Capítulo 17

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Narra Ethan

-Los ataques no fueron graves, pudimos encargarnos de las hordas -menciona Zack.

-Aunque no dudamos en que atacarán de nuevo, lo están haciendo seguido. Lo seguirán haciendo -le sigue Aarón.

Asentí luego de escuchar todo lo que había pasado en tan solo tres días. Hordas de vampiros atacando la manada, debemos estar listos para lo que podría llegar.

-¿Alguna anomalía en sus ataques? ¿Aumento de grupo, bajas? -cuestioné.

-Nada. Vienen con la misma cantidad de vampiros y atacan de la misma forma, con la misma estrategia -responde Zack-. No sabemos que traman.

-Confundirnos -aseguré-. Quieren que nos acostumbremos a su modo de ataque, y cuando no esperemos nada nuevo... atacarán de verdad.

-¿Arriesgan a su gente así sin más? ¿No les importa morir en vano? ¿A su rey no le importa sus soldados? -Aarón parecía indignado.

-¿Conoces a los Kamikaze? -asiente-. Bueno, los están usando ahora. Así como nosotros hay vampiros que prefieren morir por su rey que salir huyendo. Son suicidas, si el rey lo ordena ellos morirán con una sonrisa.

Zack y Aarón hacen una mueca estando en desacuerdo en que este rey use a gente tan leal y noble de esa forma. Sabemos que a pesar de nuestro profundo odio hacia los vampiros, ellos solo siguen órdenes.

-Este rey es alguien que no le importa las consecuencias, si se queda sin soldados es lo de menos para él, usará civiles o a otras especies que estén dispuestos a ayudar por algún trato. Usará engaños, estafas, amenazas... lo que sea con tan de asegurar su protección.

-Entonces seguirá mandando lo mismo por mucho tiempo. No podremos bajar la guardia ni un solo instante -asegura Aarón.

-Es correcto, siempre tendremos que estar listos para un cambio -respondí.

-Pero eso lo sabemos nosotros... Hay quienes creerán que siempre será igual y por más que les ordenamos que continúen como siempre... automáticamente dejarán de hacerlo -dice Zack.

-Eso no hay como evitarlo. Tendremos que hacer lo posible para mantener listos a nuestros guerreros por cualquier anormalidad. Si deciden una noche usar todas sus armas e invadirnos desde todos los lados... debemos estar preparados.

Ambos asintieron estando de acuerdo conmigo. Terminé la reunión aquí y los mandé a sus casas para que descansaran, ya era muy tarde. Aún así decidí quedarme un tiempo más en mi oficina y revisar algunos documentos y archivos que había dejado inconclusos. Terminé para eso de las tres de la madrugada, así que finalmente fui a descansar.

Pero estando en el pasillo y de lo tan cansado que estaba, el aroma tan delicioso que desprendía mi Mate me atrapó. A pesar de no querer entablar una relación con ella, su aroma era de mis olores favoritos... no puedo ignorar eso. Aspiré profundo y dejé escapar un gruñido de satisfacción al verme embriagado por ello. Me atraía como si me jalara con una cuerda de seda suave y delicada. No me di cuenta hasta que abrí la puerta y la vi durmiendo cómodamente en su nueva cama. Me acerqué con sigilo y la observé.

-Realmente... eres más hermosa que cualquier mujer en este mundo -murmuré muy por lo bajo.

Ella se remueve y se gira hacia mí, por un momento temí haberla despertado pero me alivié cuando siguió suspirando profundo y soltando leves y casi imperceptibles ronquidos que si no fuera por mi muy desarrollada audición de alpha, no habría podido escuchar.
Un mechón de cabello molestaba en su rostro, lo cubría y no me dejaba apreciarla mejor. Acerqué mi mano para quitarlo pero recordé aquellas veces en las que ella se apartaba de mi toque, haciéndome sentir la peor mierda del universo. Dolía, claro que sí, y odiaba que fuera de ese modo.

Esta vez solté un gruñido de molestia y frustración. Aparté mi mano y me alejé de ella hasta salir de la habitación, fui a la mía y cerré con llave. ¿En qué estaba pensando al traerla aquí? Su olor está por todas partes, si antes ya era difícil controlarme para ir a donde estaba... ahora sería aún peor.

-Mierda, no -golpeé mi cabeza-. Tu manada es la prioridad, ganar la guerra es la prioridad. Sálvate primero, no pienses en arriesgarte por ella.

Quería decirlo todo el tiempo para que me fuera creíble. No debía empezar a sentir nada por Thalía porque o sino... mandaría toda esta guerra al carajo y yo aún no he terminado con esa maldita sanguijuela. Salí al balcón de mi habitación para respirar un poco, miré mis manos sobre el barandal y pensé en esta situación.

Pero todo se volvió peor cuando recordé a Emma... junto a ese imbécil en mi cama. Gruñí de nuevo, apretando el barandal hasta agrietar la piedra.

-Ese hijo de puta me las va a pagar. Y esa maldita perra... si la vuelvo a ver la mataré.

Fui blando con ella, y todo porque la amaba. Ahora que todo afecto se ha ido, puedo pensar con claridad. Ella merecía morir junto a su amante en ese mismo instante, en esa misma cama en donde me traicionó. Pero no... le perdoné la vida y el otro se escapó.

Miré a un lado, viendo hacia el balcón de la habitación de Thalía. ¿Por qué pedí que fuera a lado de la mía? ¡Carajo! Su aroma llega hasta aquí con fuerza. Cubrí mi nariz con una mano para no embriagarme de nuevo, entré a la habitación y cerré todo. Aún así podía sentir más levemente su aroma, era una distracción, no podía dormir por ello. Maldije por lo bajo y lo intenté durante el resto de la madrugada.

¿Por qué la traje aquí? ¿Por qué?

¡¿POR QUÉ APARECISTE?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora