A veces una simple historia es capaz de sellar el secreto más oscuro.
El caos se puede desatar con una simple palabra y se puede frenar con un derramamiento de sangre.
Algo se puede perder igual de rápido que lo hacen los granos de arena de un reloj...
Salí del dormitorio y sinceramente, ¿a quién llamaba canijilla?
Porque si yo soy canijilla y le gano cuando entrenamos, imagina si no fuera canijilla.
ES UN COMPLETO IDIOTA.
Pero es mejor dejar de pensar en eso, porque la verdad que era una tontería y me centré en la siguiente clase.
Activación.
Ahora ya no quería centrarme, llevaba ya varias clases y algunos ya habían logrado algo, y yo aún seguía intentando algo.
Me acordé de que la maestra dijo que no necesitábamos el libro para esta clase, por lo que fui directamente al aula, y llegué 7 minutos antes de que la clase comenzara.
Aún faltaba gente, pero supuse que llegarían relativamente pronto.
Miré hacia donde Emery se sentaba y no estaba ahí.
En cuestión de segundos los que estaban en la clase se fueron con una hoja en su mano.
Más tarde miré el escritorio y pude ver una hoja de papel con una serie de instrucciones.
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Me fijé otra vez en la mesa y en el lado de Emery ya no estaba esa hoja, así que supuse que ella ya se había marchado.
Podría esperarme un poco, y ya con lo del otro día todo se remata.
Pero tampoco le voy a dar importancia a esta tontería.
Cogí la hoja de instrucciones y comencé con mi búsqueda.
La búsqueda de algo que podría dar pie a un recuerdo.
Mientras caminaba hacia mi cuarto, pensé en mirar algo en el libro, ya que las clases de activación solían resultar aburridas, bastante aburridas de hecho.
Cuando llegué a mi cuarto me dirigí hacia el escritorio y abrí el libro de activación.
Ahí se encontraban las distintas formas de buscar energía.
Mediante piedras, objetos con algún valor importante.
Por el momento las piedras me llamaron bastante la atención, parecía algo más fácil.
Estuve casi hasta las ocho y media investigando, ya que mi última hora era libre.
No pude encontrar ninguna piedra que me llamara la atención de una forma distinta al resto, así que plan B, objeto de valor importante.
La cabeza palpitaba del dolor, así que me tiré a la cama, hoy pasaba de cenar.
Miré el techo una y otra vez, me metí en la cama, me tapé.
No me gustaba pasar frío, el calor era una sensación mucho más agradable.
Me gustaba 700 veces más.
Una sensación que te recorre sin erizar los vellos, y dejando que la claridad te inunde.
El silencio de mi habitación me envolvía, en esos momentos aquello me venía de perlas, debido a que aliviaba el dolor.