Capítulo 32

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Narra Thalía

¡Diosa! Mi cabeza me estaba matando. ¿Por qué siempre los golpes me los llevó allí? Me sorprende que no haya perdido la memoria por segunda vez...
Un momento, la batalla, ¡el vampiro! ¡Me ha secuestrado!

-¡Au! -solté cuando al levantar mi cabeza me había golpeado contra algo.

Miré lo que era y me sentí tan confundida al ver que estaba dentro de una jaula de plata. Mi cuerpo estaba marcado pero al menos tenía una toalla que evitaba mi directo contacto con la plata, ¿esto era consideración? Miré a un lado y me espanté al ver al mismo vampiro que me había secuestrado, muerto en el suelo con un hueco de bala en la frente y una flecha en el pecho. Cubrí mi boca con ambas manos pero vi que alguien se acercaba y le arrancaba la flecha del pecho.

-Te has despertado rápido, ¿fue por tu sistema de curación rápida?

Esos zapatos frente a mí se acercaron pasando por encima del vampiro y luego se agachó para mirarme al rostro. Un cazador que me resultaba familiar...

-Los licántropos son seres realmente extraordinarios. Con un sistema complejo y asombroso. Pero tan letales como para dejarlos vivir en nuestra tierra.

Acercó su dedo hacia la jaula y yo gruñí con advertencia, saqué mis garras y traté de rebanarle el dedo pero fue más rápido.

-Esta no es tu tierra. Ustedes los humanos se creen dueños de todo y de todos, pero no son nada más que la maldita escoria del planeta.

-Ese acento... Eres del sur, ¿no? -sonríe y chasquea los dedos-. ¿Qué hace una loba del sur en el norte?

Unos cazadores más agarran la jaula en la que estaba y me alzan hasta colocarme en la cajuela de un vehículo. Gruñí de nuevo pero estaba más asustada, por lo que no me consideraron una amenaza.

-Conocí una manada del sur, estaba muy cerca de la ciudad que se ha terminado de construir hace unos meses. Nos pidieron que nos encargáramos de ellos y eso hicimos. ¿Sabes de quiénes estoy hablando?

Abrí los ojos de par en par y volví a mirarlo con atención. Su sonrisa despertó algo en mi cabeza y fue como regresar a ese lugar. El fuego tras de él, el arma en su mano y los cuerpo de mi manada y de mis padres a sus pies.

-Tú... ¡Has sido tú! -golpeé la jaula con un rugido pero solo conseguí quemarme-. ¡Haz matado a mi familia, mi manada! ¡Tú lo has hecho!

-¿Tu manada? Oh, entonces sobreviviste... Creí que eras muy inexperta como para sobrevivir tu sola, pero supongo que me he equivocado.

-¡Maldito seas, bastardo! ¡¿Por qué nos hacen esto?! ¡Jamás les hemos hecho nada! -sollocé.

Él se me acerca, mirándome como si mi enojo y llanto le causara ternura. Acerca su rostro a la jaula y yo intenté rasguñarlo pero la plata no me lo permitía, los agujeros también eran muy pequeños así que no pude siquiera hacer pasar mi mano. Me volví a mi forma humana aunque tuviera menos espacio, pero tenía lo suficiente para tratar de romper la jaula. Me rendí una vez que ya me sentía muy adolorida por la plata.

-Y tú nunca lo harás siquiera. Estás bajo nuestro poder ahora. Y dudo mucho de que sepas pelear, después de todo... un vampiro de clase baja pudo traerte hasta aquí.

¡¿POR QUÉ APARECISTE?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora