R E G R E S O |Fanfic Pecados Placenteros|

12

Dominick Parker

Conozco a Daneiris desde que somos niños, desde que Christopher a los cinco años nos llevó a su casa. Lo primero que me gustó de ella fueron sus ojos, tenía unos grandes ojos grises que brillaban.

Siempre he pensado que es la mujer más hermosa que haya visto.

Y mientras pasaban los años se hacía mucho más bonita, y su carácter cada vez más horrible. Siempre metida en problemas, ella y su hermano. Problemas de los cuales en su gran mayoría yo la sacaba.

Dani era complicada.

Demasiado complicada.

La cena estuvo bien, se mantuvo tranquila durante las dos horas que estuvimos, al que me sorprendió de ella ya que nunca está quieta. No sé cómo vamos a hacer mañana, tiene que actuar como una mujer callada y sumisa, pero Daneiris es todo menos una mujer sumisa.

—¿Qué te ocurre?

La miré. Estábamos caminando por fuera del hotel, cerca de la piscina. Se había quitado los tacones y dejado el cabello suelto.

—Pensando en la reunión de mañana.

—Es la misión más fácil que se puede tener. —se sentó en el borde de la piscina, acomodando su vestido para mojarse los pies— Ya haz estado en misiones así, no sé porqué tan preocupado.

De repente está muy habladora...

—¿Cómo sabes eso? —me senté a su lado.

—¿Será por qué cuando hice al equipo tenía que leer los expedientes de cada uno? —dijo obvia— Tenía que saber en qué misiones habían trabajado. Eres de los pocos que trabaja bien en esa central.

La miré a los ojos. Ya sus ojos no tenían ese brillo que siempre había tenido, ahora se ven vacíos.

—¿Cómo has estado?

Ladeó la cabeza sonriendo.

—Bien, supongo. —se encogió de hombros— ¿Por qué me estás preguntando eso ahora?

—Te lo hubiera preguntado antes, pero siempre que quiero hablar contigo me evitas.

—No lo hago. —levanté una ceja que hizo que rodara los ojos— Cómo sea... Estoy bien.

—No lo parece. —murmuré— No pareces la misma.

Rió.

—¿Será por que ya no tengo dieciocho, sino veinticinco?

—No hablo de eso, hablo de... —negué— Olvídalo.

Ninguno de los dos dijo otra cosa. Comenzó a mover los pies en el agua. Se ve diferente ahora, y no hablo de la Daneiris de hace siete años, hablo de la mujer de hace unas horas que parecía querer matar a todo el que se cruzara en su camino. Se veía más tranquila que ayer.

—Desde ahora te digo que mañana actuaré como un linda, tranquila y sumisa esposa. —me miró— Pero a la primera que te sobrepases cogeré un cuchillo y te lo clavaré en la yugular, y también asesinaré a todos en esa reunión.

Olvídenlo, está igual de enojada que hace unas horas.

Subimos a la habitación cuando comenzó a temblar de frío. Le puse mi chaqueta por encima de los hombros mientras subíamos. Al estar en la habitación se fue directo al baño con sus cosas.

Fue una pelea cuando nos íbamos a dormir.

—Duerme en el sofá. —señaló molesta.