Silencios y Advertencias

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Introducción: Holaa, aquí otra vez!! No quiero regresar a clases. Pero bueno, el deber llama. Espero les guste este capítulo, uno más a la lista de los corregidos!! Que lo disfruten. Con cariño.

Delfy

Capítulo 38

Silencios y Advertencias

Antes de que pudiera alejarme, Drave me tomó de la mano, deteniendo mi partida.

-. Por favor. - Añadió, su voz casi un susurro.

Fue entonces, por primera vez en la noche, que observé a Drave detalladamente.

Sus ojos estaban demacrados, con profundas ojeras. Su cabello estaba despeinado, cómo si hubiera pasado las manos por él una y otra vez en un gesto de frustración. Llevaba puesta una camiseta arrugada y pantalones de pijama, un contraste con la imagen usual de Drave.

Déjà vu.

Suspiré, cerrando los ojos por un instante, intentado recuperar la calma. No tenía idea de qué hacía Drave en mi casa a esas horas, y la verdad, no estaba segura de querer averiguarlo. Pero había algo en él, algo diferente, que no había visto antes.

-. Tienes tres minutos. Entra. - Dije, dando media vuelta y entrando a mi casa.

A diferencia de Chris, con Drave me sentía más.. segura.  Había una confianza entre nosotros, algo que jamás admitiría en voz alta.

Caminé directamente hacia la cocina, sintiendo sus pasos silenciosos detrás de mí.

-. Haré café ¿Quieres un poco? - Pregunté, a lo que él  respondió con un simple asentimiento.

Se veía exhausto, perdido, tal como lo había encontrado la última vez que estuve en su casa.

El silencio se instaló entre nosotros mientras preparaba las dos tazas. Solo el tintineo suave de las cucharas contra la porcelana rompía la quietud, como un eco lejano en medio de una calma densa.

Pero no era el típico silencio incómodo, que te obliga a llenar el ambiente con charlas superficiales y palabras vacías. Ese silencio era diferente, casero, casi íntimo. Era un silencio que te permitía bajar la guardia, e invitaba a dejarse envolver en él y aceptar la cercanía sin decir nada. Y lo odié.

Me reproché por sentirme cómoda con él, por encontrar una especie de refugio en su silencio, cuando sabía que debía estar resistiendo. Cada segundo que pasaba sin que ninguno de los dos hablara hacía que me sintiera más patética por intentar ser dura, cuando en realidad lo único que quería era entender por qué, pese a todo, Drave seguía encontrando una manera de acercarse.

Los tres minutos que le había dado ya habían pasado hace mucho; ambos lo sabíamos, pero el silencio persistía, como un tictac constante en mi oído, recordándome que esto estaba mal, que debía proteger mi corazón.

Sin embargo, en lugar de echarlo, lo que salió de mis labios fue:

-. Tu taza. - Dije, extendiéndosela.

-. Gracias. - Respondió, tomándola.

Observé sus manos mientras tomaba la taza, y fue entonces cuando noté nuevamente las heridas en sus nudillos. 

-. Eso se infectará. - Comenté, fijando la mirada en sus manos.

Él simplemente le restó importancia, encogiéndose de hombros.

-. Viviré. - Respondió antes de dar un sorbo.

Sin decir más, busqué el botiquín que mi madre guardaba en un estante alto. Rápidamente saqué las gasas y el desinfectante.

La apuesta de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora