Capítulo 13

3.4K 291 3
                                    

Estaba atardeciendo para cuando volvimos a detenernos, estaba vez no me golpeé con su espalda porque lo vi antes de hacerlo. Ahora no estábamos en un estanque, sino en un prado abierto con flores, diferentes animales y una hermosa vista del atardecer. Ahora entiendo porqué algunas personas lo llaman "golden hours".

-¿Sabes cazar? -pregunta de repente.

-Am... N..No... -respondí.

-Me lo imaginé... -murmura más para sí mismo haciéndome sentir molesta-. Tranafórmate.

-¿Eh?

No me dio explicaciones, se volvió a su forma humana y se aentró al prado agachado, dejando que las flores y el pasto lo cubrieran. Hice mi que dijo y lo seguí rápido, pero se detuvo y me miró con advertencia para que no hiciera ruido.

-Agáchate -eso hice-. Si quieres comer, consíguete una presa. No volveré a servirte.

-P..Pero ¿cómo lo hago? Nadie me ha enseñado.

-Por eso haremos esto ahora. Guarda silencio.

Me quedé callada como dijo y lo seguí. Nos acercamos a donde podíamos ver a ciervos saltando y pastando, o a algunos conejos haciendo igual. Además de diferente aves.

-Tienes que ser silenciosa o los espantarás. Siente la tierra en tus patas, escucha cada sonido y fija un objetivo.

Él se adelantó y se quedó mirando a un ciervo. Me daba tanta pena matar a estos animalitos pero debía comer algo, lo sabía. Además... la carne es deliciosa.
Me sobresalté cuando Ethan saltó sobre el ciervo, espantando a los demás, mordió su cuello y no lo soltó a pesar de recibir patadas. Pero una de ellas lo golpeó en sus heridas y él se vio obligado por el dolor a soltarlo. Chilló frustrado y adolorido, podía ver la sangre salpicando de nuevo. El ciervo salió corriendo.

Me quedé viendo, podría hacer lo mismo... Correr como el ciervo y escapar, después de todo, Ethan estaba herido. Aunque su amenaza seguía rondando por mi cabeza, no quería quedarme sin piernas.
Me quedé paralizada, sin saber que hacer. Pero entonces me decidí. Corrí, pero no hacía donde quisiera.

-Estás sangrando mucho... -mencioné un poco asustada.

-Salió como lo separaba -respondió lamiendo su herida pero chillando a la vez-. Por eso... tendrás que hacerlo tú.

-¿Yo, en serio?

-¿Quién más si no? Tenemos que comer algo, yo estoy herido... tú te ves mejor.

-Sí, estás herido ¿Sabes que puedo irme y dejarte así, no?

-¿Y por qué no lo has hecho ya?

Callé en ese momento. No quería darle la razón pero mi silencio ya lo estaba haciendo. No me iba porque no podía dejarlo así, cargaría con eso en mi conciencia a pesar de lo mal que me ha tratado desde que aparecí en su vida.

-Lo sabía. Ustedes las hembras son realmente sentimentales con esto -comentó.

-Cállate, que ahora la que puede darte de comer soy yo -me atreví a decir sorprendiéndonos a ambos.

Vi una sonrisa lobuna burlesca en su rostro, no parecía molesto solo impresionado por mi osadía.

-No eres ni una novata en esto, ¿crees que podrás hacerlo?

-Puedo intentar...

-Hazlo entonces. Ya me viste hacerlo, intenta repetirlo, pero muerde las patas si no llegas al cuello. Así no podrá escapar.

Asentí comprendiendo. Miré hacia donde estaban los ciervos y me agaché para ir sin ser vista por ellos. Miré hacia atrás, Ethan se subió a una roca alta y se acostó allí, lamiendo sus heridas y observándome. Trague grueso, estaba nerviosa por su presencia juzgándome en cada movimiento que hacía. Dejé de pensar en eso y me concentré en los ciervos, me acerqué cuanto pude y fijé el objetivo como me había dicho antes. Pero por estar viéndo al ciervo, golpeé unas pequeñas piedras que espantaron a todos.

Maldecí y corrí tras ellos pero no alcancé a ninguno, se alejaron de mí y dejé de correr. Miré a Ethan, pero él solo miraba, ni siquiera hizo una mueca. Volví a intentarlo pero fue el mismo resultado, una y otra y otra vez. Me estaba hartando.

-Se hará de noche y no hemos comido -escuché.

-¡Ya lo sé! -respondí frustrada.

-A este paso, jamás cenaremos.

-¡¿Te puedes callar por un segundo?!

Me alejé hacia los ciervos una vez más. Gruñí molesta, volví a agacharme y fijar el objetivo, encontrándome con el ciervo que Ethan había atacado primero.

-Siente la tierra... siente la tierra... -me repetí.

Cerré los ojos y aspiré. Podía sentir el aroma a sangre de ese ciervo, escuchaba su respiración pesada y cansada, además de sentir sus pisadas nerviosas y adoloridas. Finalmente salté por instinto y conseguí caer sobre él, me sorprendí pero no por mucho ya que comenzó a intentar escapar. Mordí sus patas como Ethan había dicho, ocasionando que cayera al suelo. Trató de patearme pero alcancé su cuello.

-Lo siento...

Cerré los ojos a la par que apretaba mi mandíbula, escuché como rompía su cuello hasta que dejó de pelear y respirar. Lo solté asombrada, mi boca tenía sangre fresca y se sentía tan raro. Era la primera vez que mataba... No sabía cómo sentirme, pero a la vez... era la primera vez que conseguía cazar. Lo había hecho.

-Buen trabajo.

Me giré rápidamente, Ethan se acercó viendo al ciervo y aceptando que lo había hecho bien. No pude evitarlo y sonreí, estaba emocionada de que pude cazar.

-Pero yo lo herí primero, así que te la dejé fácil -dijo mordiendo la pata del ciervo y arrastrándolo.

-¡Ay, por favor! -me quejé mientras lo seguía-. ¡Lo hice yo! Dame el crédito. Ahora comeremos algo, merezco más que eso.

-Aún así, se podría decir que yo te ayudé.

-¡Pero la que lo mató fui yo!

No dijo más para ignorarme y que me desesperara. Negué con la cabeza bufando pero solté una leve risa mientras lo seguía. Ahora solo tocaba cocinarlo y comerlo, iba a comer algo que yo cacé... oh por la Diosa, aún estoy asombrada y emocionada.

¡¿POR QUÉ APARECISTE?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora