Rurnore: Ocultos

--Capítulo 25-

Empecé a escuchar golpes en mi puerta acompañados de una voz.

-Dione, abre, soy yo.

Era Ace, lo sabía por la voz, ya que era inconfundible y porque me dijo que iba a venir a ayudarme por la mañana.

Abrí la puerta, y lo primero que vi fueron sus ojos cansados.

-Si estás cansado lo dejamos para otro día- dije.

-¿No dirás eso porque te acabas de levantar de la cama y quieres seguir durmiendo?- soltó Ace con un tono poco agradable.

Touche, quería dormir.

-Pasa, me cambio y empezamos.

Pasó, y yo cerré la puerta.
Después de eso fue disparado al sofá y se tumbó, luego cerró los ojos.

-Despiértame cuando acabes- dijo con cansancio en su voz.

-No voy a tardar.

-Bueno, algo dormiré.

Me cambié de ropa en cinco minutos más o menos.

-Vamos- dije en su oído cuando me acerqué.

Abrió los ojos, y se frotó los ojos con las manos.

-Pues vamos.

Se levantó, y cogí mi mochila.
Abrí la puerta, salimos y la cerré.

Comenzamos a andar al instante, él iba por delante.

-¿Dónde vamos?- pregunté.

-A por los ingredientes que me faltan.

Cuando pasó un tiempo, llegamos.
Estaba fuera de la escuela, pero por la parte de atrás.

El invernadero era de cristal, pero no se veía nada por fuera.
Entramos y me quedé sorprendida.

Me pareció hermoso, la luz entraba por los cristales, pero había faroles apagados, pensé que eran para la oscuridad.
Eso me hizo querer ir allí una noche.
Quería ver cómo se vería aquello.

Un lugar lleno de flores de muchos colores, hojas verdes, tierra, olor a regadío mezclado con la fragancia de las mismas plantas.
Pero lo mejor de esta visita era ver el rocío de las plantas cayendo por los pétalos y hojas de estas.

Estuve alrededor de 10 o 15 minutos observando aquello.

-Dione nos vamos.

-¿Qué?, ¿por qué?

-Ya he recogido lo que me hacía falta, ahora vamos a mi dormitorio.

No me acordaba ni de lo que estábamos haciendo.
No dije nada y nos fuimos.

Una vez en su dormitorio me llevó a la habitación donde fuimos la vez pasada.
Haciendo exactamente lo mismo.

Cogió lo que guardaba en su bolsa, ingredientes y una hoja escrita.

-Por lo que llego a saber, son las brujas las que hacen las pociones- dije riéndome.

-He hecho un pacto con una para conseguirla- dijo aún mirando lo que hacía y concentrado.

-¿Te preocupaba que yo hiciera la otra?

-Me preocupaba la reacción de mi hermana sobre mí, si se enteraba de que te había pasado algo y yo no hice nada. Ahora para de hacerme preguntas tontas.

Me senté en el suelo.
No comprendía por qué a veces era tan de una forma y otras era tan de otra.

Por qué unos días era la persona más agradable conmigo y otras yo era una completa porquería, ¿acaso era bipolar?