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Daneiris

Despierto poco a poco luego de un largo sueño, la habitación sigue a oscuras, veo la hora en mi reloj y son las cinco de la mañana todavía, me desperté muy temprano.

Dominick está detrás de mi, abrazando mi cintura con sus brazos sin permitirme escapar. Me doy la vuelta con cuidado quedando frente a él, viéndolo dormir relajado.

Ojalá yo pudiera dormir así de tranquila.

Pero por lo menos en los meses que llegamos juntos he dormido mejor que antes, sin tantas pesadillas. Me siento segura cuando me abraza.

—¿Seguirás mirándome como acosadora?

Paso mis brazos por su cuerpo, pegándome más a él. Dejo mi cabeza en su pecho escuchando los latidos tranquilos de su corazón.

—Sí.

Besa mi mejilla, abraza mi cuerpo repartiendo los besos por mi rostro haciéndome sonreír.

—¿Saben que estoy aquí, verdad?

Ambos nos separamos y miramos, volteando a ver detrás de Dominick a nuestro hijo acostado con su manta dándonos la espalda.

—¿En qué momento te pasaste? —murmuro dentándome en la cama.

—No lo sé, pero déjenme dormir más. —se tapa la cabeza.

Dominick y yo nos miramos antes de soltar a reír. Él toma a nuestro hijo y lo coloca en medio de nosotros dos, Dedrick sigue tapado con su manta, pero de acomoda de forma que queda abrazado a mi.

—Tienes una habitación muy bonita, ¿por qué te vienes para acá?

—Porque quiero. —contesta.

Ruedo los ojos mirando a su padre.

Antes de que pudiera decir algo, su alarma en el celular suena. La apaga, Dedrick destapa su cabeza para mirarlo.

—¿Tienes que irte a trabajar?

—Sí, pero volveré temprano.

—¿Y luego podemos salir a cenar?

—Eso depende de tu mamá, ella es la que manda aquí.

Dedrick me mira esperando una respuesta. Los miro a ambos, me encojo de hombros.

—¿Por qué no?

Mi hijo sonríe y luego se vuelve a acomodar en la cama tapándose con su manta para dormirse otra vez. Dominick besa su cabeza y mis labios antes de levantarse de la cama para ir al baño.

Yo me quedo en la cama acariciando la cabeza de mi hijo. No pasa tanto tiempo cuando queda muy dormido. Le quito un poco la manta, se remueve acercándose más a mi, su brazo toma el mío para abrazarlo. Todavía puedo ver algunos golpes de lo que sucedió hace unas semanas, el enojo vuelve a mi a pesar de que ya lo había olvidado.

Al otro día de lo que sucedió, me encargué de hablar con mi abogado y ponerle una demanda y órdenes de alejamientos a esos niños, sus madres fueron furiosas a mi casa diciendo que mi hijo fue quien lastimó a los de ellas.

Ni les presté atención, no me interesaba saber nada de ellas, me interesaba que sus hijos y ellas se mantuvieran a cientos de metros de mi pequeño bebé.

Sé que Dedrick no es un angelito. Ni si padre ni yo lo somos, ni nadie con quien él interactúa, pero ellos comenzaron a lastimarlo y le aplaudo que se haya defendido de una vez por todas. Quizás el que haya mandado a unos niños al hospital es un poco agresivo, pero es lo que yo hubiera hecho.

De hecho, lo hice cuando estuve en la academia. Alex me castigó cinco meses por eso.

Dominick lo regañó por eso, pero ninguno de los dos lo castigamos, sólo un regaño que lo haga entender que debe decirnos siempre lo que ocurre.

Cuando dieron las seis de la mañana, Dominick se fue a la central. Me despedí de él en la puerta de su departamento en donde nos habíamos quedado a dormir, y me fui a la cocina a hacerme un café y a esperar que Dedrick se levantara para hacer el desayuno para ambos.

Una vez lo hizo, preparé las tostadas francesas que tanto le gustan.

—Mamá.

—¿Sí, cariño?

Me volteo sirviéndole el plato junto con frutas y jugo de manzana.

—¿Por qué papá no se muda contigo? ¿O por qué no te mudas tú aquí?

Buena pregunta.

—Porque así estamos bien, Drick. —le digo sentándome frente a él en la mesa— Sé que quizás te parece raro o no te gusta cambiar de casa casa cierto tiempo, pero nosotros estamos bien así, y estamos juntos que es lo que importa.

—A mi no me molesta cambiar de casa, pero creo que sería mejor si vivieran juntos, al fin y al cabo, siempre duermen juntos.

Sonrío.

—¿Esas son palabras de quien..?

—La tía Alexa.

Claro que si.

Salió con él y Abby ayer en la tarde y mi hijo viene así. Que lindo.

Mi celular suena con una llamada de mi hermano. Me levanto de la mesa diciéndole a Dedrick que termine de comer mientras hablo con su tío.

Abro la puerta del balcón para poder hablar bien.

—¿Qué pasa?

Tengo la dirección. —me tenso— Ya sé en donde se esconden los Mascherano.

Miro hacia atrás, asegurándome de que Dedrick siga en su lugar.

—¿Qué vamos a hacer?

Ven a mi casa en la noche, lo haremos hoy mismo.

Sonrío.

Al fin me podré vengar de cada uno de ellos.

—Iré para allá a las once.

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R E G R E S O |Fanfic Pecados Placenteros|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora