La cama era muy cómoda.
Parecía ser que las camas de los alumnos son muy similares entre sí.
Estaba demasiado cómoda en aquella cama, no quería despertarme, y mi motivo para hacerlo no estaba.
La luna de mi ventana que siempre estaba allí.
Que a pesar de ser de día, siempre estaba en la ventana aportándome algo de luz.
Esa tenue luz cálida, que siempre estaba allí, tanto de día como de noche.
Mis ojos se abrieron y vi una cabellera negra.
Por lo que pensé que Adi seguiría durmiendo, y la abracé.
De repente se giró, y abrí los ojos.
MIERDA, pensé y estuve por decir.
Me aparté con rapidez.
En ese momento de mi existencia quería meterme debajo de la tierra, enterrarme viva y bueno, mejor no sigo.
-Al final preferiste dormir conmigo, ¿no?- soltó con los ojos medio cerrados.
-La verdad, creeme que no, es lo último que querría hacer en mi vida.
-Pues se acaba de notar poco.
-Te has confundido imbécil.
-¿Tan agresiva desde tan temprano?
-Eres un completo idota.
Me bajé de la cama y me dirigí hacia mi dormitorio, pero antes me despedí de Adi.
-Adi me voy- dije en voz alta.
Escuché un murmullos que podía ser de ella o del idiota de su hermano.
Pero de verdad que yo pensé que esa cama era la que Adi me había señalado, por qué me habré confundido justo con la suya, no podría haber sido con la de otro.
NO.
Mi suerte es impresionante.
Después de "desahogarme", caminé por los pasillos de la escuela y estaban completamente vacíos.
Quizás todo el mundo estaba aún en la fiesta, pero cuando el resto no se ha preocupado, supongo que será por algo, de todos modos me sentía mejor si les preguntaba.
Por lo que fui a mi habitación rápido para cambiarme, ya que ese pequeño detalle se vino a mi cabeza cuando ya estaba a un pasillo y medio de llegar a mi cuarto.
Dejé el libro que me había llevado de la fiesta y lo dejé en mi escritorio junto a los otros dos, que no había devuelto aún, pero es que me niego a pisar una biblioteca, sin importar lo bonitas que sean, o las preciosidades que alberguen, es que no, me niego.
Eso sí estaba deseando ponerme a hojearlos, pero según la ética de la vida no es lo prioritario ahora.
Por lo que debería posponerlos.
Una vez ya cambiada salí de mi dormitorio y me dirigí hacia el de los otros.
Cuando salí y caminé durante unos minutos, seguía sin haber nadie.
Quizás habrían salido, o estarían de resaca, o no habrían salido de la fiesta.
Y eso es lo que iba a comprobar.
Al rato acabé llegando y golpeé de forma suave la puerta.
Y como nadie me abría seguí aumentando la fuerza de este gesto.
Y acabó abriendo Silas.
-¿Qué quieres?
-¿Está el resto?
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Rurnore: Ocultos
FantasyA veces una simple historia es capaz de sellar el secreto más oscuro. El caos se puede desatar con una simple palabra y se puede frenar con un derramamiento de sangre. Algo se puede perder igual de rápido que lo hacen los granos de arena de un reloj...