"aeternus"
Notaba como mi corazón iba acelerándose cada vez más.
Como mis respiraciones se multiplicaban y como iba intentando mandarle señales a mi cuerpo, pero este seguía sin hacerme caso.
Intentaba abrir los ojos, intentaba mover cualquier parte de mi cuerpo, mi cerebro mandaba muchas órdenes, pero no había respuestas.
No me dejaba hacer nada de lo que pedía.
Había perdido el control de mi cuerpo.
Estaba totalmente paralizada, bajo un mundo oscuro.
No veía, estaba paralizada.
Me centré en sentir a través de mi piel, en comprobar si el taco podía acercarme a mi realidad de ese momento.
Un simple roce de una sábana, o de un colchón, una silla o cualquier cosa me servía.
Noté un foco de calor en mi mano derecha.
Cada vez percibía con más claridad la presión de unos dedos sobre esa parte de mi piel, conforme se enfoca más conseguía notar más esa mano, notaba la palma completa.
Me agarraba de forma suave, era una mano pequeña.
Cada segundo que pasaba notando esto conseguía centrarme mucho más en las acciones que quería realizar.
Empecé a notar como esa mano me abandonaba lentamente, no quería eso.
Quería girar mi mano y agarrar la otra lo más fuerte que podía, que no me soltara, no quería ver todo negro y no sentir...
Quería ver si aún estaba viva.
Sin esperarmelo mis ojos empezaron a abrirse .
Despejando la oscuridad.
Luces y colores se alzaron sobre mí, borrosamente.
Veía manchas y destellos, no había siluetas claras, solo formas de muchos colores.
Conforme el tiempo pasaba aquellas manchas de colores iban cogiendo forma.
Empecé a ver la mano que sostenía la mía esta era delgada, de piel blanca y suave.
Levanté mi vista hacia arriba viendo el rostro de una muchacha de pelo negro, piel clara y ojos con aura roja.
Su pelo se veía largo, ondulado, pero mal peinado.
Sus ojos rojizos y cristalinos, como si estos solo hubieran estado abiertos para formar ríos.
Mejillas sonrojadas y mojadas.
-Por fin...estás despierta- salió de su voz de forma quebradiza por el llanto.
Ella se abalanzó sobre mí con los brazos abiertos, envolviéndome.
Me sentía bien.
Me sentía cómoda, como si ya la conociera de antes.
La escuchaba sollozar, supongo que de alegría.
Fue desenvolviéndome poco a poco, me agarró con sus manos fuertemente y con su tono de voz quebradizo me dijo:
-Me alegro de que hayas vuelto.
Me sentía mal, sentía una presión en mi pecho que no me dejaba respirar bien.
Me sentía mal porque sabía que ella me quería y que yo también a ella, pero no recordaba el motivo de porque le tenía cariño, reconocía el abrazo, podía asociarlo en mi cabeza con otros que esa misma persona me había dado, pero no recordaba por qué su presencia movía en mí esa calidez, por qué me reconfortaba.
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Rurnore: Ocultos
FantasyA veces una simple historia es capaz de sellar el secreto más oscuro. El caos se puede desatar con una simple palabra y se puede frenar con un derramamiento de sangre. Algo se puede perder igual de rápido que lo hacen los granos de arena de un reloj...