentarme a un lado de la cama y dejarla respirar, pero antes de que me pueda alejar mucho de su regazo me retiene abrazándome por la cintura haciendo que no pueda moverme.
—¿Laura...?
—Déjame abrazarte un rato, por favor.
—Claro que si —me vuelvo a reacomodar y la estrecho entre mis brazos.
Apoyo mi cabeza en la suya y dejo que escuche mis latidos.
—Tus latidos van acelerados, los míos están igual —suena como aliviada, suena tranquila, suena en paz y eso hace que me sienta útil.
—Sí.
La verdad es que no sé cuánto tiempo estuvimos abrazadas, incluso creo que me llegue a medio dormir por un rato. Me separé cuando vi que empezaba a moverse y entendí que ya había tenido suficiente.
—Mañana veremos la ciudad, ya será tarde —digo mientras miro la hora en el móvil —mañana va a ser un día movidito.
—Si —dice a la vez que se tumba en la cama y me hace un hueco en el que dormir. Apago la luz y me tumbo a su lado. Tiene su cabeza apoyada en su mano y me mira feliz y sigue con esa mirada de como si fuese lo mejor en el mundo —te quiero con el alma.
Al principio me asombra, pero luego me doy cuenta de que no lo entiendo.
—¿Qué quiere decir eso?
—Un día te lo diré cariño —dice a la vez que extiende su brazo para que apoye la cabeza y con la otra mano libre aparta un mechón que se encuentra por mi rostro.
—¿Por qué?
—Porque ahora no es el momento —deja la mano que me ha apartado el mechón en mi cintura y cierra los ojos.
—Yo también te quiero con el alma, aunque no sepa que significa.
—Gracias, eso me hace muy feliz... —deja de hablar. Siempre he admirado esa capacidad que tiene Laura de dormirse tan rápido, con lo que me puede llegar a costar a mí conciliar el sueño con todo lo que está pasando... pues no me extraña.
Al final, después de darle tantas vueltas a lo que me ha dicho, acabo por dormirme abrazada a Laura.
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Un corazón roto ✔
Romance¿Qué pasaría si conocieses a la persona indicada, en el momento adecuado, pero la vida no os diese suficiente tiempo? Eva es una chica con muchos problemas y una visión pesimista de la vida, pero un día todo cambia cuando conoce a Laura, una ch...