Capítulo 3

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Nuevamente escuché pasos acercarse a la celda, al levantar la vista cuando la puerta se abrió vi a dos hombres entrando.

-No te asustes... -habla el que tiene aroma a Beta-. Es un doctor, te va a curar las heridas.

-Es un placer, señorita -saluda el doctor agachando la cabeza-. Si me permite...

Los miré a ambos con desconfianza pero ya no tenía nada que perder. Dejé que se acercara. El doctor se agacha hasta estar a mi altura y empieza a examinarme, mueve mi brazo izquierdo y yo me aparté rápidamente al sentir dolor.

-Duele.

-Lo siento... -vuelve a examinar la herida-. Tendré coser un poco.

Asentí sin más. El doctor saca sus cosas y prepara todo para limpiar y coser, yo aparté la mirada, no quería ver esto. Me puso anestesia y empezó a coser, solo mantuve la vista en cualquier otra cosa de la habitación hasta que vi de reojo al Beta. Él observaba desde la entrada sin decir nada.

-Listo.

El doctor se levanta junto a todas sus cosas. Vi mi brazo ahora vendado.

-Gracias... -murmuré.

-No hay de qué, señorita -me sonríe amablemente.

El doctor se dirige hacia el Beta y le entrega unas indicaciones de medicamentos y cuidados para mí antes de irse justo cuando alguien más llega con una bandeja con comida.

-Le traje la cena -menciona el del olor a Delta y el Beta asiente.

Lo deja pasar y este deja la bandeja sobre la cama de la celda, me mira con lástima antes de salir.

-No entiendo... -confesé- ¿por qué ustedes son amables conmigo?

-Pues no tenemos porqué no serlo -comenta el Beta.

-Nuestro Alpha... -interrumpí al Delta abrazando mis rodillas.

-Por favor no lo menciones... no quiero saber nada de él -murmuré.

Pero era difícil, porque podía oler su aroma a un lado de la celda. Estaba aquí... pero no se dejó ver. El Beta y Delta se miran antes de suspirar pesadamente.

-Está bien.

Ellos se van para dejarme sola y con ellos se fue el aroma de mi Mate. Agarré la bandeja y vi la comida antes de comerla. Se sentía bien comer algo delicioso en una situación tan desagradable. Por lo menos algo bueno pasaba ahora.

***

***

Gruñí entre sueños antes de levantarme de golpe por la pesadilla que había tenido. Mi respiración era descontrolada al igual que mis latidos, mi cuerpo temblaba de lo alterada que estaba en estos momentos y el estar encerrada aun en la celda no ayudaba. Suspiré para tranquilizarme pero apenas podía hacerlo.

Quería que mamá apareciera junto a papá para abrazarme y ayudarme con todo esto. Quería sentirme segura.

Lo único que pude hacer fue abrazarme a mí misma en busca de calor y consuelo antes de que se hiciera de día y el sol traspasará la ventana de barrotes de la celda. Cuando eso ocurrió, escuché pisadas de nuevo que se acercaron a la celda.

Esperaba que fuera mi Mate que habría recapacitado y decidiría sacarme de aquí para darme una oportunidad... pero fue una fantasía demasiado buena como para ser verdad.

-Hola -saluda el Beta que llega con una bandeja con comida-. Te traje el desayuno.

-No tengo hambre... -respondí sin moverme de mi lugar aunque el Delta abrió la puerta de la celda para dejar pasar al Beta.

-Aún así... deberías comer. No es sano para ti no comer nada.

El Beta deja la bandeja como hizo el Delta ayer, sobre la cama, y sale de nuevo. Vi la comida pero no quería nada de ella.

-¿No pueden dejarme ir? -los miré suplicante-. Por favor...

-Quisiéramos... pero no podemos -responde el Delta-. Ahora que haz aparecido, si te vas... nuestro Alpha se debilitará hasta morir.

Bajé la mirada de nuevo. Era obvio que eso es algo que ni ellos ni el propio Alpha quiere que ocurra. Hubiera sido más fácil si moría con mis padres en lugar de entrar a estas tierras.

-Está bien -respondí resignada.

-Por favor, come... Lo necesitas -dice el Beta.

Resoplé, no quería darles más trabajo así que agarré la bandeja y me puse a comer mientras ellos veían para asegurarse de que terminara.

-¿Pueden no mirar tanto? Se siente incómodo -mencioné.

-Podemos preguntarte cosas para no hacerlo tan incómodo -se encogió de hombro el Beta.

-Será mejor que solo verme comer -respondí.

-Tu acento... vienes del Sur, ¿no? -pregunta el Delta.

No hay gran diferencia en los acentos pero se nos es muy notorio cuando un lobo viene del Sur o del Este, justo donde estoy ahora.

-Sí, así es -respondí mientras volvía a dar otro bocado a la comida.

-¿Cómo es que una loba del Sur llegó hasta aquí? -se cuestiona el Beta.

-Los cazadores me perseguían. No me di cuenta que llegué tan lejos hasta que crucé los límites de su manada.

Ellos asienten comprendiendo, me dejaron comer un poco más antes de hacer la siguiente pregunta que sabía no tardaría en aparecer.

-¿Y tu manada?

Dejé de comer en ese momento. No respondí por poco tiempo antes de volver a llevarme comida a la boca.

-No quisiera hablar de ellos.

Ninguno dijo más nada, la tensión se hizo notoria así que solo lo aceptaron. Suspiré y los miré de nuevo.

-Mi turno de preguntar -hablé- ¿Cuáles son sus nombres?

-Yo soy Zack, y como habrás notado soy el Beta.

-Y yo soy Aarón, el Delta. ¿Tú cómo te llamas?

-Thalía... Es un placer conocerlos -sonreí amable.

-El placer es nuestro, Thalía.

Ambos hicieron una leve reverencia con la cabeza, los imité haciendo lo mismo. Terminé de comer y dejé la bandeja a un lado pero Zack entra a por ella para llevársela.

-Debemos irnos a hacer nuestro trabajo.

-Hablaremos con nuestro Alpha para ver qué podemos hacer por ti -comenta Aarón-. Siento mucho lo que te está pasando, Thalía...

-No tienes que disculparte tú, no te preocupes. Pero gracias...

Él asiente. Ambos se van de aquí dejándome sola de nuevo en este lugar. Miré a todos lados antes de levantarme y sentarme en la cama. Era dura e incómoda, bufé y fui a ver a través de los barrotes de la ventana. Quería salir y ser libre como todos esos lobos allí afuera. Volver a correr...

¡¿POR QUÉ APARECISTE?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora