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Ocho Meses Luego...

Daneiris

Los últimos meses han sido un infierno. Me he deprimido demasiado al estar encerrada, apenas he cruzado palabras con alguien que no sea mi tío o Rachel. O Dominick cuando llama una vez a la semana para saber si sigo viva.

Las pruebas que nos hacían cada semana para eliminar el HACOC de nuestro cuerpo duelen demasiado, me volvían loca, y lo único que me hizo seguir sin querer matarme es que podré regresar con mi niño.

Meses y meses de tortura, de ganas de morir, sin ánimos de hace nada, y luego de tanto me dieron los resultados finales ayer en la tarde. El HACOC estaba fuera de mi sistema en su totalidad, y podía regresar a casa.

Bueno, no tanto así. Tanto Rachel como yo estamos fuera de la FEMF, nos quitaron nuestras medallas, nuestros uniformes, todo. Esto hasta que acaben con los Mascherano. Me enojé tanto cuando me enteré de ese estúpido trato que hizo Christopher para que no nos exiliaran. Hubiera preferido por una parte el exilio a tener que quedarme en Londres sin hacer nada.

Lo que quiero es vengarme de esos malditos, acabar con cada uno de los Mascherano.

—¿Qué hora es?

Rachel y yo estamos en mi habitación, ambas acostadas en la cama mirando al techo desde hace dos horas sin hacer absolutamente nada.

—Como las tres.

—Recce dijo que vendrían a las dos. —murmura mi cuñada enojada.

Yo estoy igual de enojada. Se supone que Christopher y Dominick llegaran hace una hora para sacarnos de aquí luego de que Recce los llamó cintándoles que ambas estábamos bien. De hecho, Rachel está muy bien desde hace semanas, pero no quería dejarme sola en este lugar.

Esperamos durante unos minutos más en silencio, no hay nada que decir que no hayamos dicho ya.

Escuchamos como tocan a la puerta, Recce es quien entra haciendo que ambas volvamos a poner mala cara para mirar a otro lado.

—Les dije que estaban de un humor insoportable. —murmura.

Eso hace que volcamos a mirar hacia la puerta de prisa.

—¡Mi amor! —Rachel es quien sale de la cama primero.

Mi hermano y Dominick están detrás de mi tío. Rachel salta encima de su novio, o lo que sea que sean ellos dos en estos momentos.

Yo me levanto de la cama, sonriendo para ir hacia el padre de mi hijo. Lo abrazo con fuerza, al igual que me estrecha entre sus brazos. Besa mi mejilla, yo tomo su rostro para poder besarlo como no lo he hecho en estos meses.

Odié todo este tiempo que no lo vi. Ni a él, ni a mi niño hermoso.

—Me hiciste mucha falta. —digo mientras lo abrazo otra vez.

—Y tú a mí, te extrañé mucho, incluso el lado odioso.

Río sin soltarlo.

Cómo si él no lo fuera.

Recce les dice que ya nos podemos ir, les da un resumen de los resultados y demás, eso mientras nosotras arreglábamos nuestras cosas.

Me despido de Rachel a los cuarenta minutos, también de mi hermano, aunque a él lo vería pronto.

—Mañana estaré en Londres. —me abraza con fuerza y besa mi frente— Te quiero.

—Yo a ti. —le doy una sonrisa.

Lo extrañé mucho en estos meses, jamás habíamos estado tanto tiempo separados. Porque para sorpresa de todos, respetó el dejar a Rachel sola, no sé qué hicieron para convencerlo pero lo hizo.

Mi tío y por lo que Dominick me contó, la pasó muy mal, tanto por lo de Rachel como por mi ausencia. Aunque mi tío me dijo que sufrió más por mi, por todo eso de ser gemelos, estar separados uno del otro nos afecta bastante.

—¿Nos vamos? —Dominick toma mi mano— Dedrick te extraña mucho.

Asiento deprisa.

Dios, ya quiero verlo.

Entramos al jet y este despega dirigiéndose a Londres, al fin.

—Te ves muy bien. —me acerca a él, tomando mi cintura para sentarme a horcajadas en sus piernas.

—Tenía que pasar el tiempo de alguna forma, era hacer ejercicio  o deprimirme más de lo que estaba.

Paso mis brazos por encima de su cuello dejando que me bese como lo necesitaba en este tiempo. Durante todas las horas se vuelo no le quité las manos de encima, me hizo falta demasiado en todos los sentidos.

•••

—¡Mamá! —mi hijo baja de la camioneta cuando me ve bajando del jet.

—¡Dedrick!

Me apresuro a bajar las escaleras para ponerme de rodillas en el suelo y abriendo mis brazos para poder recibirlo.

Se lanza a mí, sus bracitos me rodean con toda la fuerza que tiene, escondiendo su rostro en mi cuello.

—Mi amor, no sabes lo mucho que te extrañé. —beso su mejilla— Mi bebé precioso.

—No soy un bebé. —se separa de mi, pasando su mano por sus mejillas sacando las lágrimas que habían salido— Te extrañé muchísimo.

—No más que yo. —tomo su rostro llenándolo de besos— No llores, mamá ya está aquí y juro que no te volveré a dejar.

Lo tomo en mis brazos recibiendo otro fuerte abrazo de su parte. Dominick me sonríe por la escena con mis cosas en sus manos. Las sube a la camioneta y entramos en ella para ir a casa de una vez.

No solté a mi hijo durante el camino, él tampoco tenía intensiones de soltarme. Al fin al tenerlo junto a mi me daba paz.

En el viaje su padre me contó que estos meses había estado jugando en casa con unos cuantos amigos que había hecho en el colegio, y que todo estaba bien. Nunca quizo hablar de lo que sucedió, pero es algo que en algún momento descubriré porque no me quedaré jamás con la duda de lo que ocurrió.

También me dijo que hubo momentos en los que se puso muy complicado, discutiendo por todo y gritando que sólo quería que yo estuviera con él, escenas que luego acababan con él llorando abrazando a su padre con fuerza. Eso me rompió el corazón.

Al llegar a casa me contó todo lo que hizo en esos meses, su padre le enseñó a pintar así que rápido me mostró varios cuadros que hizo.

Christopher lo llevó a una carrera de autos, al escuchar eso rogué para que no fuera una ilegal como a las que íbamos de adolescentes. Lo mato si fue así.

—Todo te quedó muy hermoso, Drick. —lo felicito por sus pinturas. En serio son muy bonitas.

Esa noche dormimos los tres juntos, aprovechando que no iría a la centraron y que Dominick había pedido el día, estuvimos hasta muy tarde viendo películas. Dedrick se quedó dormido entre nosotros dos.

—¿Qué pasa? —pregunto cuando noto que me mira mucho.

El alemán toma mi mano y besa mis nudillos.

—Creí que te volvería a perder. —murmura— No sé que hubiera hecho si...

—Pero no pasó. —sonrío— Estoy aquí, y estoy bien. Se va a necesitar mucho más para sepárame de ti y de nuestro hijo.

Porque en serio, no hay nada que me haga dejarlo, a ninguno de los dos.

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R E G R E S O |Fanfic Pecados Placenteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora