Capítulo 52 -Pasado- (Eva)

14 5 0
                                    

Al llegar Juan ya estaba en la casa, preparaba la cena y cantaba al son las canciones de Freddie Mercury, todo un icono.

Al entrar a la cocina con la pala de cocinar hacía como si fuese el micrófono y daba todo por la canción.

—Hola cariño —dijo Evelyn.

Juan sorprendido se dio la vuelta para encontrarnos a mirándolo, se puso rojo como un tomate pero enseguida reaccionó.

—Oh, hola —dijo a la vez que apagaba la música y se acercaba para darnos a cada uno un abrazo —hola, cariño —dijo a la vez que abrazaba a Evelyn.

—Hola —se separaron y Juan fue a abrazar a Laura.

—Hola mi chiquitina —la abrazo.

—Papa —se quejó Laura —ya no soy pequeñita.

—Para mí siempre serás mi pequeñita —se separó de ella para luego acercarse a Carlos —hola chaval —Carlos supo reaccionar.

—Hola papa —pero mantuvo las distancias y no se abrazaron.

—Hola Eva ­—se acercó a mí y me dio un fuerte achuchón del cual casi no salgo viva.

—Hola —yo también le abracé.

—Bien —se separó de mí y volvió a la comida justo antes de preguntar —¿Cómo ha ido en el médico? —la sonrisa del rostro de Evelyn desapareció completamente y el silencio dio a entender todo, pero se verbalizó.

—Cariño, lo mejor es que prestes atención —Juan se dio la vuelta —Carlos, ve a mirar que la comida no se queme y dale la vuelta cuando sea necesario.

—Sí —paso por el lado de Juan, el cual ya llevaba una idea de lo que podría ser.

Nos sentamos en la mesa de la cocina y todos participamos en la conversación, aunque algunas más que otras.

—Papa... —Laura temía decirle —es cáncer de páncreas —los ojos se le llenaron de lágrimas a Juan, las cuales muchas no pudo controlar.

—¿Qué tan malo es? —había una pequeña esperanza en esa pregunta que fue fulminada en lo que dijo Evelyn.

—Metástasis, y en órganos muy importantes —dijo Evelyn lo más serena que pudo antes de que cayese una lágrima y otra por su mejilla, dando a entender que también era muy difícil para ella decirlo.

—Mi pequeña princesita... —la voz de Juan se quebró dejando paso al llanto —por favor... dime que es una broma... —sollozó, pero la cara de Evelyn lo decía todo.

Juan se levantó de la silla y fue a abrazar a Laura fuerte entre sus brazos.

—Tranquilo papá, tengo unas pequeñas posibilidades de durar más tiempo —Laura también lloraba y Carlos se había puesto unos auriculares para no oír nada, yo estaba también a punto de llorar, pero si lo hacía no sé si podría después levantarme por mí misma —ya está —trato de decir Laura a la vez que acariciaba el pelo de su padre que de repente hablo.

—Creo que mejor hoy no hago la cena, me voy a la habitación, lo siento mucho cariño —se separó repentinamente de Laura y se fue rápido por las escaleras seguido de Evelyn.

—Laura... —trate de decir antes de ver como su mundo se volvía a romper. Me levanté y fui a abrazarla.

—¿Por qué? —fue lo único que pudo vocalizar antes de empezar a llorar.

—Shhh, cariño, estoy aquí —estaba a punto de llorar, debía controlarme si después no quería ser una carga para Laura —te quiero... —deje una beso en la frente de Laura a la vez que Carlos se daba la vuelta con dos platos en la mano dando a entender que ya había acabado de hacer la cena.

Cenamos Carlos, Laura y yo en la cocina teniendo que poner otra vez a la cena jugo de limón y sal marina para que a Laura no se supiese acartonada.

Al acabar Carlos se fue a su habitación y Laura y yo hicimos lo mismo. Cerré la puerta cuidadosamente tratando de no hacer mucho ruido y nos sentamos en el balcón como solíamos hacer en navidades, solo que esta noche había caldeado un poco haciendo así que Laura y yo no tuviésemos que salir con el chaquetón, pero tampoco en manga corta, me senté a su lado donde su mirada estaba en el cielo estrellado con el que nos encontrábamos en el cielo, pude ver como los ojos se le llenaron de lágrimas, le cogí la mano y me miro por fin.

—Laura... —no sabía cómo comenzar.

—Es injusto —dejo un silencio —es injusto como va a acabar todo, es injusto que tenga esto en el cuerpo —se miró al abdomen con desprecio y volvió a levantar la vista —es injusto... —los ojos se le llenaron de lágrimas —es injusto, es injusto que por fin cuando he encontrado a alguien la vida venga y me arranque todas mis ilusiones de una, como cuando quitas una tirita, solo que esta tirita duele mucho más... —empecé a llorar también —es tan injusto... —puso su mano en mi mejilla y empezó a acariciarme.

Por un rato no pude decir nada, solo nos mirábamos y ella me acariciaba, me dolía mucho verla así.

—En injusto, muy injusto —dije afirmando lo cual le sorprendió —es injusto, el cómo de repente puedes tener un tiempo que estás bien y de repente un día perder toda esa calma y felicidad que te había rodeado, es injusto el cómo la vida nos trata y lo que nos depara al final del camino, es muy injusta la vida... ojalá fuese yo la que tuviese la enfermedad, y no tú —miré al suelo tratando de escapar de la mirada de Laura, había dicho lo que pensaba y puede que estuviese mal que pensase así.

—No pienses ese cariño, tú no debes tener la enfermedad —rehuí de su mirada —no sé qué sería de mí si tuvieses tú la enfermedad —lo dijo con un tono muy triste —tú tienes muchas cosas que hacer en la vida, tienes talento y muchas etapas por cerrar y en algún momento de este año yo seré alguna de esas etapas que deberás cerrar. La vida es injusta y no nos ha querido dar más tiempo, me duele, pues sí, pero eso no significa que no vaya a raparme el pelo y a hacerme las quimios que sean necesarias para que podamos tener, aunque sea un mes, dos o más juntas —me cogió de la barbilla y puso sus ojos sobre los míos. Sus ojos estaban convencidos de lo que decían y con ellos Laura, yo lloraba de nuevo —te quiero mucho.

—Yo también —deposito un beso y por fin aunque sea un poco pude dejar de llorar —yo también te quiero mucho —me seque las lágrimas y volvimos a poner la vista en el cielo, en ese cielo que me hacía sentir insignificante ante tantas estrellas. 

Un corazón roto ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora